CAPITULO IX

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Dante.

Los labios de Nero son suaves, rosados, ligeramente delgados, noto que su sonrisa aparece cuando no sabe cómo actuar, tiene un tic y se toca la nariz cuando cree que nadie más lo notará. Su respiración es lenta, calmada, y el tono de sus ojos, muy fríos, me recuerdan que quizás esto termine mal de todos modos.

Necesito ser sincero por alguna razón y es que no me gustan los secretos, aunque yo los tenga. Es algo de lo que me acabo de dar cuenta.

Sería más sencillo para mí, el ver una de esas películas donde se ahorran el drama y todo va directo a un final feliz, incoherente pero feliz, a fin de cuentas.

—A veces te portas tan infantil —susurro separándome unos centímetros. Nero no cambia de expresión, puedo sentir su aliento en el mío. Un hilo de saliva se ha quedado en su boca.

—Entonces termíname de criar.

Estallo en carcajadas y él consigue cerrar mi boca con rapidez. He olvidado que estamos en zona roja, peligrosa, ultra secreta como para ponernos a conversar como en la calle.

—Es mejor si buscamos otro camino —digo retirando la mirada de él— Sígueme.

Nero asiente lentamente y camina cerca de mí, le lanzo una mirada con la intención de hacer que se acerque más, pero a decir verdad mi acción solo genera que su rostro sea un encanto.

Me odia.

—Me urge ir contigo a un festival —continúo caminando.

—Por si no lo has notado, interrumpiste el festival de la Espada.

—¡Es verdad! —alzo los brazos— pero enserio, hablo de un festival no religioso, Nero, uno donde podríamos pasar un buen tiempo juntos.

—Pues no me vendría mal que me llevaras a uno donde pueda jugar Halo todo el día.

—Ni siquiera lo pienses —me quejo— No a un festival de ese tipo, pastelito, me refiero a uno musical.

—El festival de la Espada también es uno musical y no es la gran cosa. Excluyendo el hecho que Kyrie tuvo que cantar en esta ocasión.

—No lo hizo tan mal.

—Espera —se detiene bruscamente en su lugar— ¿Estas admitiendo que es buena cantante?

—No soy sordo, Nero, sé escuchar buena música y sé reconocer el talento —Le espeto.

—Por Sparda, ¿lo estás admitiendo?

—¿Es tan difícil de creer? —le hinco una mejilla y hace una mueca de dolor —Tu hermana, Kyrie o como se llame, tiene talento y no tengo nada en contra suya. Grábatelo en esa cabeza tuya tan dura.

Oh vamos, claro que lo tengo, pero no quiero que se me arruine la relación en este momento. No luego de que conseguí arreglar la tremenda grieta que formé hace un año, apenas y consigo arreglarlo con lo que sería "cinta adhesiva de arrepentimiento mediocre".

—Me sorprende que no tenga intenciones de golpearte. —admite. Noto una ligera sorpresa en su mirada. Claro, era esa reacción la que esperaba.

En cuanto hemos caminado unos buenos minutos y he conseguido asesinar los demonios rondando ese pasadizo, me he fijado que ha Nero le va fatal acostumbrarse a no mirara su brazo como si se tratara de una aberración.

He querido decirle algo, pero he preferido no hacerlo.

Le sigo y al final, los dos estamos caminando como si nos conociéramos de toda la vida. No hay soldados, aunque a lo lejos, los ecos del producido por el gruñido de los demonios nos alertan.

DÉJAME APAGAR TU FUEGO | DANERO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora