-Ay, mi amor! Qué buen jefe sos! Pero, acá entre nosotras, Barbie… Es mucho mejor amante, una lástima que solo yo pueda corroborar eso, no? –dijo Lali con una sonrisa radiante. –Mi amor, besame, vamos a la cama? –dijo con una sonrisa.
Listo, Brenda no tenía nada más que decir. Lali la había dejado sin palabras. Peter estaba estupefacto también.
-Vamos! –dijo con una cara de feliz cumpleaños mientras Lali lo guiaba hasta su habitación.
Al llegar, Peter la agarró delicadamente y la empezó a besar lentamente, pausadamente, pero luego el beso se fue haciendo más pasional y Lali obligó a cada célula de su cuerpo a parar. No, no se podía permitir volver a caer. Ya habían sido dos veces. DOS. Sí caía tres era que era una pelotuda. No. No se lo iba a permitir.
-Basta, Peter. Yo… yo soy bastante fuerte pero…
-Estás fuerte, muy fuerte, mi amor, te partís, rajás la tierra. –dijo volviéndola a besar.
Lali se separó. –Vos me estás jodiendo? Me estás jodiendo? –repitió. –No me toqués! –dijo al ver que Peter la abrazaba. –Salí, Peter- dijo seria y determinada.
-Eh? –Pitt no entendía nada, le acababa de decir que rajaba la tierra y se ofendía? –Mi amor, qué decís –preguntó con una sonrisa socarrona.
-No me digas “mi amor”, no soy tu amor. –respondió ella determinada en negarse.
-Esto es algo de los cambios de humor del embarazo? –preguntó Peter muy, muy confundido. –Me perdí, Lali.
-No entendés nada! –gritó ella.
Él estaba confundido. –Lali, hablando se entiende la gente. –Lo último que quería hacer en ese momento era hablar, dicho sea de paso. –Me podés explicar, sin rodeos, por favor, qué pasa?
-Caí una vez. Caí una segunda vez –señaló la panza. –No me voy a arriesgar a caer una tercera vez. –Dijo seria. –Vos sabés que yo siempre voy delante, que no tengo miedo a arriesgarme… Pero te conozco demasiado… Y no confío en vos para nada, Peter. Yo te quiero. Es más, hasta te diría que te amo. Te amo! –dijo con lágrimas en los ojos. –Pero soy incapaz de confiar en vos. No… no entiendo por qué me tuviste que traicionar con María, por segunda vez, cuando estabamos a punto de volver, idiota!
-Estábamos a punto de volver? –dijo como si recién se enteraba –Íbamos a volver? –repitió estupefacto.
-Obvio… yo quería. Ahora… no. Yo sé que no tengo ningún derecho a pedírtelas, pero necesito explicaciones… -dijo llorando.
-No eran que no las querías.
-Una cosa en no quererlas, otra cosa muy diferente es necesitarlas. Necesito una explicación. –insistió ella.
-Yo… luego de lo de Gastón. Me sentí mal, traicionado, porque yo también me siento así! Y nada… no tuve tiempo de enojarme con vos, Lali! No tuve. –dijo él serio. –Y después apareció la nena, que ta, es inesperado, pero no puedo estar más contento, La. No puedo, estoy feliz, qué querés que te diga? –dijo acariciando el vientre.
-Al grano, Pitt –dijo con voz quebrada. No estaba enojado, le había dicho Pitt.
-Nada, La… yo… soy un ser humano, me equivoco… Tropiezo con las piedras.
-Sólo un ser humano como vos tropieza dos veces con la misma piedra. –dijo sarcástica. Ya había pasado lo peor… Si Lali hacía un chiste, ya había pasado lo peor…
-Y bueno… Nada, mi enojo fue canalizado por el lado de la lujuria.
-Patético.
-Y sí. Si me das otra chance… yo… yo sé que te puedo hacer feliz. Yo quiero hacerte feliz, La. Te quiero con todo mi ser. Te amo. –La beso de prepo y ella resistiéndose lo alejó.
-No. No entendés que me hace mal?
-No, te hace bien, nos hace bien, La. Dame una chance. La última. La tercera es la vencida, Mariana. Te amo.
-Peter. –dijo simplemente. –Cuando una persona como yo pierde la confianza, es para siempre. Lo mejor… y lo más sensato… Por dios, yo acabo de decir eso? –exclamó horrorizada ante lo que había dicho –Qué frase de adultos, Dios… -Peter se rió muy a su pesar. Era graciosa hasta cuando se quería poner seria. –Pitt, lo mejor, va a ser pretender que esto no sucedió. Vos… estás con el quilombo de tus viejos… de tu vieja… Y yo, no puedo esperar a irme de acá.
-Cuando nazca te juro que nos vamos, La. Te lo juro.
-Cuando nazca me voy yo, sí o sí. Peter, me da mucha lástima decir esto… pero no confío más en vos. No puedo. –dijo llorando. –Por más que quiera y me muero de ganas, creéme, no… Vos te tenés que buscar a alguien que te quiera como yo –Medio imposible pensó Lali. –Y yo a alguien que me quiera más que vos.
Peter estaba serio, furioso. –Nunca, vas a encontrar a ese alguien que te quiera más que yo. Si querés pretender que nunca tuvimos esta charla ni que nunca pasó, bien por vos. –dijo hablando molesto, enojado… frustrado.
-Peter… -Lali suspiró. –Por favor te lo pido. –dijo suplicante, tenía la cara roja por la lágrimas.
-Todo bien. Todo bien. –dijo con los nervios y el enfado a flor de piel. Quería romper algo. Ojala nunca la hubiera conocido.
-Peter abrazame –dijo llorando –abrazame, Pitt. –pidió ella mientras ponía las manos en la panza. Se obligó a dejar la furia y las ganas de romper algo para después. Automáticamente. Casi como un robot se sentó en la cama y la abrazó.
Él no hizo otra cosa que no fuera abrazarla durante la última media hora. La nena pateaba… Pateaba. Y el abrazaba a Lali. Solo la abrazaba.
-Lali, ya está, tenés que comer algo. No almorzaste hoy…
-No tengo hambre. –dijo acurrucada. –Tengo sueño. –dijo separándose de él. –Tengo mucho sueño, Pitt.
-No, dale, Lali, ahora comés algo, dale… Yo… yo voy a buscar a Pablo. Te parece? -dijo con una voz que no era propia de él. Parecía otra persona.
-Andá, pero no me traigas nada para comer, enserio… No… no podría tragar nada. –Era verdad, tenía un nudo en la garganta –Enserio.
-Lali… -dijo mientras se levantaba de la cama. –Cuando quieras comer algo andá a la cocina… voy a pedirles que te dejen algo listo… Vos, … no sé, dormí.
La dejó sola en la habitación. Se fue dando zancadas grandes y furiosas. –La puta madre! Por qué carajo la conocí? –gritaba cuando llegó afuera. Pateó la arena. Corrió como un loco por la orilla del mar. Gracias a Dios que estaba desierta la playa. Le había dicho lo que sentía y ella lo desechó así como si nada. Por más que dijo que lo amaba, lo había rechazado. Lloró y lloró… pero lo rechazó. Me rechazó. A mí. A Peter. No, era inconcebible, carajo.