CAPITULO XI

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Dante.

—¿Trish acaso se trata una maldita broma?

—¡Claro que no! Y bájame la voz. Te estoy diciendo lo que sé. Angus, el científico, es quien encontró a Yamato hace unos años. Ves que mi teoría sobre Nero es verdad.

—Es una broma. Eso es.

—Ya lo sabías, Dante. Sabías que esto pasaría, ahora no hay duda. ¿Podrías por lo menos no hacer un maldito drama?

—¿Y cómo quieres que me ponga? No ves que esto arruina por completo todo lo que he hecho.

—Solo tu relación con Nero.

—¡Trish!

—Escucha, Dante. —me apunta con el dedo con reprehensión— Tú sabías que estoy pasaría. Sabías que Nero se enteraría algún día. No es algo que puedas borrar o que puedas dejarlo pasar. Sé lo mucho que quieres a Nero. Sé que esto es la razón por la que te alejaste de él, pero también sé que Nero no te odiará. Puedes decirle antes que alguien más lo haga. ¿Podrías hacerlo?

—No puedo.

—¡Claro que sí puedes! —ha colocado sus manos en mis hombros— ¿Quieres a Nero no es así?

—¡Lo amo!

—Pues... ¡diablos, eso no me lo esperaba! —ha tratado de no lucir sorprendida— Bueno, ¡entonces demuéstrale que merece toda tu ternuraaaaa!

—¡Lo haré!

—¡Eso, burro, tú puedes!

—¿Era necesario el insulto?

—Sumamente necesario.

—Vamos por Credo —suspiro empezando a caminar—, luego le contaré todo a Nero.

—¿Necesitaras ayuda?

—Lo asumiré. Además, me has dicho que si lo arruino con Nero me vas a asesinar.

—Me da gusto que recuerdes eso.

—Era una de tus condiciones para venir a Fortuna.

—Bien. Bien.

Empiezo a seguirle el paso, al poco tiempo otra puerta del infierno está siendo cerrado por mi mano.

—¡Punto para Dante! —le digo a Trish.

—Tienes suerte. La siguiente será mía.

—Pues vamos. Quiero saber quién de los dos es más rápido asesinando a nuestros queridos visitantes demoniacos.

—Vas a perder.

—Ya lo veremos.

Me he colocado en pose de carrera y miro a Trish sobre el hombro. Ella hace lo mismo, se inclina hacia adelante preparada para acabar con esto sin ser infantil.

—3...2...1.

La pierdo de vista y ella a mí. Y en varios segundos consigo asesinar más demonios de los que he hecho antes en estas condiciones climáticas.

—¡Tardaste! —me dice cuando levanto la mirada hacia las rocas del bosque. —Hay una puerta del infierno al fondo, subiendo estas escaleras metálicas, debe tratarse de Echidna. Por lo que sé, le encanta la vegetación.

—¿Toda tuya o toda mía?

—Toda tuya. —se observa las uñas antes de dejar pasar —No peleo con mujeres más débiles que yo.

He tratado de no ahogar mi carcajada y cuando he estallado, en mi dirección han aparecido algunos capullos muy peculiares que pateo como balón de fútbol. Y no se equivoca, es Echidna. Las escamas de su cuerpo me resultan interesantes. La forma de dragón y esa peculiar forma de desprenderse y mostrase me resulta chispeante.

DÉJAME APAGAR TU FUEGO | DANERO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora