Falsa esperanza

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Cerca de las afueras de la ciudad, existió una vez un distrito llenó de fábricas que no paraban de echar humo negro por sus chimeneas, a día de hoy están todas abandonadas, sin un resquicio de movimiento, así era en todas menos en una. Antes era de color azul o eso daba a entender la poca pintura que quedaba, ahora era naranja color del óxido, sin embargo aunque por fuera luciera abandonada, por dentro es todo lo contrario. El interior estaba dividido en varias zonas, pero sin duda la que más destacaba era la del medio, una camilla metálica y una luz blanquecina alumbrandola, parecía una sala de operaciones, pero estaba ahí en medio de la nada en un almacén abandonado, solo faltaba la sangre y ya teníamos una película de miedo, pero todo lo contrario, el lugar estaba limpio, hasta brillaba, tenía un par de mesitas móviles a los lados con varios utensilios sanitarios y un armario blanco de vitrinas detrás. Al lado izquierdo había un televisor colgado de uno de los pilares con un sofá desgastado de color marrón delante. En el derecho había una pequeña estancia de relajación con una mesita, un sofá de dos plazas y dos sillones, todos estaban desgastado y corroídos por el tiempo, pero aún cumplian su función, eso lo sabía mejor que nadie Midoriya, quién yacía dormido en el sofá grande, una mantita de color amarillo chillón le cubría. En uno de los sillones estaba Shigaraki, un hombre pelo azulado que vestía totalmente de negro, pero que portaba una bata blanca que hacía mucho contraste con sus ropas. Shigaraki no paraba de mirar a Midoriya mientras sonreía.

Shigaraki: Eres mi gallina de los huevos de oro, ¿lo sabías?

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Toga: Lo siento Shigaraki, ha vuelto a fracasar.
Shigaraki:  Otro fracaso más, ¡no avanzamos! cual es el puto problema ahora.
Toga: Tu eres el científico, ¿qué debemos hacer ahora?
Shigaraki: Tu vas a seguir monitorizando a los otros, mientras yo volveré a revisar las fórmulas.
Toga: Este es el último, ¿lo sabes verdad?
Shigaraki: Cállate y haz tu trabajo, ya me encargo yo de eso.

Himiko Toga, una chica rubia salió de la fábrica, estaba atardeciendo y Shigaraki empezó a revolver un montón de hojas llenas de fórmulas y dibujos esquemáticos de moléculas, pero no sacaba nada en claro y después de cuatro horas sin descanso se vió en la necesidad de salir a dar una vuelta, en parte para respirar aire y en otra para encontrar nuevos sujetos de pruebas. A esas horas muchos vagabundos se reunían para perder el tiempo. Sin embargo esa noche, no fue un vagabundo el que le llamó la atención. Un chico de cabellera verde andaba cabizbajo, no parecía que tuviese un rumbo fijado. Shigaraki se fijó en las pequeñas gotitas que caían al suelo, además su muñeca estaba extrañamente enrojecida. Todo esto llamó su atención y siguió observando un rato, pertenecía al instituto UA, que además era el más cercano del lugar. Su chaqueta se cayó mientras caminaba, pero ni se dió cuenta, Shigaraki aprovechó este despiste para acercarse a él.

Shigaraki: Eh tú, se te ha caído.

El chico se volteó a verle, estaba llorando, sus ojos estaban hinchados y rojos y sus mejillas totalmente humedecidas. Los ojos verdes miraron a Shigaraki por un segundo y luego se posaron en la chaqueta, la cogió y siguió caminando como si nada.

Shigaraki: Eh chico ¿qué te ocurre?
Midoriya:
Shigaraki:  Oh vamos al menos no seas un mocoso desagradecido.

Shigaraki había apoyado su mano en el hombro para detenerle. Midoriya volteo de nuevo pero en esta ocasión le fulminó con una mirada llena de rabia.

Shigaraki: Eres un chico un poco extraño, hace un momento tu cara daba pena y ¿ahora intentas darme miedo?
Midoriya: !Déjame en paz¡
Shigaraki: Oh vamos no muerdo.
Midoriya: ¿Quieres algo de mí? Porque si no es así preferiría seguir con mi camino.
Shigaraki: ¿Qué camino? ¿ibas a algún lado? No lo parecía.
Midoriya: ¡Déjame! ¿Qué problema tienes?
Midoriya rompió en lágrimas, mientras volvía a mirar al suelo para que no le viese llorar.
Shigaraki: “Muy interesante” Chico ven, necesitas calmarte.
Midoriya hizo un gesto brusco ante esas palabras.
Midoriya: ¿Ir? ¿A dónde? ¡N-no! P-por favor.
Shigaraki hizo una sonrisa más amplia mientras observaba los ojos sin vida de Midoriya.
Shigaraki: Ey chico, ¿de casualidad careces de quirk?
Midoriya volteo bruscamente a mirarle.
Midoriya: ¿C-como lo has sabido?
Shigaraki: Conozco a mucha gente sin particularidad y luces como ellos.
Midoriya: Genial encima estamos marcados,¡pero cuán inútil puedo llegar a ser!
Shigaraki: Estoy de acuerdo, sois unos inútiles.
Midoriya le miraba algo sorprendido.
Shigaraki: Pero no te preocupes, creo que te puedo ayudar. No te has preguntado el porque conozco a tantos como tu.
Midoriya: Pensaba que era solo un decir.
Shigaraki: Pues para tu fortuna no. Mucha gente viene a mi para obtener una particularidad. ¿Si quieres te puedo ayudar? Cerca de aquí tengo mi laboratorio.
Midoriya: ¿E-eso se puede? Pensaba que no.
Shigaraki: No se podía hasta hace poco, se ha descubierto una particularidad capaz de dar individualidades y estamos en las fases finales de desarrollar una “vacuna” para las personas que como tú nacen sin particularidad. Si quieres más información, ven a mi laboratorio, está aquí cerca.
Midoriya: B-bueno, pero no he dicho que acepte.
Shigaraki: Claro no te preocupes, yo no te voy a obligar a hacer nada, solo te explicaré como funciona y tu decides. “Pobre iluso”
Ambos se pusieron rumbo hacía el  laboratorio de Shigaraki, mientras caminaban Midoriya se secó las lágrimas y se puso la chaqueta, comenzaba a refrescar.

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