Primera Parte:Los Tributos/Capítulo 1

1K 85 22
                                    

Despierto con una sensación de preocupación en el estómago. Una leve luz entra por la ventana, permitiéndome ver mi alrededor, volteo a ver la cama de a lado, mi hermano James todavía esta dormido y por los ronquidos de la litera de arriba no me es difícil suponer que David también sigue dormido. Me quedo en la cama intentando volver a dormir pero dado lo que pasará hoy, me es imposible lograrlo. Porque hoy es día de cosecha.

Finalmente me levanto y salgo de la habitación, bajo a la cocina y me dirijo al lavabo que esta frente al horno. Al parecer soy el único que está despierto. Ni siquiera se escuchan los habituales pasos de los mercaderes que preparan sus negocios, ya que la cosecha no empieza sino hasta la una de la tarde; incluso los pájaros callan su melodía, tras el pasar de los años me he dado cuenta que eso siempre pasa el día de cosecha.

Es temprano, pero de todas maneras empiezo a sacar los ingredientes.

Cuando tengo todo en la mesa, preparo la masa del pan con movimientos ágiles y expertos. Tengo tanta concentración y tantas cosas en la cabeza que no me había dado cuenta de que David entró en la cocina. No puedo evitar sentir un poco de envidia ya que hace dos años su nombre dejó de aparecer en la condenada urna. Me saluda con un gesto de cabeza y empieza a hacer sus cosas.

Baja mi padre y empezamos a repartir la masa y ponerla en el horno.Al cabo de una hora ya tenemos tres docenas preparadas.

Mi padre cambia el letrero de cerrado a abierto.Aunque todavía es muy temprano para que haya clientes, al mismo tiempo que mi padre abre la puerta él entra por la misma, el amigo de Katniss. Gale Hawthorne. Supongo que no importa si es día de cosecha ellos dos siempre van al bosque todos los fines de semana. El dinero del Capitolio sólo es dirigido para la matanza anual obligatoria y sus caprichos, no les importa si familias como las de la Veta mueren de hambre en el intermedio.

Gale y mi padre empiezan a negociar el precio de un pan; terminan dejándolo por tan sólo una ardilla, le encantan a mi padre, aunque sólo podemos comerlas cuando mi madre no está. Podría haber hecho un mejor trato por el pan, pero mi padre siempre regala lo que podría ser la última comida hogareña para un chico y una chica del Distrito. Gale sale de la panadería y se aleja, aún así logro ver como se cuela al bosque por un punto débil de la reja que cubre todo el Distrito Doce.
Unos cinco minutos después de que Gale se fuera, visualizo una oscura trenza escapándose de una chaqueta de cuero. Al estar suficientemente cerca a la reja, Katniss voltea para comprobar que no hay moros en la costa y entra por el mismo hueco que Gale, la sigo con la mirada y no la desvío hasta que se adentra tanto en el bosque que la pierdo.

–Los pasteles están listos, Peeta, ¿por que no vas decorándolos?
–Claro papá. -Debió percibir mi preocupación, sólo cuando estoy inquieto me permite decorar los pasteles antes de ayudar con otras tareas.

Tomo el pastel que me pasa mi hermano y saco el glaseado. Nada más hago la primer línea en el pastel y todo lo demás deja de existir, no pienso en nada excepto en el diseño; me olvido de todo, de la cosecha, de los Juegos; nada es importante en este momento, sólo el pastel.

Pasa el tiempo y no me doy cuenta hasta que he terminado con los veinte pasteles; no solemos hacer tantos en días normales, pero seguramente hoy muchas familias querrán celebrar que sus hijos se han salvado otro año, espero que James y yo también nos salvemos.

Media hora antes de la una todos nos vestimos para la cosecha y nos preparamos para salir. Acaricio los botones disparejos de mi ya desgastada camisa, solía ser de David, luego de James y finalmente mía. Cuando tenía tres años no comprendía Los Juegos, sólo veía que muchos niños y niñas recibían ropa nueva, así que le pregunté a mi padre si podía participar... Sus ojos se llenaron de terror y después de la Cosecha tuvimos una charla en la que me explicó que no era un evento qué celebrar. Los gritos y lamentos de las familias desafortunadas me ayudaron a comprender rápidamente. Desde entonces veo el dolor que recorre al Distrito este mismo día todos los años.

