Capítulo 8

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Katnis Everdeen me besó.¡Katniss Everdeen me besó! Pienso una y otra vez, conteniendo los gritos de emoción en mi interior. Esto es demasiado bueno para ser cierto; entonces la realidad me cae encima: ella sigue pensando que yo sólo estoy actuando, por lo tanto ese pequeño beso en mi mejilla era una actuación de su parte. Su mirada ni siquiera está enfocada en mí, debí saber que no era genuino.

Intento decirle que nada es una actuación, mi confesión está apunto de brotar de mis labios, pero Effie Trinket habla en ese mismo instante.
–El Centro de Entrenamiento está diseñado exclusivamente para ustedes tributos y sus equipos.-Dice mientras nos dirige a unos elevadores–Cada distrito tiene su propia planta, ustedes al ser del Doce les toca el pent-house, aquí entrenarán y vivirán hasta que empiecen los juegos.

Subimos por un elevador que está hecho de cristal y es mucho más rápido que el del Edificio de la Justicia. Entramos a nuestra planta y quedo fascinado. Nos encontramos en un espacio que deja ver un enorme comedor, todo está elegantemente decorado con candelabros, esculturas, al fondo hay una ventana completa en vez de una pared, el piso parece estar hecho de mármol al igual que las paredes.

Mientras vamos avanzando Effie nos va diciendo cómo se pasó el día hablándole a toda la gente importante del capitolio intentando conseguirnos patrocinadores
–Pero he sido muy misteriosa- dice, entrecerrando los ojos-porque, claro, Haymitch no se ha molestado en contarme su estrategia. Sin embargo, he hecho todo lo posible con lo que tenía:que Katniss se había sacrificado por su hermana y que los dos han luchado con éxito por superar la barbarie de su distrito.-¿Barbarie? Ja, lo dice quien vive en el origen de los Juegos– Por supuesto, todos tienen sus reservas, porque son del distrito minero. Así que les he dicho, y ha sido muy astuto por mi parte: "Bueno, si se ejerce la suficiente presión sobre el carbón, ¡se convierte en una perla!"
Effie esboza una sonrisa tan orgullosa y sincera que me da pena corregirla.El carbón no se convierte en perla, las perlas crecen en el interior de los moluscos. Seguramente quería decir que el carbón se convierte en diamante, aunque tampoco es cierto. Supongo que la gente con la que Effie está negociando o tampoco lo sabe o no les importa.
–Por desgracia, no puedo cerrar tratos con los patrocinadores. Sólo lo puede hacer Haymitch –sigue diciendo ella, con tono triste.–Pero no se preocupen, lo llevaré a las negociaciones a punta de pistola, si es necesario.

Parece muy entusiasmada, su esfuerzo es notorio, aunque puede llegar a ser irritante parece tener buenas intenciones.

Nos muestra a cada uno nuestra habitación y nos dice a qué hora será la cena.
Entro a mi alojamiento el cual es más grande que mi casa; nosotros a diferencia de las casas de la Veta tenemos dos pisos, pero la planta baja la usamos para la panadería y la habitación mas grande de arriba la usamos cómo bodega dejándonos sólo con dos habitaciones y el baño.

La habitación, al igual que el resto del piso es demasiado elegante para mí; decido tomar una ducha antes de la cena para deshacerme del maquillaje, entro al baño, me desvisto y entro a la regadera; hay decenas de botones y no sé para qué sirve cada uno, paso un rato haciendo combinaciones para descubrir que son para la temperatura, los jabones y shampoos. Al final termine con agua tibia intercalándose con agua hirviente y una ola de espuma con olor a manzana con canela. Salgo y me paro en una alfombra que me seca al instante, me visto y como no tengo nada que hacer salgo de la habitación; en el pasillo encuentro a Cinna.

–¿Qué no la cena empieza dentro de una hora?–pregunta extrañado al verme.
–Sí, pero no quería estar encerrado en mi cuarto durante todo ese tiempo.
–Bueno sí ese es el caso, creo que sería mejor algo de aire fresco ¿no?
–¿Podemos salir del edificio?–pregunto esperanzado
–¿Quién dice que necesitas salir del edificio?–me dice misteriosamente– Sígueme.

Me guía por el pasillo a una escalera que esta al final de este.
Terminamos dentro de una pequeña habitación con paredes de vidrio, Cinna abre una puerta corrediza y me conduce por un jardín con árboles metálicos que se mueven con el viento y provocan un leve sonido.El sentir la dulce y fresca brisa contra mi rostro me hace sentir renovado y por un instante olvido por qué estoy aquí.
Lo recuerdo cuando Cinna me dice:
—Seguramente Portia te lo dijo, pero realmente lamentamos que estén en esta situación. Nadie merece un destino como Los Juegos
Parece que Portia no es la única persona con simpatía en el Capitolio.
Me acerco al borde del tejado y me asomo para ver más a fondo la ciudad, entonces una duda se me viene a la cabeza.
–¿A nadie le preocupa que algún tributo salte?–pregunto volteando a ver a Cinna.
–No se puede–me responde y antes que le pregunte por qué no, se acerca al borde y estira el brazo que sale disparado hacia atrás–¿lo ves?sería inútil si alguien lo intentara.
–¿Nadie ha saltado?
–No lo sé, si es que pasó de seguro fue de los primeros juegos, aunque lo dudo, no quieren que les pase nada a sus preciados tributos antes de la matanza–dice, lo último en un susurro que por suerte sólo podría haber escuchado yo si alguien estuviera con nosotros gracias al tintineo de los árboles; nunca había escuchado a alguien del Capitolio decir algo así de los Juegos, ahora veo que el odio a los Juegos no se limita a los Distritos.
–Yo bajaré ahora, pero si quieres puedes quedarte y te aviso cuando sea la cena.
–Gracias Cinna; por cierto, los trajes eran asombrosos.
Él sólo sonríe y asiente en agradecimiento antes de bajar y dejarme solo con mis pensamientos.

La Historia de el Chico del Pan [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora