Fin

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Tres semanas después le dieron el alta a Midoriya, durante este tiempo su madre intentó hablar con su hijo sobre lo que le ocurría, sin embargo el chico no contestaba y el mayor tiempo intentaba ignorar a su madre cuando sacaba el tema.
Eran las ocho de la mañana y el despertador de Izuku sonó avisándole de que era hora de ir a clase, pero el peli verde no deseaba para nada levantarse, esas tres semanas en el hospital habían sido las mejores del mundo, sin abusones, ni habladurías, ¡sin miedo!. Tener que salir de esa burbuja de tranquilidad y felicidad se le hacía muy pesado. Su madre entró a su habitación para correr las cortinas y hacer que la luz mañanera entrara en el cuarto desvelando definitivamente al muchacho quien comenzó a frotarse los ojos. Poco a poco estaba comenzando a llegar la primavera y eso se notaba en la subida de temperaturas, Izuku Midoriya decidió ponerse una camiseta y unos jeans para ir a clase, aun llevaba puestas las vendas, otra razón más para no usar manga larga. No oculto sus vendas, pero no es que quisiera hacerlo para él representaban su tan deseado final.
A las ocho y media sonó la campana que indicaba que las puertas del instituto se cerraban y no iban a dejar pasar a nadie más, para nuestro chico esa campana daba igual porque nunca en su vida había llegado tarde a clase y ese día menos, querría ver la reacción de la gente ante sus vendas y que chismes se inventarían para darle explicación, por su parte si preguntaban con solo quitarse las vendas y mostrar sus asquerosas heridas seria más que suficiente. Por supuesto las miradas no se hicieron esperar y nada más entrar el chico por la puerta todos le seguían con la mirada incluso sus abusones, los cuales le observaban desde un rincón hablando sobre que harían con él. Ya en clase tanto Todoroki como Bakugou le observaban sin pestañear. Al entrar el profesor antes de dar inicio a la clase anunció a esta la reincorporación de su compañero y así quedaba al conocimiento de todo el mundo que Izuku Midoriya, la escoria del instituto, el juguete sexual de media escuela estaba de vuelta.
A la hora del receso como siempre Midoriya estaba solo, ni si quiera Todoroki estaba con él, pero no le podía importar menos. Mientras comía escribía en su cuaderno, cualquiera diría que estaba recuperando el tiempo perdido, pero ni eso le importaba ya. En ese cuaderno de manera minuciosa y ordenada al más puro estilo de Izuku Midoriya escribía "Maneras de suicidarme".

Por su parte Todoroki, estaba en el aula de clase no quería ir a ver a su amado sin una solución a sus problemas y eso es lo que durante estas tres semanas estaba buscando sin descanso. Investigó a los chicos que le estaban abusando, eran alumnos de cuarto, todos con buenas familias y dinero, no parecía que tuviesen alguna debilidad, además eran personas bastante seguras de sí mismas, deportistas y en general con buena salud. En los cuatro destacaba el hecho de que en la escuela se metían mucho en problemas, llegando a iniciar pequeñas peleas o incluso guerras entre clases. "Se han ido a juntar cuatro demonios" pensó el chico. Estaba desesperado había buscado toda esa información para ver si encontraba alguna debilidad la cual usar para que dejaran a Izuku, pero eran perfectos nada manchaba su historial. "Y ahora que..." pensaba, se le habían agotado las ideas, ese era su último recurso y no había encontrado nada, que iba a hacer ahora, Midoriya había vuelto a las clases y toda la historia se repetiría, el chico sufriría y sufriría hasta el final de sus días que según su condición mental se preveía dentro de poco. La campana del final del recreo sonó sacándole de sus pensamientos, la jornada debía continuar.
El final del día transcurrió sin problemas, hoy no citaron al peli verde en el baño y pudo irse a su casa sin problemas, algo que le extrañó pero no le dio más importancia ya que estaba ocupado eligiendo cual sería el mejor plan para su final. Tenía una cosa clara y es que hiciese lo que hiciese debería ser en el colegio, ya que en su casa había altas probabilidades de que le parasen mientras que en la escuela tenía una preciosa media hora para hacer lo que desease con un muy bajo porcentaje de ser descubierto. Después de un gran debate analizando todas las opciones de su cuaderno eligió el clásico "soga al cuello". No le hacía mucha gracia eso de ser asfixiado pero moría de ganas de ver las caras que pondrían todos al ver su cuerpo colgado en medio del salón de clase. Lo único que necesitaba era una buena cuerda, en casa tenían una pero era vieja y no quería usarla por temor a que se rompiera a mitad de los sucesos y quedar como un idiota para la clase. Pensando, más bien murmurado cayó en la cuenta de que en la escuela había una que sabía que resistiría cualquier cosa, "la de gimnasia". Habiendo asegurado todos los materiales necesarios se paso el resto del día aprendiendo a hacer nudos querría tenerlo todo listo para mañana.
A la mañana siguiente todo aconteció con normalidad, sin embargo dentro del pequeño cuerpo del chico de ojos verde la excitación se hacía presente no podía esperar a que llegase el recreo, pero también había miedo, inseguridad, locura y ganas de gritar. Midoriya odiaba ese estado pues no se entendía a si mismo pero no se preocupaba estaba tranquilo, sabía que todo eso se iría en aproximadamente cuatro horas.

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