CAPITULO XIX

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Dante.

Credo es intimidante cuando se lo propone, no hizo esfuerzo alguno respecto a sus palabras directas. Le sale tan natural esa seriedad.

Quizás ahora comprenda más el comportamiento que Nero tiene respecto a él. Supongo que todos buscan su aprobación.

En realidad, Nero ha gritado y en ese lapso lo he mirado tratando de no reír, incluso de no mostrar mi sonrisa. Una que me nació al notar que su preocupación suele estar acompañada de reacciones físicas que inconscientemente comete.

—"Se sonroja y entreabre los labios como si quisiera sacar el aire de sus pulmones, tuerce la cabeza hacia la izquierda y sus pupilas se dilatan. Hace un movimiento como si estuviera tosiendo, ya lo he visto antes y sé que le sucede" —Credo colocó sus manos en la cintura en posición de autoridad, tragué saliva y caminé de un lado a otro fingiendo que no sabía que pasaba— Últimamente, lo estoy notando en ti —suspiró— No acostumbro a fijarme en las personas, mi trato es parcial con cualquiera. Pero tú y Nero son la excepción, claramente una muy seria que no puedo dejar pasar por alto.

Ya lo veía venir aunque me sorprende que se haya fijado en mi precisamente para confirmarlo y si que ha dado en el clavo porque en verdad, Credo parecía demasiado atento a mi interacción con Nero. Sentí su mirada en mi.

Incluso en el desayuno me ha tenido en la mirada como si quisiera saber por qué salí de la habitación de Nero y solo atiné a decir que le di un vistazo al mocoso para saber si había despertado, aunque también lo hacía para cerciorarse si alguien como yo podría comer un plato de lo que su hermana Kyrie me servía o si miraba con malos ojos su casa. Pero no lo hice y si que comí todo lo que me dieron.

—Todo sea por estar con Nero —me dije mentalmente mientras comía de las verduras sin tocino que me tocó.

Me pregunté en esos minutos que fue lo que pasó realmente con Nero y él, en cuanto tuvimos nuestro encuentro en su habitación ayer. He sido un bobo por solo esconderme en los arbustos hasta que Trish me encontró impaciente. Nero no me ha dicho nada sobre ello tampoco y no pregunté, hay mucho que no he preguntado porque se me olvidó o bien por que no quería estresarme con nada, pero aquí estamos ahora: Nero está teniendo sus mini infartos y yo estoy procesando el hecho que hay alguien fuera de mi círculo que sabe que mi debilidad es él y que, sin mentir, Nero podría pedirme asesinar a alguien y lo haría sin dudarlo.

Lo que Credo me dijo después fue algo que ni el propio Nero esperaría, estoy tratando de tragarme aquello sin saber que luego me dará una buena sacudida estomacal.

—¿¡Y qué demonios le dijiste!? —pregunta tratando de apoyarse en la pared con la mano izquierda, su brazo demoníaco emite una luz violeta intensa, tanto que estoy seguro que no se ha dado cuenta que llama la atención. 

—Nada.

—Tú eres incapaz de callar con algo como eso.

—A veces me callo, a veces no.

—Necesito respirar.

—Tómate tu tiempo.

Está revoloteando su cabello de forma pasiva y a veces, a una velocidad brusca que considero detenerlo, aunque me gusta esta faceta suya. Nero está tan nervioso que me resulta encantador, hace que sienta deseos de ser yo quien haga eso con su cabello.

Si tan solo supieras lo que pienso hacerte, Nero, no querrías estar ahora haciendo ese movimiento enfrente de mi.

—No puede ser.

—Nero, no es para tanto —sonrío, en realidad se me escapó la sonrisa— Él va a apo— Nero me cierra la boca de golpe con su mano y me empuja al callejón cerca, yo dejo que lo haga. En realidad, no entiendo porque lo hace.

—Vienen personas —susurra— recuerda que algunos creen que tú mataste a su eminencia en la iglesia. Es mejor que no te vean.

Yo asiento y él me suelta.

—Cambias de humor tan rápido que me asustas —suspiro— Acaso quieres que me que dé un infarto.

—Ni lo pienses.

—¡Yo no dije nada!

—Baja la voz.

—Oblígame.

Los ojos de Nero me miran con enojo pero en realidad le es posible odiarme, su mirada cambia al instante cuando me inclino y tocó su nariz con la mía.

—N-no c-cre-eo q-que debas ha-hacer e-eso.

—Cariño, estas tartamudeando.

Oh diablos, está tan sonrojado que he perdido la compostura. Y peor aún no me ha retirado y no pienso desaprovechar esta oportunidad.

—He deseado besarte en frente de tus hermanos y me negué a cumplirlo para que no te metieras en problemas.

Él respira agitadamente.

—Tenía tantos deseos de decirles que eres mío, que te tendré para mí a partir de ahora. Quitarles tu compañía se siente tan bien que no sé si soy egoísta por desearlo tanto y que lo sepan.

Nero trata de decirme algo pero no lo dejo y hablo.

—No sé que me estás haciendo, pero joder que quiero hacerte mío cuando estás así —beso su nariz— déjame besarte, Nero, déjame hacerte todo lo que no pude en la noche.

—¿Qué tú qué?

—Hasta haciéndote el sordo me tientas.

Sus mejillas encendidas son de lo mejor, Nero está tan nervioso que he descubierto algo nuevo.

Y claro que me voy a divertir un buen rato con este dato.

—¡Auch!

¿Pero qué?

—¡Voy a golpearte por ser un idiota!

Nero me ha dado un tremendo codazo y sí que me ha dolido.

—Te lo mereces —dice alzando las cejas y yo maldigo por lo bajo.

—Me voy a vengar por esto.

—En lo que piensas hacerlo, mejor vámonos de una vez de aquí, queda poco para el mediodía y me tengo pensado regresar a casa. Olvidé algo importante.

—Pero no es razón para que me golpees.

—Desde cuando te quejas tanto.

—Contigo tengo que quejarme porque nadie más va a escucharme, nene.

Él suspira.

—Tienes algo en la cara.

—¿Qué cosa?

Se inclina y acaricia mi cabello, yo lo miro anonadado. Pero ¿qué...?

—Almenos ahora, inclinado cómo estás acariciando tus costillas, puedo hacer esto.

Y yo también suspiro.

—Dante, en realidad me gustas mucho, pero quiero ir lento a partir de ahora.

—Me gusta lo lento.

Él sonríe y yo también.

—Bieeeeeennn —me enderezo al fin y Nero se coloca a un lado mío — Vamos a acabar con este trabajito gratis y regresamos a casa, ¿Te parece?

Él asiente.

—Y no olvides lo que ibas a contarme después de que lo terminemos.

—Verdad, hasta entonces tendrás que esperar.

Y caminamos, al menos la casa que tanto Nero no quiere volver a pisar está al frente, con un aspecto que me recuerda a mi antiguo hogar. Posiblemente, el fuego lo vayan causado los demonios porque este lugar está cayéndose en cenizas si tocas las paredes que aún quedan.

¿Por qué Kyrie insistía en que trajera a Nero aquí?

DÉJAME APAGAR TU FUEGO | DANERO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora