Capítulo 11

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Al igual que Katniss me dirijo a mi habitación enojado, pero conmigo mismo; por no tener el valor suficiente de decirle lo que siento por ella, por no hacer nada para que deje de creer que es una actuación y aun así haberla halagado de una manera demasiado obvia.

Luego me doy cuenta de algo positivo: ella sí me ha notado. Decir que me ha visto en el mercado, recordar lo del pan, haber ido a ver la competencia de lucha libre del colegio y que recuerde que estuve ahí, al parecer no le he pasado desapercibido como yo creía.

Recuerdo el día de la competición, me había preparado para ello por mucho tiempo; todo iba bien, hasta que note que ella estaba ahí y me puse nervioso. Sólo quedaba una ronda, el primer lugar estaba entre mi hermano David y yo, pero no podía dejar de ver el lugar en donde ella estaba sentada. Estando atolondrado, David pudo ganarme con facilidad.

Me pregunto cómo estarán en casa, mi madre dejó muy claro que le doy igual, espero que papá no la pase tan mal.

No es el momento para pensar en eso, Peeta. Concéntrate. Recordando que en poco tiempo nos soltarán en la arena, salgo para encontrarme con Effie esperándonos en el elevador. Cuando llega Katniss, bajamos a las salas de entrenamiento que están bajo el nivel del suelo de nuestro edificio.

Todavía no son las diez, pero somos los últimos en llegar. Los demás tributos están reunidos inquietamente en un medio círculo, señalados con sus números de distrito en un trozo de tela; cuando las puertas del elevador se cierran, nos ponen nuestro número 12.

Como era de esperar, somos la única pareja de distrito que trae el mismo atuendo. Portia y Cinna realmente quieren dejar en claro que somos un equipo. En cuanto nos unimos a los otros, la entrenadora jefe, Atala, da un paso adelante y nos empieza a explicar el horario de entrenamiento. En cada puesto habrá un experto en la habilidad en cuestión, y nosotros podremos elegir cuáles tomar.

Algunos puestos enseñan tácticas de supervivencia y otros técnicas de lucha. Agradezco internamente que esté prohibido pelear entre tributos, si lo requerimos hay ayudantes a mano para practicar. "Tendrán suficiente tiempo para eso en la arena." De nada les serviría que nos matáramos si no hay cámaras.

Cuando Atala nos deja ir, Katniss no reacciona hasta que le doy un codazo.
-¿Por dónde te gustaría empezar?-le pregunto, serio todavía recordando la discusión de antes.
Recobra el sentido y echa un vistazo a todo el lugar.
-¿Y si atamos unos cuantos nudos?
-Buena idea-contesto.

Nos acercamos al puesto vacío. El entrenador se entusiasma por ser la primera opción de alguien. Cuando Katniss demuestra su conocimiento de trampas, nos enseña una sencilla para dejar a un competidor colgado de un árbol por la pierna. Nos concentramos en ella durante una hora hasta que los dos dominamos la técnica y pasamos al puesto de camuflaje.

En cuanto pongo mis manos en las pinturas y los materiales, todo lo demás desaparece y me dedico a mezclar lodo, arcilla y jugos de bayas sobre mi piel, y a trenzar disfraces con vides y hojas. Todo el tiempo teniendo la viva imagen de nuestro viejo manzano en mi cabeza.

Cuando empecé a interesarme en la pintura, ese árbol se convirtió en mi referencia, con él aprendí a manejar luces y sombras, practicar perspectivas, diferencias texturas e identificar tonos. Siempre me ha gustado su versatilidad.

El entrenador que dirige el puesto está entusiasmado con mi trabajo.
-Yo hago los pasteles-le explico a Katniss
-¿Los pasteles?-pregunta distraída- ¿Qué pasteles?
-En casa.Los glaseados, para la panadería.
-Es encantador, aunque no sé si podrás glasear a alguien hasta la muerte.
-No te lo creas tanto. Nunca se sabe qué te puedes encontrar en el campo de batalla. ¿Y si es una tarta gigante...? -empiezo a decir.
-¿Y si seguimos?-interrumpe mi vano intento de hacerla reír.

La Historia de el Chico del Pan [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora