Advertencia!: Odaxelagnia : Placer que se siente al morder, considerado y relacionado al sadismo y masoquismo.
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୧narrador omnisciente୨
Era peligroso, y ellos lo sabían.
Mantener en secreto a la segunda persona más importante del pueblo a un amante era complicado para cualquiera, pero no para aquel peli-naranja.
El cual, ahora se encontraba huyen de aquella oscura habitación, donde se encontraba un peli-negro acostado sin percatarse como su ahora esposo se hiba donde cierta pirámide, en la cual lo esperaba un híbrido de pato.
Distraído en su mundo, no se había percatado como aquel peli-naranja se adentraba a su hogar, llendo de manera sigilosa a donde el mismo se hallaba, asustandolo al sentir como le tocaba el hombro.
Después de dar aquel grito giro su rostro apuntó de dar un golpe, deteniéndose en el acto al ver que era su amante.
Ambos se miraron, dándose de una manera un beso salvaje siendo dominado por el mayor.
Este mismo sentándose en la cama, separando las piernas del azabaches gritando su entrepierna con la entrada de este.
Los besos siguieron bajando al cuello, donde empezó a dejar marcas notorias, dejando en algunos rastros de sangre ante la fuerza cargada en estas.
Sus manos bajaron a la cintura del más bajo, el cual solamente daba leves movimientos circulares entre el miembro aún cubierto por la ropa.
Enredaba sus brazos alrededor de su cuello, dando jadeos suaves en el oído del mayor, haciendo que el calor en sus cuerpos incremente. Los jadeos subieron de nivel al sentir como el peli- naranja baja su short, amasando de manera brusca su trasero, abriendo y metiendo dos dedos en su interior, haciendo movimento de tijeras generando gemidos.
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Su cuello se hallaba rojo ante las mordidas y chupetones que el mayor había dejado, este mismo se hallaba ya desnudo junto al zabache, el cual daba sonoros gemidos ante tal estimulación, sintiendo como sus pezones eran mordidos de una manera deliciosamente dolorosa, mientras su interior era usado de una manera brusca, siendo embestido de una manera rápida y fuerte, chocando aquel punto que lo volvía loco.
Arañaba la espalda del mayor, mientras este se excitaba a más no poder al escuchar los jadeos y gemidos del azabache, le encantaba como este se descontrolada al embestirlo de manera tan salvaje, y como de aquellos labios melocotón salían jadeos al morderlo y dejarlo marcado, razón por la que siempre utilizaba aquel suéter azul.
Siguieron así hasta poder suspirar al sentir como ambos llegaban a su orgasmo al mismo tiempo, cansados y limpiando sus cuerpos, el peli- naranja se fue, dejando solo y dormido al azabache.
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