-Dónde están todos? –preguntó Lali refiriéndose a Pablo, María y su suegra.
-Ni idea –dijo Peter encogiéndose de hombros –Se pierden ellos la comida.
-Eh, sí. –dijo Lali quitándole importancia. –Hablando de la comida… qué hay para comer? –preguntó ella.
-Yo –respondió la mucama que le tiraba onda a Peter. –Digo… yo les sirvo los spaghetti con salsa bolognesa.
-Divina –dijo Lali con una sonrisa que claramente indicaba que no le caía bien la mina.
-Dale, y también servite un plato a vos y comé con nosotros. –le dijo Peter amablemente.
-Yo, enserio, señor Lanzani? –dijo entusiasmada y regodeándose con la cara de sorpresa y estupefacción de Lali mezclada de celos.
-Claro… Brenda, me dijiste un día, no? –dijo usando toda su artillería en su encantadora sonrisa.
-Sí. –dijo ella con una sonrisa seductora. –Se acordó.
-Comemos? –interrumpió Lali. Junto con su silla con la de Peter. –Contame, cuantos años tenés, querida? –le preguntó Lali para hacer conversación.
-Veinticinco. –dijo con la mirada clavada en Peter. –Usted…?
-Veintiuno, mirá que casualidad… Peter tiene veintiséis, es un viejo, no? Che, viste al hermano de él, se parte, no? –dijo hablando muy rápido. –Se llama Pablo, harían re buena pareja ustedes dos, no? Re, re, re buena pareja, no mi amor?
-Pablo se parte para vos? –preguntó.
-Obvio, mi amor! –dijo Lali con una sonrisa, contenta de tener el control de la situación nuevamente. Pero no estaba terminado.
-Contame, Brenda… Trabajás acá hace mucho? –preguntó Peter, queriendo recuperar el control.
-Sí, hace seis meses, se acuerda que usted me entrevistó?
Peter puso los ojos en blanco. –Sí, claro, me acuerdo perfectamente ese día… Yo estaba usando… un traje –Siempre usaba trajes. –Sí, con corbata…
-Sí! –dijo ella muy contenta de que Peter le estuviera prestando toda su atención a ella.
Peter le volvió a sonreír y Lali viendo esto e hirviendo de celos dijo. –Amor, quedate con… Barbie y yo voy un rato a la portería. Tengo que hacer unos trámites personales, dale?
-Brenda –le corrigió la mucama.
-Sí, Brenda, Barbie, lo mismo querida, sos rubia…
-Con quién? –preguntó Peter sin darle bola y comiendo su comida.
-Mi amor, que sobreprotector! –dijo tiernamente mirando a Brenda –No sabés lo sobreprotector que es… No, te morís. –se sentó en la falda de Peter y la volvió a mirar. –No, un divino mi marido…
-Sí, mi amor… Vos no tenía que ir a hacer unos trámites? –dijo y luego se puso a hablar con la mucama hueca.
-Sí… mejor me voy –dijo levantándose de la falda de Peter enfadada de que su plan no hubiera resultado y que la idiota, rubia hueca de la mucama, la mirara triunfante mientras charlaba. –Sí, no quiero hacer esperar a Gas… Es muuuy impaciente. –dijo seductoramente. Listo había utilizado su última y más letal arma… Bueno, no la más letal ni la última, pero la que estaba dispuesta a usar en ese momento. No daba manipularlo con la nena. No quería ser ese tipo de mujer.
-Cómo? –respondió Peter alterado por primera vez e interrumpiendo su charla.
-Sí –dijo Lali inocentemente. A Peter lo mató esa expresión en su rostro. –Tenemos… un negocio entre manos, se podría decir… Y tengo que atenderlo… y él me tiene que atender a mí… Así funcionan los negocios, no? –dijo seductoramente esta vez.
Brenda trató de llamar la atención de Peter, pero ya la había perdido… -Eh, señor… le hablé de…
-Cómo qué te va a atender? –dijo celoso hasta los huesos. Y furioso. La sentó arriba de él.
-Eh… señor Lanzani…? –dijo tímidamente la mucama.
-Perdón? Qué hacés? Yo hago lo que quiero, mi amor! –dijo inocentemente de nuevo. –Me parece que la charla de “No me mandás” la tuvimos hace tiempo, no?
-Sí… pero…
-Pero nada, mi amor… -dijo Lali triunfante. –Me tengo que ir, vos seguí hablando con Bárbara…
-Brenda… -dijo frustrada la rubia.
-Eh, sí. –dijo Lali sin importancia. –Chau, amor.
Peter la retuvo –No. No te vas nada.
-No me mandás, ya lo hablamos… -le advirtió ella.
-Tenés razón. –Y con ese le agarró la cara y le estampó un beso que la sorprendió y la dejó sin aliento. Por dios cómo extrañaba sus besos… Por dios, por dios, por dios!!!
Lali le agarró a su vez el rostro con las manos como si temiera que se le fuera a escapar y le devolvió el beso con más intensidad. Y sus lenguas empezaron a jugar, entrelazándose. Peter recorrió con sus manos el pelo de Lali. Tenía un extraño olor a frutillas.
Peter, a su vez se lo devolvió más intensamente, y Lali aún más. Qué increíble, Dios, cómo había podido vivir tanto tiempo sin los labios de Lali? Eran los mejores besos del mundo. No, no quería parar. No quería parar. Jamás.
Definitivamente, tengo que reconocer que es mejor besador que todos los que me han besado, Pensó Lali. –Peter. –dijo ella entonces volviendo de su fantasía. –Peter –volvió a repetir cuando éste la seguía besándose apasionadamente. –Listo, mi amor. Nah! –bastante molesta. –Seguís acá, Barbie? –Brenda seguía allí, pintada al látex, y mirando a Lali con una expresión bastante desagradable.
-Eh… -se levantó de la mesa y miró a Peter con una expresión descaradamente seductora. –Señor Lanzani, me encantó charlar con usted… aunque duró poco, supe apreciar sus palabras. Cuando quiera, reitero, cuando quiera, me llama y continuamos con la charla. Yo lo considero un excelente jefe… y amigo. –dijo la muy perra.
-Ay, mi amor! Qué buen jefe sos! Pero, acá entre nosotras, Barbie… Es mucho mejor amante, una lástima que solo yo pueda corroborar eso, no? –dijo Lali con una sonrisa radiante. –Mi amor, besame, vamos a la cama? –dijo con una sonrisa.
Listo, Brenda no tenía nada más que decir. Lali la había dejado sin palabras. Peter estaba estupefacto también.
-Vamos! –dijo con una cara de feliz cumpleaños mientras Lali lo guiaba hasta su habitación.