CAPITULO XVI

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Nero.

Siento un nudo en mi garganta. Es la frustración de querer decirle que me lastimó y de tan solo pensarlo, algo surge para impedirme hablar. Lloré y lloré en ese entonces, ya lo dejé pasar, así que ahora quería que esto que está pasando con él fuera distinto.

Me pienso creer eso.

—Trish y Lady son tan amables conmigo —suelto con voz cansada. Tengo que decirlo. Quiero olvidar su disculpa para olvidar lo que estoy creándome en la cabeza y no llene mis pensamientos. Al menos así, Dante se puede quedar a mi lado, mirándome, pensando que puedo manejarlo.

—Así son ellas.

—Nadie a excepción de mis hermanos lo eran conmigo. En la Orden, todos creían que había algo malo en mí.

—Siempre hay personas así, Nero, siempre las hay.

—¿Dante?

—Dime.

—¿Tú me amas?

—Ya te lo había dicho.

—Hablo de sinceridad —sus ojos están enfocados en mis labios— ¿de verdad lo sientes?

No quiero que me bese, quiero saber si esto es verdad, si lo siente en verdad.

—¿Crees que no lo siento?

Muevo la cabeza en afirmación y él frunce el ceño.

—Cuando te miro de cerca, así de cerca —toca mi rostro para acariciar mi mejilla— Sé que eres el Nero que conocí, perdido, el que se embriago y gritó en la ducha por asustarse. El que no creyó que era de verdad y me llamó viejo. El Nero que tenía una chispa de ilusión por recorrer ese bosque y acampar cerca del lago. Cuando admitiste no saber nadar y te sonrojabas haciendo que este pálido rostro que toco se vea perfecto.

Por alguna razón, esa extraña presión crece en mi pecho, no quiero retirar la mirada y sé que, si la mantengo en él, podría hacer que me broten las lágrimas.

—Quizás soy un desastre con la limpieza, quizás no me interese en lo más mínimo ser mejor para ti y te enojes por arrastrarte conmigo. Pero Nero, no metí cuando te dije que te amo. No quiero que me odies otra vez, no quiero verte y sentir que luego de haberte roto solo escapé y te dejé solo —me echa una mirada tan cerca— Nero, lo hice porque no sabía qué hacer.

—Dante.

—Nero, no te lo merecías —besa mi frente y aunque no quiera soltar un quejido lo hago—. No mereces que te haga esto y soy tan egoísta que quiero que me sigas, incluso si todo esto no está bien.

—Y te voy a seguir.

—Sé que lo vas a hacer y me asusta.

Levanto la cara y busco sus ojos.

Dante, ¿acaso tú...

—Me asusta que, aunque te prohíba seguirme, me sigas al infierno.

—Podría hacerlo.

—No quiero que lo hagas.

—Si me abrazas de la misma forma que lo haces ahora, claro que lo haría.

—Si lo haces, te detendré y sufrirás.

Escondo mi rostro en su pecho.

—Solo déjame quedarme contigo.

—¿Nero?

—Solo hazlo, Dante, solo hazlo —me aferro más a él. A cambiado su expresión, lo sé. Me abraza con más fuerza y eso me sienta bien. Era lo que quería. Lo quiero, solo quiero sentirme bien.

DÉJAME APAGAR TU FUEGO | DANERO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora