Capítulo 25

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Pov. João Félix

Era increíble saber que tenía a alguien incondicional conmigo,  una persona que, a pesar de las dificultades, nunca se apartó de mi lado, sino que más bien, prefirió pasar más tiempo junto a mí.

No sabía si me lo merecía o no, pero poco a poco me iba convenciendo de que sí.

Un par de meses habían transcurrido desde lo sucedido, si bien, es cierto que las cosas se habían calmado un poco, aún existían pequeños sucesos que de alguna manera nos seguían atormentando, pero aprendimos a sobrellevarlos de la mejor manera posible. Ya el tema del qué dirán o qué llegarían a pensar nuestras familias, quedó en un segundo plano, o eso me trataba de convencer a mí mismo.

Mi padre me había dejado de hablar después de todo lo que sucedió y la única que realmente se preocupó por mí fue mi madre, aunque a ella la sentía distanciada de mí, después de todo eso. Intenté comprender cómo era la situación para ellos y por eso no les recriminé absolutamente nada, simplemente me limité a confirmarles la notica y a aceptar quién realmente soy; no es que me diese igual o que no me importase, pero sabía que no podía cambiar nada de ellos, así que debía darles tiempo para procesar.

Sin embargo, la familia de Antoine me adoptó como parte de ellos, estuvieron para ambos desde el inicio de todo y fueron de gran ayuda como compañía, la relación con su familia es tan sana que me siento tan bien y cómodo, casi como si fuera uno más de ellos.

Viajar a Francia como parte de nuestras vacaciones, era algo que sin duda ambos habíamos necesitado. Después de algunos meses llenos de angustia e incomodidad, donde esperamos que las cosas vuelvan a su lugar, finalmente podíamos darnos un suspiro de todo el estrés y lo malo que había sucedido.

Aunque evidentemente no pudimos eliminar todo el daño.

— ¿Por qué estás tan callado? ¿Sucede algo? —le escuché preguntarme, mientras sujetaba mi mentón y elevaba delicadamente este para verme directo a los ojos.

Me quedé en completo silencio contemplando la imagen que tenía frente a mí, Antoine elevaba una ceja con confusión y fruncía ligeramente sus labios. Sus orbes celestes estuvieron fijas en mí, hasta que finalmente hablé.

—No —negué con lentitud, mientras tocaba su mano de manera lenta, recorriendo sus nudillos y dedos —. No pasa nada.

— ¿Seguro? —preguntó confundido y asentí con lentitud —. ¿Estás aburrido?

Nuevamente negué.

—Estrella, si sigues actuando así creeré que te sucede algo y, cómo no me dices, no sé qué hacer —le escuché hablar con frustración y me reí con suavidad.

Elevé mis brazos hacia él y cerré los ojos casi por inercia.

—Ven acá —dije en un tono de voz un poco bajo.

Apenas sentí que se acercó, aprisioné su cuerpo y lo hice caer sobre el mío, con lentitud. Lo abracé con fuerza e intensidad durante un largo periodo de segundos, sintiendo cómo escondía su rostro sobre mi pecho.

—Hoy tengo mucha pereza, solo quiero estar así contigo —le dije después de un rato, abrí mis ojos dándome en cuenta que tenía su largo cabello frente a mí, así que inserté mis dedos entre este y empecé a tocarlo de manera lenta.

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