Capítulo 10

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Pov. João Félix

Había esperado con ansias este día, aunque mentiría si diría que no me encontraba nervioso, pues realmente lo estaba. Me encontraba a punto de experimentar uno de los más grandes logros que un futbolista tiene, con su país: representarlo, portar la camiseta de la selección y defenderla dentro de la cancha con vehemencia. Un sueño hecho realidad para mí.

Entoné el himno nacional sintiéndome sumamente emocionado, repetí la letra en voz alta, en compañía de mis compañeros de equipo, los cuales lucían igual de entusiasmados que yo.

Al inicio me sorprendió un poco el que me hayan elegido como titular, para la alineación de este partido, creí que, al haber jugadores con un poco más de experiencia que yo, me dejarían en la banca, pero no fue así. Y, de algunas manera, me hacía sentir orgulloso.

El pitido que dio inicio al encuentro fue como música para mis oídos, activó un sentimiento de emoción tan grande en mi interior que no fui consciente de la manera tan ágil en la que empecé a correr, para acercarme a mis contrincantes y quitarles el esférico que se movía dentro de la cancha. Pasé la pelota a uno de mis compañeros lo más rápido que pude, puesto que me di cuenta que dos adversarios se acercaban a cubrirme en conjunto, no entendía la agresividad y la presión, pero decidí dejarlo de lado para enfocarme en el partido.

La selección portuguesa era inminente, teníamos la posesión de la pelota desde casi el inicio del partido y solo pocas veces lograron quitárnoslas con facilidad, la mayoría de esas pérdidas se dieron por leves errores que lográbamos enmendar a tiempo, impidiendo que los ghaneses tomaran ventaja entre nosotros.

De esa manera fue que el primer tiempo se resumió a una lucha de posesión, pases directos y certeros, y lograr escapar de la marca tan arremetedora que nuestros contrincantes tenían sobre nosotros.

De esa manera fue que el primer tiempo se resumió a una lucha de posesión, pases directos y certeros, y lograr escapar de la marca tan arremetedora que nuestros contrincantes tenían sobre nosotros

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Existió un momento en el que recibí un golpe en el rostro que me dejó aturdido, siendo el segundo tiempo, el incremento de la agresividad de la selección de Ghana, era indiscutible. Ya no solo se limitaban a acercarse en parejas a nosotros, sino que empezaron a implementar empujones, forcejeos, atajos en nuestros pases y salidas rápidas, que eran muy bruscos.

Por eso no me sorprendió la falta terrible que le hicieron a Cristiano Ronaldo, la cual hizo que el árbitro pitara, para dar paso a un penal.

Estábamos agrupados a los alrededores, pendientes a los próximos movimientos del capitán del equipo; él se posicionó en el área designada, con el esférico frente a él, observó a la persona que se encontraba defendiendo el arco contrario durante un par de segundos, hasta que una sonrisa de lado se posó en su rostro, tras la emisión de un corto suspiro burlón. Movió sus pies en un repiquete que duró un par de segundos, hasta que pateó el esférico, anotando el primer gol del encuentro.

Tras la anotación salió corriendo hacia un lado de la cancha y yo fui tras él, tocando su cabeza de manera emocionada y recibiendo una brillante sonrisa de su parte, la cual demostraba lo contento que se encontraba.

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