Capítulo 18

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Si las miradas matarán,  Jungkook estaría muerto en ese instante.  Los ojos de Jimin le lanzaban dagas en la penumbra de la habitación.

- Te voy a sacar la mano ahora- Jungkook le habló bajito,  susurrando- pero por favor no grites,  ¿de acuerdo?

Jimin estaba quieto y rígido. Si Jungkook hubiera estado atento a las señales se habría dado cuenta que Jimin no era de los que se dejaban,  sólo sintió el agudo dolor que le provocaron los dientes de él cuando sorpresivamente le encajó los dientes con ferocidad en la mano.  Se mordió los labios para no gritar y apartó la mano.

- ¡Demonios!¡Me mordiste!- aulló  Jungkook.

- Eso es lo menos que te mereces- le susurró Jimin con rabia- ¿cómo te atreves a meterte así a mi habitación?

Jungkook se miró la mano.  Era poco lo que podía ver en la oscuridad de la habitación iluminada sólo por el haz de luz que se filtraba por la ventana,  pero pudo ver la muesca de los dientes de Jimin marcadas en la  palma de la mano. Lo miró.

- ¿Tienes complejo de perro rabioso?¿Porqué siempre es todo tan difícil contigo? ¿Ah?- Jungkook se sentó en el borde trasero de la cama- era la única forma de poder hablar contigo que se me ocurrió.  No quería esperar hasta mañana. En el trabajo te habrías dado maña para evadirme.

- Bueno, tienes toda la razón. Yo no tengo ganas de hablar contigo.  Creo que lo dejé claro- dijo Jimin sentándose en la cama.  Los dos aún susurrando. Jungkook suspiró.

- ¿ Qué querías qué hiciera?¡Diablos, traté el problema lo mejor que pude!

- Sí,  porsupuesto.  Culpando al único idiota que trabaja en el Golondrina.

- Nunca habría imaginado que el potrillo hubiera aprendido a abrir la puerta- su voz sonó arrepentida- y por eso te pido disculpas,  princeso.

- ¡Te dije que yo había cerrado la puerta!, pero como siempre no me escuchaste ni me creíste.  ¿Cómo crees que me sentí siendo observado por todos mientras Jane me atacaba por algo que yo sabía que no había hecho? ¡hasta Yoongi dudó de mí!, pero tú fuiste peor.  Diste por hecho que había cometido un error y ni siquiera pensaste que podía haber otra explicación para que Bruto se hubiera escapado.

- Tienes razón.  No voy a justificar mi falta contigo.  Ma'Elena también está molesta conmigo por éste asunto,  Rosita no me habla...

- Bien merecido te lo tienes- Jimin disfrutó diciéndolo- no creas que voy a sentir lástima por tí.

- ¿Lo estás disfrutando?¿verdad? Viéndome humillado delante de tí,  pero bueno me lo merezco.  Te pido disculpas nuevamente y sinceramente lo lamento- Jungkook bajó los hombros- ¿crees que podrías olvidarlo y empezar nuestra relación de cero?

Jimin miró su silueta con los hombros caídos y la cabeza gacha. Había perdonado a la negra y a Yoongi,  pensó,  Jungkook se veía arrepentido y lograba entrever que no se disculpaba a menudo.  Había dejado su orgullo de lado y había ido a hablar con él asumiendo su error de juicio con valentía. El problema era que no quería parecer tan fácil con él.  También tenía su orgullo. Que Jungkook pensara que con unas disculpas todo iba a arreglarse no terminaba de convencerlo.

- De acuerdo.  Pero tengo algunas condiciones,  si aceptas,  yo me olvidaré de tu falta de confianza en mí.

Jungkook levantó la cabeza para sondear sus ojos en la semioscuridad.

- ¿Condiciones?- preguntó con la duda asomándose a través de su voz.

- Aha...¿ estás dispuesto?

Jungkook tembló interiormente,  sabía que saldría perdiendo.

- Siempre y cuando mi integridad física y emocional no se vea afectada...creo que podría intentarlo.

Jimin sonrió con malicia.

- Tenemos un trato entonces.  Durante esta semana serás mi sirviente y harás lo que yo diga- Jimin se acomodó en la cama- bueno si tu ego de macho te lo permite.

- No soy un hombre machista,  creí que ya te habías dado cuenta.  Trato de ser justo en la medida de mis posibilidades y sí,  como cualquier ser humano a veces también cometo errores.  Para demostrarte la sinceridad de mis disculpas aceptaré tus condiciones.

- ¡Guau,  realmente me conmueven tus palabras!- dijo Jimin llevándose la mano al pecho de manera teatral- veremos cuánto aguantas.

- No es necesario que te burles,  princeso.  Al final de la semana no podrás creer la suerte que tienes de hacerte topado con un tipo como yo- los dientes de Jungkook brillaron en la oscuridad al sonreír y Jimin sintió las piernas débiles. ¡Porqué tenía que ser tan condenadamente atractivo!

- Lamento desilusionarte,  he tenido la suerte de conocer a muchos- dijo Jimin- eres tú quien tiene la suerte de conocer a alguien como yo.

Jungkook no dijo nada,  pero algo le decía que Jimin había dado en el clavo.  Jimin lo intrigaba,  lo hacía sonreír al verlo,  le hacía desear cosas que nunca hubiera imaginado,  pero nunca lo admitiría.  Eso sería como entregarle una navaja a un mono. Se levantó y tiró las tapas de la cama de Jimin hacia atrás.

- ¿Pero qué haces?- preguntó Jimin sorprendido.

- Te voy a mostrar con hechos que estoy sinceramente arrepentido- lo tomó de los brazos y se lo echó al hombro como si fuera un saco. El aroma inconfundible del jabón de Jimin inundó las fosas nasales de Jungkook mareándolo. Tenía ese olor persiguiéndolo hasta en sueños.  Qué Dios se apiadara de su pobre alma condenada a tal suplicio.

- ¡Bájame bruto! Jimin le golpeó la espalda,  su trasero al lado de barbilla de Jungkook.

- Silencio,  princeso.  No querrás despertar a Ma'Elena,  la pobrecita se asusta fácilmente- Jungkook sonrió ladino por la mentira.  Ma'Elena no se asustaba ni con una pistola apuntándole en plena cabeza.

Jimin hizo un mohín de enfado que Jungkook no vio y se dejó llevar por el neanderthal de Jungkook .

- Para ser delgado y pequeño pesas un resto,  princeso- bufó Jungkook cuando bajaba con el a cuestas.

- Son músculos,  no tengo ni un gramo de grasa en mi cuerpo- le replicó Jimin.

- Creo que mejor caminas- se quejó Jungkook.

- Nada de eso.  Me da flojera y me puedo tropezar en la oscuridad. Éste será tu primer trabajo como mi sirviente- dijo Jimin con una gran satisfacción.

- Te estás pasando,  princeso- gruñó Jungkook y le dio una palmada en el trasero.  Mejor no lo hubiera hecho.  Ahora sabía que el trasero de Jimin era firme y redondo cómo un durazno en la mata en proceso de madurar.

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