Capítulo 22

1.4K 164 105
                                    

Era difícil.

Demasiado difícil para mí.

Desde que me subí al avión, empecé a llorar en silencio, las lágrimas se deslizaban por mis mejillas sin que hubiera sabido. Estaba como en trance, procesando lo que había sucedido durante las dos últimas horas.

Antoine me había acompañado al aeropuerto y se quedó junto a mí hasta que el vuelo hacia Inglaterra despegó, aunque pasamos mucho tiempo juntos antes de que el día de irme llegara, seguía sintiendo que no era suficiente. Que faltaba más tiempo para los dos, después de tanta espera, apenas nos pudimos aprovechar muy poco, habíamos perdido días, horas y segundos valiosos por alejarnos, que actualmente no se pueden revertir.

¿Por qué siempre que me sucede algo bueno debe durar tan poco?

Nunca lo entenderé.

Sé que no vamos a romper, pero el tema de la distancia es muy complicado, porque soy alguien que de vez en cuando necesita el afecto físico, la cercanía, los abrazos, las caricias, etc., para sentirse bien, acompañado y a gusto y, siendo honesto, solo con él siento aquella comodidad.

Lo que me dijo antes de pasar por el check in, se quedó impregnado en mi cabeza, le di muchas vueltas; era difícil creer que tenía a una maravilla de persona a mi lado, que lo que siempre quise también me quiso a mí, que siempre lo tuve de frente y esperando por mí.

«João, solo te diré dos cosas. La primera, es que te amo más que nadie en el mundo y que creo en ti, en tus habilidades, en tu desarrollo como persona y deportista, aquí siempre existirá alguien que te apoyará o acompañará en cualquier momento de tu vida, sea bueno o malo, para eso estoy aquí, quizás fue el motivo por el cual el destino nos impulsó a conocernos. Y en segundo lugar, desde lo más profundo de mi corazón espero que esta experiencia te sirva mucho para dejar de dudar de ti y de lo increíble que eres, para que entiendas que no debes limitarte ni desconfiar de lo que haces o las decisiones que tomas, porque lo haces increíble, ¿Si? Sabes que podrás llamarme o enviarme un mensaje cuando quieras, cuando tus días estén mal, cuando estés feliz, cuando estés cansado, cuando odies al mundo, cuando ganes, cuando pierdas, cuando extrañes Madrid, e incluso, cuando me extrañes, ¿Está bien? Yo estaré aquí, esperándote y viéndote brillar, estrella».

No podía quitarme su imagen de mi cabeza, quería detener el avión y bajarme de este solo para irlo a buscar y quedarme con él, con mi lugar seguro en todo el mundo, con mi mejor amigo, con la persona que amo, pero sabía muy bien que no podía hacerlo, que tenía que dejar de fantasear con cosas así como si fuese un adolescente que piensa que la vida es fácil o como una película.

Suspiré y con mi mano sequé las lágrimas que aún seguían bajando por mis mejillas, debía calmarme, no era el fin del mundo, sabía que podría verlo esporádicamente y que podía hablar con él todos los días, porque la diferencia horaria apenas era de una hora; solo no debía complicarme, tenía que ampliar más mi panorama y convencerme a mí mismo que las cosas, a partir de hoy, irían mejor que antes, ya que era una nueva experiencia para mí y que era lo mejor que podía haber hecho en mucho tiempo.

Dirigí la mirada hacia la ventana que tenía a mi lado, enfocándome en la vista, para dejar de pensar cosas que no me aportaban nada bueno. Debía callar a mi mente por un rato, porque era un problema para mí, solo me genera dudas e inseguridades con respecto a las cosas que hago, sobrepensar es tan matador y frustrante, a veces simplemente quiero buscar una forma para detener mis pensamientos, quizás las cosas serían mejor así, porque no me estaría cuestionando de manera casi obsesiva y a cada segundo, si es que lo que estoy haciendo con mi vida está bien o no, o si soy lo suficiente para Antoine o si realmente soy un buen jugador de fútbol como muchos dicen que soy.

Waiting for us Donde viven las historias. Descúbrelo ahora