cap 51

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-Peter, ya está! Seguí adelante, en serio te lo digo. –No quería gritarle en frente de la nena, él la estaba obligando. Por qué no podía entender que ella necesitaba irse? Por qué? Quizás sí fuera un poco egoísta lo que estaba haciendo. Quizás no había madurado tanto como ella creía, pero NECESITABA irse. Cambiar de aire. –Chau. –se despidió con un beso y un abrazo un tanto secos.
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Luego de dejarlas en el aeropuerto a punto de embarcar, subió a su Volvo y condujo a toda velocidad. No tenía ninguna dirección en particular, solo condujo. Sí, desperdiciando combustible sin ninguna razón y perjudicando el medio ambiente. Bien, Peter! No te sale nada bien! Quiere despejarse y termina arruinando el mundo. OK.
-Hola, me siento como un idiota, qué hago? –Peter, ya había discado el número en su teléfono.
-Pero si es mi amigo, el infeliz-no-puedo-olvidar-a-mi-amor-adolescente-con-la-cual-me-casé-en-un-acto-de-inconsciencia-y-deseo.
-Ok, eso me bajo el autoestima considerablemente.
-Alguien tiene que hacerte entrar en razón, Peter. Al parecer soy el único que te dice la verdad. Das pena.
-Sí, ya lo supuse.
-Vos te acordás lo que eras hace tres años, antes de dejar a Lali embarazada?
-Uff. –dijo simplemente Peter.
-No querés volver a ser así?
-No. Quiero lo que tenía con Lali.
-Eso es imposible. –dijo Agustín serio al otro lado de teléfono. –Ese tren ya pasó. Tuviste tu chance, dejaste que te drogaran.
-No dejé que me drogaran! Me drogaron contra mi voluntad! Fue inevitable.
-Eso es lo que te decís. Yo creo, que inconscientemente vos tomaste la droga que te dio tan “inocentemente” María Potra del Cerro para librarte de la asfixiante relación que tenías con tu esposa de dieciséis años, Peter.
-Lo que acabas de decir no tiene sentido.
-Ok, esperemos que lo siguiente que diga sí tenga sentido. Fijate en el bolsillo de tu pantalón.
-Esto es una clase de juego morboso? –preguntó Peter, dubitativo.
-No! –Contestó Agustín, un poco molesto. –Solo fijate.
-Bueno… -En el bolsillo del pantalón había el número y la dirección de alguien.
-Eso que estás viendo es tu futuro. Esta chica es buena para vos, muy linda…
-No tan linda como Lali.
-Y digamos que cuando conocí a esta chica, pensé que te podía hacer olvidar a Lali. La cual me la imaginaba con varios kilos demás después del embarazo, pero la petisa superó lo que pensaba. Lali, con todo respeto, esta para llevársela a una cueva y darle hasta que el calentamiento global se disuelva, me arrepiento, literalmente, lo digo con toda seriedad y sin un ápice de broma. Me ARREPIENTO de no haberle dado bola. Ahora sería yo el que tendría sus hijos, pero…
-Ok, voy a pretender que lo que acabás de decir no fue una completa falta de respeto hacia mi persona y hacia mi mujer y/o madre de mi hija, y al hecho de que estamos hablando por teléfono, razón por la cual no te pego una piña o con un fierro en esa cabeza excesivamente grande que tenés. Ah, y supuestamente me estabas tratando de enganchar con alguien. Ahora lo único que quiero es subirme a un avión y encontrarme con la mujer más sexy sobre la faz de la tierra y con la nena más hermosa y tierna. GRACIAS AMIGO.
-Peter, dejá el drama. En serio, parecés una mina, andá a un boliche, tomá, está con otra chicas, o llamá a esta que es muy linda. No tanto como…
-No aporta! –Agustín iba a decir, no tanto como Lali. Sinceramente, no entendía a veces de qué lado estaba.
-Chau, Peter. Decidí si querés ser feliz o no.
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Una semana más tarde, estaba acurrucado en su caro sillón de diez mil dólares de cuero real y no sintético como una nenita que acababa de perder su juguete favorito. Luego de que se dio cuenta de la situación en la que se encontraba, se levantó del sillón, agarró un papel arrugado y medio roto. Tomó su celular y discó el número.
-Hola? –una voz de mujer le respondió al otro lado de la línea.
-Hola. –dijo Peter. –Soy Peter Lanzani, creo que mi amigo Agustín te habló de mí?
-Peter Lanzani. –Notó un leve ronroneo en la voz de la mujer al pronunciar su nombre.
-Sí. Ese mismo.
-Te conozco. Lo propongo yo o vos? –contestó con una risita.
-Cómo?
-Ok, lo hago yo. Me pasás a buscar a las ocho, creo que tenés la dirección de mi casa. Llevame a algún lugar lindo a cenar.
-Eh… bueno. Tu nombre? No lo dice acá en el papelito. –dijo Peter, un tanto confundido.
-Me ofende, Peter. Cómo es que no sabés mi nombre?
-Ehh… no lo sé. –Contestó. –Nunca te había oído en mi vida.
-Es una lástima, yo había oído mucho de vos… -dijo la chica leve, levemente decepcionada. –Soy Paula. Y te veo hoy a las ocho. –bip… cortó la llamada ella.
-En qué me metí? –murmuró Peter.
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Curiosamente, a las ocho, estaba listo y la pasó a buscar a Paula con un optimismo un tanto extraño. Al llegar al umbral de la puerta de su casa, tocó el timbre y una mujer alta, con el pelo largo y negro, ojos grandes y marrones le abrió la puerta.
-Hola, bombón. –murmuró ella.
-Ho…hola. –Peter no pudo evitar tartamudear. Era linda, había que admitirlo. Pero incluso Lali tenía un poco de competencia allí. Aunque…pensándolo bien. La mujer tenía unos labios opuestos a los de Lali. Los de ella eran finos y filosos. Los de Lali eran gruesos, grandes.No estaba seguro qué pensar de los labios de… Paula se llamaba?
-Ay qué horror… te juro que trato se sonar segura pero no me sale… -se rio ella. –Te propongo que esta noche digamos solo la verdad, realmente no quiero perder el tiempo. –avisó con una determinación que daba miedo.
-Me parece bien…no tengo ganas de tener en cuenta tus sentimientos. Soy un desastre. –Dijo Peter con toda la franqueza de la que fue capaz. Inconscientemente, estaba tratando de boicotear la salida.
-Bueno… ya empezamos. –sonrió falsamente Paula.
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Una vez en el restaurante, la charla había sido bastante buena para una primera cita.
-Emm, sigo casado con la misma chica de la cual me enamoré, cortamos, volvimos, o algo así, y la dejé embarazada.
-Ah! –dijo Paula. –Agustín no dijo que tuvieras hijos. Francamente prefiero a mis posibles novios solteros, pero vos tenés una carga pesada…
-Sí, tiene tres años y la extraño demasiado… permiso, la voy a llamar ahora.
-A tu ex? –preguntó ella alzando las cejas.
-Técnicamente seguimos casados. –Contestó él. Cinco segundos después, estaba con el teléfono al oído.
-Hola! Hola, mi amor. Qué hacés?... Sí, ya sé que sos vos, Lali… Ah… ok. Está durmiendo?... Vos? Qué hacés? …Conociste a alguien? No? Me quedo tranquilo entonces. Chau.
-Agustín me dijo que estabas con mal de amores, pero esto…
-Sí, ya te lo dije, soy un desastre. No me puedo olvidar de ella. –dijo Peter con una sonrisa sarcástica. Definitivamente se estaba boicoteando.
-Ok, Peter… siendo completamente sincera… Yo no creo que vos estés dispuesto a olvidarte de… cómo se llama?
-Lali
-De Lali. –dijo asintiendo. –Yo, la verdad, me gustaría empezar algo con vos… no sé qué tenés pero me encanta.
-Es que no me quiero olvidar de ella! La sigo amando. Pero… a la vez, no funciona.
-Decime las palabras indicadas y ella se va de tu cabeza y de tu corazón para siempre. –murmuró Paula con el tono de voz felino, otra vez.
-No sé ni cuáles son las palabras indicadas.
-Las palabras indicadas son “besame”. –Ella se inclinó y juntó sus labios con los de él. No pudiendo evitarlo, le siguió el beso.
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Lo siguiente que Peter supo, era que se encontraba en una relación seria y comprometida. Paula venía todos los días a su casa, hablaban, comían, dormían juntos.
Paula ya tenía veintinueve años, ya era una exitosa abogada pero su gran deseo era ser madre. Todas sus amigas ya estaban casadas y/o con hijos. Amaba a los niños. Peter veía eso como una gran ventaja, porque Allegra pasaba la mitad de la semana con él. Pero… cada vez que ella sacaba el tema de los bebés él trataba de cambiar de tema.