Mi madre cambia el letrero de la panadería, aunque de todas formas nadie vendrá a la panadería sino hasta la tarde ya que la asistencia a la cosecha es obligatoria a menos que estés al borde de la muerte (cosa que los agentes de la paz asegurarán).

Quince minutos antes de que empiece la cosecha ya nos encontramos en la plaza. Cuando era pequeño me encantaba venir a jugar con Delly, ver a la gente del mercado, los coloridos puestos, escuchar el alegre bullicio, quizá juntar nuestros ahorros para un dulce. Pero hoy, todo es diferente; los banderines de colores que siempre adornan el mercado, parecen tan fuera de lugar en un día que para por lo menos dos familias será el peor.
Me acomodo entre los chicos y chicas de dieciséis años y a unas cuatro personas a lado de mi se encuentra Katniss.

En el podio del Edificio de Justicia se encuentran tres sillas de las cuales sólo dos están ocupadas; una por el Sr. Undersee, el alcalde del distrito, y la otra por Effie Trinket, la acompañante del Distrito Doce. Ambos hablan entre sí sin dejar de ver la silla restante.

Da la una en punto y el alcalde se para; se acerca al micrófono y empieza su monótono discurso. Cuenta cómo Panem se alzó de entre las cenizas de un lugar antes llamado Norteamérica; enumera todos los desastres que acabaron con gran parte de la tierra.El resultado fue Panem, un Capitolio rodeado por trece distritos, que "llevó la paz y la prosperidad a sus ciudadanos". Entonces llegaron los Días Oscuros,los distritos se rebelaron contra el Capitolio. Derrotaron a doce y aniquilaron al decimotercero. Se creó el Tratado de la Traición que dio lugar a nuevas leyes y como recordatorio anual de que los Días Oscuros no deben repetirse, nos dejó también los Juegos del Hambre. Las reglas de los Juegos son sencillas: cada uno de los doce distritos debe entregar un chico y una chica llamados tributos, para que sean llevados a una arena donde los veinticuatro tendrán que luchar a muerte hasta que solo uno sobreviva.

–Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias–recita el alcalde.
Después lee la corta lista de vencedores de nuestro distrito.En setenta y cuatro años hemos tenido dos simplemente, de los cuales sólo uno sigue vivo: Haymitch Abernathy, un borracho de mediana edad que justo en este momento aparece murmurando cosas inentendibles, se tambalea y se deja caer en su silla.La multitud aplaude protocolariamente mientras Haymitch intenta abrazar a Effie Trinket quien se libra rápidamente pero su peluca rosa no. El alcalde angustiado vuelve la atención a Effie Trinket quien avanza dando saltitos cortos hacia al micrófono.
–¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de su parte! –Emana una felicidad tan grande hablando de Los Juegos que se me revuelve el estómago. El extraño acento del Capitolio es la menor de las rarezas de esa gente, la más grande definitivamente siendo su adoración por la muerte de jóvenes.

Trinket se dirige a la urna que contiene el nombre de las chicas con un alegre:

–¡Las damas primero!–mete la mano hasta el fondo de la urna y lo único que pienso es «que no sea ella, que no sea ella, que no sea ella» y no es ella.

Es Primrose Everdeen.

Su hermana menor, la pequeña Prim, la que siempre va a darnos del queso de su cabra y se queda a platicar, la que siempre detiene a su hermana para contemplar los pasteles que decoro, la que no importa si no te conoce siempre te apoya cuando estas triste; Prim de apenas doce años. Prim, a quién le han arrebatado la oportunidad de ser niña.

La gente empieza a murmurar en disgusto como siempre pasa cuando eligen a alguien en su primer año.Me siento terrible al pensar que yo no puedo hacer nada, sólo una chica puede presentarse voluntaria. ¡Demonios! Se presentará voluntaria, claro que lo hará, Katniss nunca dejaría que Prim sufra... pero no lo ha hecho todavía... Volteo para buscar a Katniss con la mirada, intentando descifrar su siguiente moviento. Un chico de la Veta tiene que sujetarla ya que casi cae por el shock, sale de su aturdimiento y se dirige a su hermana que ya va a medio camino hacia el podio.
-¡PRIM! ¡PRIM!- todos le dejamos paso libre hacia su hermana creando un pasillo directo al escenario.
-¡Me presento voluntaria!¡Me presento voluntaria como tributo!

La Historia de el Chico del Pan [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora