cap 49

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-Perdón, por haber besado a Lali… Yo la amo, boludo, la amo y dejame decirte, que fue el mejor beso, así te digo… El mejor beso, tiene los labios muy grandes, la petisa es un fuego, la petisa, la petisa se parte y es un fuego porque sí.
-Te mato. Te mato. Te mato. Te mato.
-Y si vos estás con mi sobrina es porque la petisa está sola, no? La petisa debe ser un fuego en la cama, la petisa.
-Te aviso… -La respiración de Peter se empezó a entrecortar. –Llegás a ir ahí, te mato, te mato, Pablo. TE MATO.
-Voy a lo de la petisa. Chau, hermano. –dijo riéndose Pablito.
-Ah, yo te mato! TE MATO!
Peter no lo pensó dos veces, agarró a Allegra la metió en el auto y se fue directamente a lo de Lali.
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A las cuatro de la mañana llegó al departamento de Lali, con la nena en brazos, y atendió un tipo con una toalla rosada cubriendo sus partes privadas.
-Lalu! Acaba de llegar tu ex con la nena! –Gritó.
Peter, todavía sobresaltado, le dijo. –Podés bajar la voz? Esta la nena durmiendo!
-Lalu! Apurate que está muy enojado, gorda!
-Sabés que no me copa que estés en la casa de mi esposa a las cuatro de la mañana, flaco… No me deja tranquilo con la nena…
-Ay, pero si Allegrita me ama, y yo la amo a ella. Además, Lalu es tu ex, querido, no te confundás.
-Tu amigo gay me está faltando el respeto. –gritó Peter.
-Chicos, mejor me visto y me voy porque no tengo vela en este entierro, gordo…
El flaco se vistió a su tiempo y se fue por la puerta y Lali todavía no salía.
-Lali si no salís entro yo.
-Ya salgo, Peter. –Lali salió de su cuarto vestida para salir, una mini falda, un top muy sexy y estaba subida a unos tacones.
-Qué hacés vestida así? –preguntó Peter, más que enojado.
-Iba a salir. –respondió ella simple y llanamente.
-A salir? O sea, tenemos una hija, irresponsable, date cuenta! –dijo  Peter, con un tono desagradable de sarcasmo.
-O sea, tengo veintitrés años, boludo, date cuenta. –replicó en el mismo tono de él. –Me explicás que hacés acá, con mi hija durmiendo.
-Con nuestra hija. –dijo ofendido. –Al parecer, más mía que tuya, ya que al parecer no te importamos mucho.
-Vos me estás cargando que viniste a mi casa como a las tres de la mañana con nuestra hija en brazos a hacerme una escena de celos a mí? No tenés remedio, Peter.
Depositando a Allegra en el sofá, Peter suspiró. –Lali, vine acá porque me llamó el idiota de mi hermano que iba a venir para acá a…
-A qué? –preguntó Lali fuerte.
-Ya sabés a que. –respondió él.
-Peter tu hermano no me interesa. –respondió ella con sinceridad. –Lo quiero mucho, pero tiene serios problemas, además la próxima vez que salga con alguien te aseguro que no va a ser tu hermano por la simple razón que no quiero que mi suegra sea Mecha. O sea, vos fuiste un caso aparte, te amé mucho, pero ya por otra persona bancarme una suegra así… Nah.
Peter suspiró exageradamente y le dio un sonoro beso en la mejilla a Lali. –GRACIAS. Asegurate de decirle eso en la cara cuando llegue. Te re va, porque no tenés escrupulos y cosas así.
-Qué lindo que pienses eso de mí, Pitt! –contestó sarcástica.
Sonoros golpes en la puerta indicaban que Pablo había llegado. –Lali abrí! Lali, boluda, abrime porque me muero! Tengo que decirte algo, boluda!
-Nah, yo lo tengo que matar, evidentemente. –dijo Peter dejando caer los brazos a los costados de su cuerpo.
Lali, sin embargo, abrió la puerta bastante furiosa. –Tenés serios, serios problemas, querido.
-Hola. –dijo Pablo sonriendo.
Lali volteó y se dirigió a Peter. –Es alcohólico?
-No sé ni qué decirte. –Agarró a Pablo por los hombros, lo hizo entrar a la fuerza a la sala de estar de Lali y lo sentó en el sillón. –Soy un idiota, espero que lo sepás.
-Cómo? –respondió riéndose tontamente. –Eh… Lali, te quería decir que… vos y yo. –la señalaba. –Ya, pero ya nos vamos a tu cuarto, te tiro en la cama y te olvidás de todos.
-Ah, pero sos un boludo importante. –Lali agarró a Pablo por los hombros. –Estás obsesionado. Me das miedo. Terminala. –dijo firmemente.