Francamente, no quería ningún otro bebé que no fuera de Lali, no creyó conveniente decírselo, ya que no habían hablado de ella desde la noche en que la conoció.Y cada vez que Peter las llamaba a Londres, ponía una cara que claramente indicaba que estaba celosa.
Otra cosa a la que se tenía que enfrentar en breve era que Lali y Allegra se enteraran de su nueva relación. Lo último que quería era que su hija desaprobara la relación… porque, le hacía bien. No pensaba tanto en Lali como antes.
-Peter? Mi amor? –lo llamó Paula. –Vení, sentate. –indicó el sillón.
-Qué pasa?
-Estaba pensando en… que tal si me mudo acá? –Peter no pudo evitar hacer una mueca de rechazo.
-Paula salimos hace un mes. –dijo Peter, como si fuera lo más obvio del mundo.
-No, sí, ya sé, Peter… pero, no estaría bueno despertarse y vernos la cara y no sé, planear juntos nuestro futuro? –estaba tan ilusionada con la idea…
-Paula, nos conocemos hace un mes, gorda…
-Sí! Ya sé eso, pero… Peter, porque no hacemos algo sin pensarlo, llevo toda la vida haciendo todo meticulosamente, qué tiene mudarnos tan rápido? Quiero hacer algo por impulso por una vez en mi vida! –exclamó con una sonrisa.
-Justamente, yo vengo haciendo una vida de impulsos. Me casé a los veinte, seis años después ideé un plan que rayaba en lo loco y maléfico para enamorarla y terminé embarazándola. No me arrepiento de nada. Pero… prefiero hacer las cosas más calmadamente, con la mente fría.
-Te voy a ser sincera… Peter, tengo veintinueve, te conocí y me encantaste. Por qué no lanzarnos y simplemente ser felices? Yo quiero, más que nada, ser mamá.
-Pau… hace un mes que nos conocemos, no me podés pedir esto. Ni siquiera te conozco lo suficiente, creo que deberíamos esperar más, no sé, un año, dos.
-Un año o dos? –su ilusión se esfumó tan rápido como llegó.
Peter, luego hizo lo que siempre hace para callarla. –Hay tiempo, linda. No nos apresuremos. –Y la silenció de un beso.
Un juego de lenguas se estaba formando en sus bocas, cuando oyen un ruido en la cerradura. Inmersos en las bocas de cada uno, no se dieron cuenta de que la puerta principal se había abierto. Unos pasos corrían y entraban al living, donde los dos se estaban besando y gritaban a coro.
-Sorpresa!

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