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- En estos momentos estoy donde antes era el orfanato. - Explicó Atsushi mientras acariciaba el cabello de Akutagawa.

Dazai estaba junto a Chuuya, pues ambos niños se estaban divirtiendo con un juego que Kunikida había creado con su habilidad, así tener más tiempo para hablar.

- Pero...

- Es el único lugar seguro. - Corto Ranpo antes de que alguien más comentará algo, pues la mayoría no sabía; solamente el presidente, Atsushi y Ranpo sabían que el director antes de fallecer le había dejado ese lugar al albino.

Que fuera por voluntad propia ya era mucho para el albino, cada quien tiene sus peleas internas y al parecer a Atsushi le ha tocado en esos momentos tan decisivos para todos.

- Por el momento necesitamos una solución para traer devuelta a los dos ejecutivos de la mafia y Dazai-kun. - comento para dar prioridad a ciertas partes que si deberán darle importancia.

Con esas palabras, la mayoría asintió con la cabeza.

Esto aunque se sienta calmado y que no hay un reloj en que marque la fecha límite, lo sienten así. Sólo es una calma antes de que venga la tormenta.

- Sobre ello... - Yosano con el rostro serio decidió hablar, pues como decía Ranpo, no tienen límite de tiempo, pero se siente así.

- ¿Paso algo en los exámenes? - pregunto Atsushi, pues no era tan ignorante a su entorno y claramente podía percibir que algo no andaba bien.

- Diría que si, y a la vez no... - respondió algo dudosa la de cabellos cortos, mientras en su bolsillo sacaba un pequeño bisturí.

El ver aquel herramienta filosa en la mano de la doctora, hizo sudar frío al Atsushi. Akutagawa se dio cuenta y sin siquiera darse cuenta, hizo aparecer su habilidad, así evitar que ella se acercara al mayor.

- No pasa nada. - acarició el cabello del azabache para transmitir su tranquilidad. Funcionó, ya que a los segundos Rashomon se había desvanecido.

Yosano aunque estaba sorprendida,  en ver la pequeña versión del perro de la mafia defender al de cabellos blanquecinos. Y que el contrario lo tuviera bien domado.

Esta vez, más alerta que antes pidio la muñeca del albino, quien solamente podía imaginar lo que pasaría, antes de estirar su mano, cargo al pequeño Akutagawa y puso su cabecita en su hombro. El pequeño azabache de puntas blancas no entendía lo que pasaba, pero acomodo mejor si cabeza en ese sitio, cerro un momento sus ojos para poder distinguir mejor el aroma del mayor.

Ya manteniendo entretenido al menor, alzó su mano para que la doctora hiciera lo que quisiera.

Ella al no ver negatividad, con el bisturí hizo una pequeña herida, solo la primera capa de la piel, al no ver salir nada la hizo enojar un poco, no quería hacerle unas heridas más profundas al albino. Quiso desistir al primer intento, pero al ver el rostro del menor la hizo cambiar de parecer, pués necesitan darle una explicación, al igual que una cura a los chicos.

Volvió a corta una vez más, por fin pudo ver cómo salía una pequeña fina de sangre, la cual se fue acumulando. Al momento en que una pequeña gota iba a caer al suelo, esta si hizo estilo polvo y se desvaneció en el aire.

Yosano al ver ese resultado, arrugó el rostro y quiso golpear algo en esos momentos. Agarró varias cosas de un botiquín para curar rápido lo que había hecho.

- ¿Que fue eso? - Kyouka se acercó para ver cómo reaccionaria el albino, al ver en su rostro solamente asombro decidió pasar su vista a la doctora.

¿Existe tal habilidad para eso?

Cuidando de EllosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora