Capítulo 24

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—Las cosas están muy mal ahora, si no cambia nada, me voy del equipo.

Los presentes quedaron anonadados ante aquella afirmación, o mejor dicho, ultimátum. Todos se miraron entre sí con suma impresión, nadie nunca pensó que el francés diría aquello, creyeron que siempre contarían con él, con la figura del equipo, sin importar qué. Pero ahí estaban, el ambiente era hostil y denso, Antoine Griezmann parecía tan seguro de lo que decía, que sus palabras salieron sin titubeo alguno, miró a los directivos de la manera más seria posible, a espera de alguna reacción o respuesta, pero la gran mayoría estaba petrificado.

La sala se llenó de murmullos y las miradas sobre él aumentaron en cuestión de segundos, algunos creían que estaba arriesgando mucho, otros no sabían exactamente cómo reaccionar y un par creía que tenía todo el derecho de actuar de esa manera después de la ola de acoso, malos tratos y burlas que había sufrido, porque sí, todos eran conscientes de que las cosas iban de mal en peor, pero no habían hecho absolutamente nada. Hasta ahora.

El francés no creía que estaba destruyendo su carrera o futuro, nada de eso, él estaba ahí, enfrentando la poca discreción y el montón de faltas de respeto que había recibido durante las últimas semanas. Había llegado al límite de todo eso, no pedía que aceptaran su relación con el otro futbolista, pero sí exigía algo tan básico como el respeto, cosa que, por derecho universal cada ser humano debe tener sin necesidad de pedirlo. Si nadie hablaba, si nadie más decía nada, sería él quien lo haría, porque estaba cansado de que todos hicieran la vista gorda frente la situación.

 Si nadie hablaba, si nadie más decía nada, sería él quien lo haría, porque estaba cansado de que todos hicieran la vista gorda frente la situación

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Hace varias semanas













Pov. Antoine Griezmann

El estrés era tanto, que no podía dormir. Ni siquiera sabía de dónde sacaba la fuerza para asistir a los entrenamientos y pretender que nada pasaba, pero de alguna manera, debía hacerlo.

La gente aún seguía hablando de las fotos, aunque ya no con la misma intensidad de antes, el tema seguía en el aire y daba la sensación de que la popularidad no disminuirá hasta dentro de mucho tiempo. Era como el caos formado tras la explosión de una bomba atómica, había mucho daño por los alrededores y mucho de este era irreparable, pero no podía hacer nada más que seguir con mi vida, sabía que no tenía la culpa de nada, porque habían invadido nuestra privacidad y nos habían quitado la elección de sí hacer pública la noticia o no, pero no podía evitar sentirme tan cansado, además de frustrado con todo.

Los primeros días João ni siquiera me hablaba o se me acercaba, nuestras interacciones se basaban en cosas pequeñas y cortas, centradas únicamente en el entrenamiento, parecíamos completos extraños; traté de entender el porqué de su reacción, dándole el tiempo necesario para que procesara todo lo que pasaba alrededor de nosotros, hasta que no pudo evitarlo más y nuevamente regresó a mi lado, pidiendo disculpas y diciendo que, nuevamente, había sido un idiota conmigo.

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