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୧narrador omnisciente୨
Era navidad, ya era momento de ver los regalos.
A Karl le había llegado aquel peluche gigante que siempre había querido, a Sapnap un cuadro de los tres, y a Quackity un peculiar traje de sirvienta.
Negro con un delantal y detalles blancos, como los que salen al buscarlos en Google.
Miro a ambos mayores, les cuales veían al azabache con una sonrisa en su rostro, el menor río a lo bajo, llendo a la habitación ya sabiendo lo que querían ambos.
Cuando volvió a la sala, pudo apreciar los rostros rojos comió tomate y las bocas abiertas de ambos, al ver cómo aquel traje le quedaba, apegandose de manera perfecto a su cuerpo, haciendo notar sus curvas.
Ambos de acercaron, Sapnap estando detrás del menor.
El castaño besaba con amor al azabache, mientras el de banda besaba su cuello, esto generaba gemidos ahogados, mientras de manera lenta el peli-negro era llevado a la habitación.
Ahí sigue siendo besado y mordido, siento retirado de su ropa por ambos mayores. Este ya desnudo se separa del beso empezando a quitar la ropa al castaño con ayuda de este mismo, mientras tanto el de banda se quitaba su propia ropa.
Los tres ya se hallaban desnudos, Quackity siendo tomado de la cintura por el castaño el cual había empezado un nuevo beso, este siendo más apasionado y desesperado, Sapnap frotaba su miembro en el interior del menor sin llegar a entrar, mientras marcaba la espalda de este en cuidadosos besos, chupetones y mordidas.
De manera lenta empezó a meter la punta de su miembros, haciendo que el menor empezará a gemir de manera leve siendo estos ahogados por el beso de Karl. Podía sentir como su interior empezaba a ser llenado por el miembro del castaño el cual ya había empezado un lento y suave vaivén sacando y metiendo su miembro de manera consecutiva, al mismo tiempo el castaño de igual forma empezaba a meter su miembro, para más comodidad Sapnap había tomado una piernas de Quackity alzando esta, para tener equilibrio el menor tuvo que sujetarse del cuello del castaño gracias a sus brazos profundizando el beso. Las embestidas seguían lentas y cuidadosas queriendo que el azabache se acostumbre, este no podía controlar las lágrimas mientras sus ojos se hallaban entre cerrados, saliva salía de la comisura de sus labios sintiendo como la lengua del mayor pasaba por toda su cavidad bucal, jugando con su lengua misma.
Las embestidas habían cambiado de ritmo empezando a perforar el interior del azabache el cual al separarse por falta de aire llenaba la habitación de sus gemidos y jadeos junto al icónico sonido de las pieles chocando al tener sexo. Mantenía su lengua afuera sin parar de gemir ante tal satisfacción de ser llenado el doble de lo que su cuerpo podía soportar sintiendo como un pequeño bulto se formaba en la parte inferior de su estómago, haciendo ver cómo los penes de sus parejas llegaban mucho más de lo que deberían. Las embestidas siguieron hasta llenar el interior del menor el culo derrotado quedo dormido en los brazos del castaño.
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