-No estoy obsesionado. Te amo, Lali. Te amo, entendelo, mi hermano es un obstáculo.
-Esa debería ser mi frase. –murmuró Peter poniendo los ojos en blanco.
-Pablo, necesitás un psicólogo. –Volteó y miró a Peter. –Conseguile ya un psicólogo a tu hermano.
-No! –gritó Pablo. –Estoy harto de que me traten como un loco sólo porque te espíe unas pocas veces mientras te cambiabas! O porque te seguí cuando salías el otro día. –Peter frunció el ceño. –O…o porque te besé hace dos semanas.
-Qué? –Peter, literalmente, daba miedo.
En ese instante, Allegra se despertó y comenzó a llorar.
-Ah, yo los mato a los dos, se van de mi casa, ya mismo. –Lali agarró a la nena y la llevó a su cuarto, desapareciendo en el pasillo.
-Se termina acá, entendiste? Vos estás mal, estás obsesionado, no sé qué carajo te está pasando pero hasta acá llegué.
-No entendés, nadie lo entiendo, Peter.
-Sí, entiendo que estás loco! –gritó Peter.
-CALLATE! –Contestó Lali desde su habitación. –Y se van YA!
-Cómo llegaste acá?
-En taxi. –respondió como ido, su hermano.
-Te voy a llevar a tu casa. Vamos, Pablo.
-No… me quiero quedar, Peter… dejame quedarme.
-Te voy a dejar irte sin antes pegarte, eso debería ser suficiente. –dijo serio. Pero ya más calmado agregó. –Pablo, estás mal, ojalá lo entiendas y lo aceptes porque ése es el primer paso. Ya está, digamos que he… ocultado, si se quiere, esta dependencia al alcohol que has estado teniendo. Dependencia, por no decir adicción. Estás tocando fondo.
Pablo se cubrió el rostro con las manos. –No sé qué hacer. –murmuró con la voz quebrada. –Estoy perdido, lo único que estuve haciendo por los últimos años fue viajar, me distrajo de mis problemas… pero no los soluciona.
-Vamos, te quedás en mi casa hoy… andá bajando, yo voy a hablar un toque con Lali. Esperame abajo.
-Bueno… -su hermano salió del apartamento y Peter, cautelosamente y en silencio, entró al cuarto de Lali.
Allegra estaba dormida sobre la cama y ella estaba sentada en el suelo. Cuando vio a Peter acercarse se levantó y fue hacia él.
-Cómo estuvo? –preguntó, ya más calmada.
-Está mal, creo… creo que lo voy a internar. –Lali arqueó una ceja.
-Te parece? Peter, tu hermano puede ser muchas cosas, pero no creo que esté tan loco. Aunque si hablamos de tu familia hay un miembro que sí necesite internarse. –Ella abrió mucho los ojos, dando a entender un punto. –Por si no lo entendiste, hablo de tu madre.
Peter rió, a su pesar. –Nah, pero en serio, está mal, es alcohólico, Lali. Por no mencionar que se obsesionó con vos. Pienso que unos tres meses en rehabilitación no le vendrían mal.
Ella suspiró. –Peter, nos vamos.
-Adonde? –preguntó él, sin realmente haber comprendido lo que quería decir.
-A Londres. Me tengo que ir, Peter. Es por un mes, a visitar a mi hermano.
-Cómo? –la serenidad que parecía haber recobrado se le esfumó en un instante.
-Sí. –dijo ella. –Necesito alejarme un poco de todo esto. Me estoy adaptando a esta nueva vida… No me lo tomes a mal, me encanta, estoy enamorada de mi hija y vos sos un padrazo. Pero, Victorio no nos ve desde el año pasado y él es el que siempre viene. Además… creo que se casa. Y quiero estar ahí.
-No te podés ir un mes, Lali. –pidió suplicante. –Vos sabés que aunque no sean mis días, vengo igual a visitarlas, no es porque me siento obligado, La. Es porque realmente no puedo estar apartado de mi hija, paso un día sin verla y ya sabe una palabra nueva, o no sé, hace algo nuevo. Un mes es mucho.
-Es mucho pedir un mes realmente? Un mes, para ordenarme, ver a lo que me resta de la familia? Ya está decidido, nos vamos en una semana.
-En una semana? Por qué no pudiste consultarme esto antes, Lali?
-Porque sabía que esta iba a ser tu reacción. Por favor andate. Si querés llevá a la nena, la paso a visitar mañana.  –fueron las últimas palabras que escuchó de Lali en toda la noche, y le estuvieron dando vuelta en la cabeza mientras depositaba a Pablo en su casa y mientras subía las escaleras hasta su habitación con la nena en brazos.
Incluso de vuelta en su cama con Allegra, se sentía pésimo. Un mes, definitivamente, era demasiado.

"Un trato" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora