𝚌𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 8: 𝚢𝚘𝚞 𝚌𝚊𝚗'𝚝 𝚝𝚘𝚞𝚌𝚑 𝚖𝚎 𝚏𝚘𝚛 𝚕𝚘𝚗𝚐

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Para Jeongyeon, Nayeon era frustrante, pero una presa fácil si se trataba de ella.

Aunque era la primera vez que daba su brazo a torcer, no se arrepentía de aquello, podría sacar buen provecho de la chica antes de irse para siempre.

Se encontraba admirando cada una de sus facciones, mientras veía las notables mejillas rojas de la contraria.

Desde que la conoce, siempre ha sentido curiosidad por la mujer, no cualquiera de atrevería a besarla así sin más.

— creo que debería ir a casa de mi madre. — trató de soltar el bardo de Jeongyeon que se encontraba en su cintura.

— No, esta noche quiero hacer algo, algo que llevo esperando desde que te conocí, es la primera vez que me siento de esta forma. — dijo, guiándola al sofá que se encontraba cerca de la pequeña mesa dónde su copa de vino se había quedado.

Avanzó sin soltarla ni un poco, llegando hasta ahí, y sentandola, viendo su mirada ahora obscura mirarle.

— ¿Que se supone que planeas Yoo? Crees que soy una presa fácil ¿No? — tomó su brazo, jalandola al sofá. — pero adivina que Yoo. — se acercó peligrosamente a sus labios. — la presa aquí eres tu... — susurró Nayeon antes de besarla, era diferente, está vez estaba siendo brusca, como si estuviera llena de coraje.

Eso había hecho que el abdomen de Yoo Jeongyeon explotará internamente, mientras se sentía ansiosa y de la misma forma que se sintió cuando descubrió a aquella chica.

Nayeon poso sus piernas al rededor de Jeongyeon, mientras está agarraba su cintura. Esto terminaría muy mal si no lo controlaban a tiempo, estaban poniendo mucho en juego y pronto iban a quemarse de la peor forma.

Nayeon se separó, mientras admiraba el reluciente cuello de la contraria, se veía demasiado suave y liso como para no pintarlo.

— ¡mierda Nayeon! ¿Q-que haces? — preguntó, estaba a punto de volverse loca.

— ¿Que hago? — fingió no saber a qué se refería. — No lo sé... Yo no he hecho nada. — sonrió.

Jeongyeon estaba embobada con la manera tan atractiva que se veía Nayeon en esos momentos, hasta que la vió reír un poco, para después sentir como tomaba su cuello y empezaba a dar pequeños mordiscos a su blanco cuello.

— Es bonito, se ve mucho mejor así. — dijo, admirando la infinidad de pequeñas mordidas repartidas.

— Estás demente im.

— En realidad... Tú dijiste que querías un poco más de mí, entonces estoy cumpliendo tus perversos sueños, ¿Ya no es divertido Yoo? — preguntó, haciendo un poco más de presión en sus piernas.

Jeongyeon podía sentir su calor aumentar cada vez más, y Nayeon no ayudaba en esa posición, más la forma en la que miraba su cuello.

Nayeon posó sus delgadas manos en su cuello, mientras Jeongyeon apretaba un poco más su cintura, tratando de aliviar las sensaciones asfixiantes que estaba sintiendo.

— Así una que Yoo. — dijo, acercándose de nuevo a su cuello, besando cortamente.

— ¿Ah? — se limitó a decir.

— qué lo he pensado mejor y no, no lo haré, ¿sabes porqué? — se quitó de la posición en la que estaban, dándole la espalda. — porque yo... Estoy apunto de casarme y hay una regla familiar que no puedo romper, permanecer virgen hasta el matrimonio.

Sonrió, tratando de tomar sus cosas. Iría a casa de su madre, ese era el plan inicial.

— Maldita sea Im, no puedes dejar esto aquí. — contestó, tratando de no sonar desesperada.

𝗕 𝗟 𝗨 𝗘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora