Dante.
Ahora entiendo cuando dicen que las emociones no expresadas nunca mueren, que son enterradas vivas y más tarde salen a la luz de formas peores.Y Trish tiene razón sobre lo que siento. Es mi gusto culposo, como cuando cantas la intro de la Champions League y ni siquiera te gusta el fútbol.
Es imposible olvidar y luego mirarlo a los ojos para saber que Nero está en todas partes y eso me hace odiarme, lo odio también.
—Si estuvieras satisfecho conmigo, no habría segunda opción. —solté. No quería decirlo, pero lo dije. Aun cuando yo era el tipo con el problema.
—¡Como te atreves a decirme eso!
—Olvidé decírtelo hace dos años.
—¡Eres un idiota!
—Soy directo. Sé perfectamente que la querías y dudabas tanto sobre mí. Así que ahora no te parece sensato que te diga lo que pienso ¿verdad? O es que no te das cuenta.
—¿Disculpa?
—Al menos yo pienso con la cabeza de arriba no con la de abajo.
Eso es suficiente para que me ataque. Consigue derribarme y reparte todos los puños que se aguantó desde que me vio llegar. No me defiendo, dejo que me golpee y aun así no se detiene. Sus puños me hacer ver que se le descarga el alma entera y eso me gusta. Quiero que me golpee por no haberlo buscado, por no haber luchado.
Nero, si supieras que amarte cómo te amo es complicado, pensar cómo te pienso es un pecado, mirar cómo te miro está prohibido, tocarte como quiero es un delito.
Aun encima de mí, continúa golpeando y algo percibo algo extraño en su brazo derecho, quiero separarme para saber de qué se trata, pero él presiona más su empuje déjame sin aliento y continuando con sus golpes. Maldición, Nero, no deberías abalanzarte encima de mí por tanto tiempo o mi cuerpo va a reaccionar. Trato de sostener sus manos, pero él consigue apartarlas de un manotazo y me desconcierta.
—Nero, ya para. —pido con tanta serenidad y eso lo fastidia.
—¡Cállat— cierra la boca al instante. Lo ha notado. —¿Acaso tú...?
Sin terminar de hablar, se quita al instante y ya está de pie sosteniendo su arma en mi dirección.
—No me culpes. —digo reincorporándome— Te has abalanzado encima de mí por un buen rato.
Hace una mueca de disgusto.
No puedes pedirme que me controle, Nero, no si estas encima de mi golpeándome de esa manera.
—Deberías ir por tu espada. —suelto tratando de calmar a mi amiguito— Te espero aquí.
Quiere responder, pero no lo hace, retoma su camino. Está rojo debido al calor, tiene ese rubor característico en sus mejillas y me arrepiento de retirar la mirada, porque sé que lo estoy mirando pensando en las miles de formas de besarlo cómo no debería.
—¡Nero, por favor, vete por la sombrita. No te vaya a pegar el sol porque te me derrites, bombón!
—¡Vete a la mierda!
—¡Auch! —me quejo. Oh Nero, en algún momento te haré tragar tus insultos, solo espero que todo quepa en esa boquita tuya.
Sale de mi rango de visión. Trato de no suspirar y relajarme. Luego de unos minutos regresa, no me mira y continúa el recorrido pasándome, por un lado. Lo sigo en silencio, fingiendo que está bien que me trate así.
—Oye, sí sabes que soy nuevo en Ciudad Fortuna ¿no? —le sonrío— ¿Me dices como llegar a tu corazón?
—Imbécil.
—¡Por Sparda! —resoplo en burla— ¡Pero que calor que hace! ¿Cómo aguantas con toda esa ropa de tu secta encima?
Se gira con brusquedad. Ahora si considero que debí quedarme callado.
—¿Quieres pelear? —sus ojos son tan fríos y me recuerda a alguien en particular y eso no me irrita— ¡Déjate de estupideces!
—Era una broma. —contesto con seriedad. Ya no le veo el caso a molestarlo cuando se pone de esa forma.
Continúa caminando y lo sigo, no a la par, pero si detrás y me encanta la vista que me da.
—¿A dónde nos dirigimos? —pregunto cruzando el pequeño muelle cerca de los barrios bajos de la cuidad.
—A casa. —dice sin mirarme— Debo cambiarme este estúpido uniforme.
«Se te ve bien» pienso, pero no se lo digo.
—Y también debo verificar que Kyrie se encuentre bien. —agrega. Esta vez, me da una mirada de reojo y no retiro la mía. Sí Nero, sé que me quejé de tu querida hermanita como si fuera un idiota y ahora no estoy muy seguro de tus intenciones. Quizás, no debí decirlo tan pronto.
No digo nada, y continuamos el paso rodeando completamente la plaza e ingresando a un callejón completamente vacío hasta que se detiene unos segundos y se gira completamente, encarándome y me planto en seco.
—¿Podrías comportarte con ella? —pregunta con voz tan apacible que consigue confundirme. —Ella no merece un mal trato. Realmente ni siquiera merece que yo le dirija la palabra.
—¿Por qué?
—¿Realmente quieres saberlo?
Oh, sí, Nero, claro que quiero saber. Solo necesito saberlo para desear esto que deseo contigo o detenerme para siempre.
—No, Dante. —pide tratando de sepáraeparseme cuando me acerco a él.
—¿Nero?
—Tú me hiciste odiar tu ciudad y mi ciudad. Y ya ni siquiera me importaba hablar ni una mierda de ti con Trish, pero te apareces y pretendes cambiarlo todo a como estaba antes y eso me fastidia. —se limpia la boca como las palabras salieran amargas—. Nunca dije nada malo de ti porque tú me hiciste quererte y me negaste a mantenerlo, incluso me di cuenta que tenía una oportunidad con Kyrie, que era correspondido y eso me rompió. —cierra los ojos— Me rompió porque renuncié a aquello para escogerte a ti y tú me dejaste. Me hiciste jodidamente triste. Así que no pierdas el tiempo que no tengo para volver al mismo cuento.
— Yo arruiné todo lo bueno entre nosotros. —confieso.
Sí que lo hice, Nero. Pero si te dijera la verdad, ese pequeño detalle, todo cambiaría entre nosotros. Ya no seríamos algo que podría ser, solo algo que nunca debería pasar. Y no podrías perdonarme ni quererme, eso no tiene perdón y por mucho que lo niegue y no lo acepte hasta ahora, sé que será mucho más duro para ti saberlo y procesarlo. No quiero que pases esta etapa juvenil que recién inicia para ti en alguien como yo. Fingiendo que está bien que estemos juntos incluso cuando está prohibido. Lo prohibido atrae y fascina, y yo caí redondo en el asunto contigo. No me arrepiento, Nero, no podría porque me gusta la idea de hacerlo contigo. De esa forma, con tus labios, con tu rostro mirándome fijamente que mi demonio interior pierde la cordura.
—¿Y sabes qué fue lo peor? —sus ojos rojos me dan un indicio que va a soltar lágrimas y eso me sienta fatal—. Que todos esos momentos que pasé contigo, en el viaje, en la ciudad, solo los mandaste al carajo. Solo déjame de herirme, Dante.
—Nero, yo no—
—¡No, cállate! —se restriega los ojos— No te confundas, Dante, lo único que tenías de especial era mi forma de verte.
Me enojo con sus palabras, me decepciona y arremeto de golpe sin importarme más.
—Y eso te enloquecía, Nero.
Su mirada, esa misma que desea asesinarme, ha cambiado y me gusta. Si voy a hacer esto, Nero, lo haré contigo y ya no importa si me hundo en el infierno para siempre, voy a esta feliz de haber vivido esta falta contigo hasta morir.
ESTÁS LEYENDO
DÉJAME APAGAR TU FUEGO | DANERO 2
FanficLibro 2 • Boys Love | Ese fuego tuyo que me hizo quererte, lo convertiré en cenizas. Continuación de la historia "DÉJAME TOCAR TU FUEGO". Sigue la historia de Nero, un joven que ahora es capaz de cumplir su rol como miembro de la Orden y Dante, quie...