Una historia diferente Talder Au

Capitulo 24

Solo uno más para finalizar...

Anacostia Quatermain jamás había sentido tanto dolor como ahora, Tally Craven era una gran soldado, pero aún mejor persona, el corazón de su unidad, del ejército y el corazón de Sarah.

Abigail lloraba en los brazos de su madre, Sarah acariciaba el rostro de Tally y Collar miraba la escena de cómo el amor de su vida había colaborado en aquello.

Se acercó a Collar cuando vio el cuerpo de Nicte en el suelo con la cabeza a unos metros y su cabello... rubio.

—¡Sarah! —Anacostia gritó, apartando a la general, colocó un mechero de la cara de Tally.

Todos ellos vieron cómo el fuego continuaba convirtiendo el pelo rojizo en negro como el carbón.

—¡Sarah! ¡No es ella!

—¿Qué?

—¡No es ella! Aún la tiene Nicte.

Entonces Sarah vio a la mujer que estaba en la silla, ojos negros, cabello negro. Nicte le había hecho pensar que Tally había muerto, el dolor que le había infligido no era nada en comparación con lo que iba a hacerle.

La ira hervía dentro de ella. Esa ira se convirtió en truenos ensordecedores y rayos que destruían cualquier cosa en cuanto tocaban tierra.

Hizo algo que hacía mucho tiempo que no hacía. A través del habla lejana se comunicó con ella. Habló con Nicte.

—Jamás pensé que serías tan cobarde.

—¿Te gustó mi truco?

—En cuanto te vea, te mataré.

—Voy a estar un poco ocupada con tu chica ahora.

—La vas a usar para hacerme daño a mí. ¿Qué pasará cuando lo consigas? ¿Qué harás entonces?

—Te destruiré.

—Nunca volverás a tener la oportunidad de tenerme tan cerca, pues sin Tally, ¿qué sentido tendría salir de la base?

—Bien, Sarah: tú a cambio de Tally, veremos qué bruja es más poderosa de las dos.

***

—No puede ir, general —dijo Petra—, puede ser una trampa, puede morir allí.

—Me temo que estoy de acuerdo con ella —coincidió Anacostia.

—Por supuesto que es una trampa, Nicte jamás juega limpio.

Sarah estaba en su despacho, preparada con su traje azul. Si le tocaba morir, lo haría con su honor intacto.

Izadora estaba allí con una mueca de tristeza. Fueron amigas casi desde el día en que nació, de las pocas cosas que recordaba Sarah siempre estaba ahí, en los momentos buenos y, lo más importante, en los momentos malos la general estaba allí, apoyándola. Y no podía hacerse a la idea de que, a lo mejor, su amiga no volvería.

—Sé que coincides con Petra, Izadora. Pero tú mejor que nadie sabes que debo hacerlo. Jamás me perdonaría si Tally muere porque yo no acudí por miedo a morir.

—Usted nunca tuvo miedo a morir.

—Puede que porque nunca, además del ejército, tenía algo por lo que vivir. Morir a cambio de la vida de Tally no me parece una mala forma de terminar.

Izadora asintió con una sonrisa, la general había dedicado toda su vida al ejército, toda su vida luchando, todo su dolor... lo había sufrido porque era su deber, y si tenía que morir, lo haría. Ahora, sin embargo, se dirigía quizás a su última lucha por algo que amaba.