Capítulo 2

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Jimin bajó una hora después.  Se sentía renovado después de el baño con agua caliente y su jabón de vainilla especialmente hecho para su tipo de piel.  Eran algunos de sus pequeños caprichos para consentirse.  Como en realidad no había nadie ni nada a quien impresionar y viendo la vestimenta pasada de moda de su tía Elena,  simplemente se puso una camiseta de algodón y un chándal con pantuflas para sus aún adoloridos pies, eso sí todo del algodón egipcio más exquisito.

Bajó las escaleras y un aroma exquisito se coló por sus fosas nasales haciendo gruñir sus tripas vacías.  Siguió aquel delicioso olor que supuso lo guiaría a la cocina.

La Sra. Elena se volvió cuando sintió la puerta abrirse.

- Llegas a tiempo,  cariño- la Sra. Elena le indicó un asiento en una modesta mesa de madera en una esquina de la enorme cocina- ella es Rosita.  Me ayuda con las quehaceres de la casa algunos días.

Una chica de alrededor de dieciséis años miraba a Jimin embelesada.

- ¡Guau! Ma' no me dijiste que tu sobrino era tan lindo- dijo la muchacha acercándose a Jimin y no perdiéndose detalle de su apariencia y luego sonriéndole con todos sus dientes- hola bombón.

Jimin se puso a reír.  La pequeña era de armas tomar, pero graciosa y simpática.  Le subió el ego y el ánimo de inmediato.

- Hola,  soy Jimin.  Puedes decirme Mimi- le tendió la mano.

- Oh, sí hasta habla bonito Ma'- dijo agarrando la mano de Jimin y sacudiéndola enérgicamente- ¡tú piel es suavecita!

- Ya, ya, muchacha. Lo vas a intimidar con tanto halago- le dijo la Sra. Elena- sigue con la comida que no sería novedad que nuevamente se te quemara.

Rosita se encogió de hombros y volvió a revolver el guiso, pero sin dejar de mirar y sonreírle a Jimin.

- Rosita te ayudará también en lo que necesites,  hijo- le explicó la Sra. Elena- es un poco parlanchina,  pero muy comedida.

- Gracias tía- le dijo Jimin- Rosita me será de gran ayuda.

- Usted mande no más , joven Jimin,  me encantará ayudarlo- dijo Rosita metiendo su cuchara en la conversación.

- Ya te dije,  dime Mimi.

- ¿Puedo?- Rosita miró a la Sra. Elena.

- Si Jimin te lo pide,  yo no me opongo- le respondió la Sra. Elena.

La conversación agradable se fue a pique cuando la puerta se abrió y entró Jungkook.  Jimin se puso rígido y la sonrisa desapareció de su rostro.

- ¡Kookie!- Rosita gritó y de un salto llegó donde el pelinegro y lo abrazó riéndose y olvidándose nuevamente de la olla.  La Sra. Elena movió la cabeza y agarró la cuchara de palo y continuó para no comer la cena quemada.

- ¿Otra vez cocinando polilla?- dijo Jungkook besando sus mejillas y revolviéndole el cabello rojo como tomate maduro.

- Sí,  Ma' me está enseñando a hacer guiso de res. Me servirá para cuando tenga marido.  Se rechupará los dedos con mis comidas,  ya verás Kookie.

Jungkook soltó una carcajada y le pegó con el dedo en la frente.

- Termina de estudiar polilla,  después piensa en marido- su voz tenía cierto tinte de ternura al hablarle a Rosita.

- ¡Pero quiero casarme!, no quiero hacerme vieja y convertirme en monja- gimoteó Rosita.

- Así como vas,  tu futuro marido te botará el día después del matrimonio- le dijo la Sra. Elena mostrándole la olla que estaba revolviendo y que se suponía que ella debía hacerlo.

- ¡Madre santa! Lo olvidé por completo- de un salto nuevamente se hizo cargo de la olla.

- Es tú culpa grandulón- dijo la Sra. Elena sonriéndole a Jungkook- siempre la distraes.

- ¿Yo?¿ahora es mi culpa?- dijo Jungkook sacándose el sombrero y dejándolo en un gancho junto a la puerta- polilla tiene pájaros en vez de cerebro Ma'Elena,  siempre está en las nubes.

Rosita le sacó la lengua.

- Siéntate muchacho,  debes estar cansado y con hambre- le indicó la Sra. Elena- ya muchacha,  apaga el fuego ese guiso debe estar recocido con todas las vueltas que te has dado.

Jungkook miró a Jimin sentado todo tieso muy interesado en mirarse los dedos.

- ¿Aburrido,  princeso?- Jungkook se desplomó en la silla al lado de Jimin sólo para molestarlo.

Jimin lo fulminó con la mirada y tomó un sorbo del vaso con agua que Rosita le había servido.

- ¿No vas a hablarme?¿Demasiado bruto para dirigirme la palabra?- la sonrisa de Jungkook era burlona.

Jimin miró a su tía preocupada en servir la comida y a Rosita ayudándola.

- Si tú lo dices- replicó Jimin con altivez.

- Me has dicho una frase completa,  ¡guau! Me siento halagado- se llevó la mano al corazón dramáticamente,  pero sus ojos negros mostraban diversión con malicia.

Jimin no tuvo tiempo de replicar porque su tía puso un plato humeante frente a él y Jungkook y luego se sentó mientras Rosita le servía su plato y el de ella.  Una panera con pan horneado con especias,  y dos fuentes de ensaladas verdes y otra de papas cocidas completaban el menú.  Jimin se olvidó por completo de su enojo al ver la apetecible comida.  El bruto no echaría a perder su primera comida decente del día.

- Mmmm- Jimin gimió de placer- sabe a gloria.

- ¿De verdad?- preguntó Rosita- ¿ven?, tengo al marido asegurado. Sí a Mimi que viene de la cuidad y es tan fino le gusta quiere decir que soy buena.  Gracias Mimi,  eres lindo,  ¿Verdad Kookie qué Mimi es lindo?

- ¿Mimi?, ¿quién es Mimi?- preguntó por el puro placer de molestarlo.

- Jimin es Mimi. Me dijo que podía decirle así- respondió la parlanchina- ¿es lindo verdad?

- Claro polilla,  lo que digas- Jungkook miró a Jimin y sonrió ladino- aunque no siempre lo que brilla es oro.

- ¿Qué quieres decir con eso,  Kookie?- preguntó Rosita metiendo una papa entera dentro de su boca.

- Nada,  polilla.  Come y descansa un rato la lengua.

- Jimin es un conocido bailarín en Seúl- dijo la Sra. Elena interviniendo en la conversación- la hermosura la heredó de su madre.  Mi hermano es más bien feo.

- ¡Tía,  papá tiene un atractivo diferente!- lo defendió Jimin que amaba y adoraba a su padre,  aunque ahora estuviera molesto con su decisión de mandarlo al campo- él es un hombre muy respetado además de muy inteligente.

- Sí,  siempre fue inteligente- añadió la Sra. Elena con cariño.  Ella y el padre de Jimin,  su hermano,  eran muy unidos a pesar de verse poco- por eso tiene gran aprecio por mi muchacho Jungkook.  Se parece mucho a él cuando era joven.

Jimin miró a Jungkook y enarcó una ceja.

¡Pamplinas! Su padre y ese bruto no tenían ni un pelo parecido.

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