«𝐸𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑎𝑞𝑢𝑖 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑢𝑛 𝑛𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠»
João Félix y Antoine Griezmann son amigos desde que este último volvió a jugar para el Atlético de Madrid, su relación se forjó tanto que era muy raro verlos separados.
Sin embarg...
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Para mi mala suerte, las festividades se acabaron, los últimos días los había pasado sumido en una extraña depresión de la que nadie me podía sacar. Todos preguntaban qué era lo que me pasaba y porqué lucía "tan decaído" pero únicamente atinaba a decir que era por cansancio o me inventaba cualquier tipo de excusa convincente que me libre de explicar que es por João Félix.
Llegar a Madrid fue pesado, estaba muy ansioso por la situación que tenía que enfrentar en este lugar, debía verle la cara a João y no sabía lo que eso me iba a causar, pues no habíamos hablado en varias semanas. Desde que vi aquella foto entendí porqué no me envió ningún mensaje o algo similar y mis esperanzas de que lo hiciera murieron ese mismo día, junto al amor que sentía, bueno, que aún siento pero que tengo la sensación de que va deteriorándose.
Ahora no puedo hacer nada más que intentar superarlo. Era obvio que no tenía oportunidad y que nunca la tendría, ya estaba muy claro. Si quería volver con su ex, era decisión suya, además, no es como si yo le hubiese dicho cómo me siento realmente, a la final no es su culpa que haya daño colateral, es mía, por haberme enamorado de él; pero ya no estaría ahí, mendigando o conformándome con migajas de un amor que solo yo he desarrollado.
De alguna manera aprendí y, si algo me caracteriza mucho es que no soy de los que cometen el mismo error dos veces. Si tengo que irme, me iré por más que me duela hacerlo o que lo quiera. Tengo clara esa película y el valor que debo darme a mí como persona.
Rodrigo de Paul se acercó a mí apenas llegué al vestidor, me saludó de manera amistosa, mientras me daba buenas vibras por el Año Nuevo, entre nosotros no había ningún tipo de resentimiento por lo del Mundial, seguíamos siendo amigos, con la misma relación de siempre.
Charlamos un rato, mientras preparábamos mate y bebíamos de este, esperando a que el resto del equipo llegara, daba la casualidad de que habíamos venido temprano, cosa que sucedía solo cada alineación lunar, porque somos las personas menos puntuales del mundo. Poco a poco el lugar fue llenándose de gente, algunos se acercaban al argentino a felicitarlo y otros simplemente nos saludaban de manera agradable.
Varios minutos después salimos hacia la cancha, tendríamos nuestro primer entrenamiento del año, a pocos días de los partidos programados de la Supercopa. La mayoría estaba relajado, al parecer las cortas vacaciones habían sentado muy bien para disipar el estrés que antes sentíamos.
Mientras me posicionaba en la cancha, sentí un toque en mi hombro que me hizo girar la mirada de manera casi instantánea, pero apenas vi quien me había tocado, el mundo se fue a los pies. Quería llorar de solo ver su rostro y la sonrisa que me dirigía, como si no me hubiera roto el corazón en miles de pedazo, sé que es inconsciente de eso, pero no podía quitármelo de la cabeza.
La reacción instantánea que tuve, fue la de alejar mi cuerpo de su toque. Mi corazón empezó a latir con rapidez y la ansiedad crecía en mí, João no lo sabe, pero me lastima el hecho de verlo.
