Capítulo 9

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Era increíble ver la cantidad de gente que estaba presente el Al Janoub Stadium, quizás el que este sea nuestro primer partido en fase de grupos emocionaba de sobremanera a la afición, pues el graderío estaba, en su mayoría, pintado de color azul oscuro, el cual se acompaña de los colores de la bandera de Francia.

Todos los presentes se encontraban de alguna manera muy eufóricos y llenos de energía, apenas nos vieron entrar a la cancha para entonar el himno nacional, se escucharon gritos de apoyo y de emoción. Aquello me hizo sonreír de manera casi inconsciente, ver el enorme apoyo que como selección recibíamos, no hacía nada más que ponerme feliz.

Una vez los capitanes de ambos equipos hicieron el intercambio de banderines, todos empezamos a entrar a la cancha, sintiendo la emoción impartida por la hinchada, la cual logró disipar cualquier sensación mala que se fuera a presentar entre nosotros. El pitido que daba inicio al partido no tardó en sonar y aquello fue señal para que me concentrase en el esférico que se movía sobre el césped sintético verde, en forma de pases cortos, entre mis compañeros.

El partido inició con una notable posesión de la pelota por parte de Francia, nos dábamos pases cortos y de un solo toque, mientras ganábamos posición en la cancha, a pesar de que los australianos se esforzaban por quitárnosla, sus intentos no fueron lo suficientemente fuertes como para obtener de la posesión total.

Tardaron unos cuantos minutos en poseer la pelota y uno de nuestros contrincantes dio un pase largo desde la mitad de la cancha que, por error y descuido por parte de la defensa francesa, terminó en una anotación en el minuto nueve.

El estadio entero se llenó de algarabía de parte de los hinchas de nuestros contrincantes, quienes festejaron ese gol a más no poder, haciendo el lugar iluminarse por la cantidad de personas con camiseta amarilla que festejaba.

Noté que Kylian se acercó a quien erró en la defensa y le dijo un par de cosas rápidas, antes de volver al juego, a pesar de lo sucedido, no llegó el desánimo, más bien, nuestra defensa se volvió más rápida y agresiva, al igual que la recuperación de rebotes y pelotas perdidas que nos pusieron en ventaja sobre Australia.

Un increíble pase largo por parte de Lucas Hernandez, hacia Adrien Rabiot en el minuto veintisiete de partido, permitió que este empujara la pelota hacia el arco con su cabeza, anotando el primer gol de Francia en el encuentro.

Todos corrimos hacia él, muy emocionados, reuniéndonos en grupo mientras saltábamos y sonreíamos; la hinchada francesa celebró junto a nosotros, con cánticos y moviendo la bandera de Francia con suma emoción.

En momentos como este es que me doy cuenta que no hay experiencia más gratificante, que anotar un gol mientras vistes el uniforme de la selección de tu país y la representas, es una experiencia completamente distinta y, sobre todo, única.

Con la emoción abundando entre todo el equipo, continuó el juego y en el minuto treinta y dos Olivier Giroud marcó el segundo gol del enfrentamiento, tras una asistencia increíble. Nuevamente el estadio entero explotó en gritos de felicidad, me di cuenta que los hinchas saltaban en sus asientos con alegría.

El partido continuó, tornándose un poco más difícil, puesto que los australianos empezaron a defendernos de manera más organizada que antes, recibí un pase a la distancia, corrí con el esférico entre mis pies durante casi dos metros, aproximándome mucho al arco, tenía la intención de hacer un remate, pero fui cubierto a último minuto. Tuve que pensar de manera rápida el qué hacer, puesto que otro jugador más se estaba acercando a mí, así que opté por pasarle la pelota a Mbappé, quien había bajado junto a mí a máxima velocidad, posicionándose en el extremo izquierdo, sin marca; pero todo ocurrió de manera tan rápida, que él no midió la fuerza de sus pies y al momento de patear la pelota con la intención de atacar el arco, la envió hacia arriba, con dirección al graderío que estaba detrás, perdiendo esa oportunidad de gol.

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