Capítulo 58

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El beso de Jungkook lo tenía mal. Ya ni siquiera era capaz de tener un pensamiento coherente. Todo se reducía a ese contacto no había nada más en su cerebro que sus bocas y lenguas deliciosamente unidas. Jungkook dejó sus labios para arrastrar su boca hacia su barbilla, y luego hacer camino hacia su cuello.

-No creas que me he olvidado de tu castigo, princeso.

-Castígame entonces - la voz de Jimin salió gruesa y ronca.

Jungkook sonrió sobre su cuello al escucharlo.

-No podrás tocar. Cada vez que lo intentes pararé. ¿Entendido?

Jimin se puso duro de sólo escucharlo. Jungkook se veía tan sexy en su pose de macho dominante.

-Entendido... ¿Puedes continuar?

Jungkook largó una carcajada.

-Siempre directo e impaciente, princeso.

-¿Eso es malo? - preguntó Jimin restregándole su dureza en el muslo.

-¡Epa! Sin tocar - le dijo Jungkook - primer correctivo- Jungkook lo giró dejándolo recostado sobre su estómago- ahora no podrás mirar tampoco .

Jimin dejó salir un gemido lastimero. A él le encantaba mirar lo que Jungkook le hacía. Suspiró resignado.

Jungkook se habría reído de no ser por la magnífica visión de su trasero y eso que aún estaba con los pantalones puestos. Sin otro pensamiento en mente más que poder deslizar sus manos por aquellas deliciosas y turgentes nalgas llevó sus manos hacia la cremallera de Jimin para poder sacárselos. Cosa bastante difícil en la posición en que Jimin se encontraba.

-Levanta las caderas, princeso - le ordenó Jungkook. Jimin obedeció inmediatamente, con lo duro que estaba lo único que deseaba más que a Jungkook era su miembro liberado de esa agonía.

Ya logrado su objetivo, los pantalones y boxer en algún lugar del piso, Jungkook le dio un festín a sus ojos. Necesitaba tocarlo, acariciarlo, besarlo. Y así lo hizo.

Jimin casi pierde la respiración cuando sintió la boca de él, las manos de él, la lengua de él acariciando, mordiendo, besando sus glúteos. Cada toque era mejor que el anterior, sus gemidos y suspiros se sucedían uno tras otro. Éste hombre lo iba a matar de placer. Un grito, ahogado con la almohada, brotó de la garganta de Jimin cuando los dientes de Jungkook atraparon un pedazo de su carne mientras sus manos lo sujetaban firmemente de las caderas. Los dedos de manos y pies se le crisparon. Su miembro se humedeció, el roce contra la colcha dolía al tenerlo tan sensible.

- Por favor... - lloriqueó Jimin. Eso no era un castigo, era una tortura a sus sentidos.

Jungkook se deslizó hasta cubrir por entero el cuerpo de Jimin con el suyo. Mordió ahora la sensible orilla de su oreja.

-¿Por favor qué, princeso? - preguntó Jungkook en un erótico susurro antes de lamerla.

-¿Me harás decirlo? ¿Me harás rogarte?-dijo Jimin apretando las manos en la colcha y mordiendo la almohada desesperado.

-Es un castigo, ¿recuerdas, princeso? - Jungkook ahora le separó los muslos con sus piernas y presionó su erección entre los glúteos- ¿por favor qué? - volvió a preguntarle.

-Es una tortura- gimió Jimin- y además todavía estas vestido... Eso es injusto... - un nuevo gemido brotó de su garganta cuando Jungkook embistió entre sus nalgas - ¡Te quiero dentro!¡Quiero que me hagas el amor! ¡Quiero que me folles lento y delicioso de una vez! - gritó al borde de quedarse afónico.

Jungkook sonrió y besó su espalda.

-Hacer el amor era mi idea... Pero follar suena bien. No sabía que tenías una boquita sucia, princeso - Jungkook deslizó su mano por debajo de Jimin y alcanzó su miembro, apresándolo con sus dedos. Un nuevo gemido salió agónico de Jimin.

-Te diré cosas sucias, muchas cosas sucias, si levantas el castigo y me follas de una vez por todas- Jimin no se conocía en estos momentos, nunca había perdido tan malamente el control y la cordura.

Jungkook largó una carcajada y luego besó su hombro.

-Hecho - Jungkook se levantó y se desvistió en un santiamén, aumentando el bulto de ropa en el suelo. Jimin ni se dio cuenta cuando ya lo tenía sobre él, piel con piel, calor con calor.

Jungkook era tan predecible. Se hacía el rudo, pero no era más que un cachorro sediento de su amor. Saberlo, le hizo a Jimin estragos en la mente y en el corazón.

Jungkook cumplió lo prometido le hizo el amor, lo follo también de la manera más dulce y lenta, que Jimin terminó sin saber donde empezaba él y terminaba Jungkook. Con cada embestida, con cada chirriar de la cama su orgasmo se fraguaba en su cuerpo, en su corazón y en su alma.

Jimin también cumplió su palabra. Le dijo cosas tan sucias al oído , tan sucias que Jungkook sentía qué cada una de ellas lo volvían loco. Jimin no sólo dijo, sino que le mostró lo bueno que era haciendo cosas sucias. Cosas que Jungkook no hubiera imaginado y que ahora pasaban al número uno de sus cosas favoritas. Jimin no se midió a la hora de mostrarle con su cuerpo cuanto lo amaba y deseaba. Casi se sentía como tocar el cielo con las manos, como una oración escuchada por Dios. Hacerle el amor a Jimin era una experiencia celestial.

El orgasmo los sacudió violentamente a ambos. Sus cuerpos sudorosos , calientes y sensibles conectados en una intimidad maravillosa. Jimin besaba exhausto cada parte de Jungkook a la que tenía acceso su boca inflamada por sus besos. Jungkook con sus manos le prodigaba tiernas caricias.

-Te amo, princeso.

- Yo también. Te amo, te adoro, te quiero tanto- Jimin se acomodó sobre el pecho de Jungkook. Saciado y satisfecho de cuerpo y corazón. Se quedó allí calladito, escuchando los latidos de su otra mitad.

- Duerme, princeso - Jungkook le besó la cabeza. Cuánto había extrañado su olor.

-No quiero dormir. Quiero estar despierto cada segundo que me queda contigo.

-Eso es lindo, princeso. Pero debes descansar. Después apenas tendrás tiempo...

-Dormiré en el avión. Éste es mi tiempo contigo. No quiero desaprovecharlo.

Jungkook sonrió. El se sentía igual.

-¿Tienes hambre? - le preguntó contando distraído las pecas de su espalda.

-Una cena tardía, en la cama, suena genial - le respondió Jimin - pero primero una ducha. Necesito una ducha tibia. Ahora.

Jungkook se incorporó y se bajó de la cama. Sólo eso le hizo extrañar inmediatamente el calorcito de su princeso. Se inclinó, y pasando un brazo por debajo de sus piernas y otra bajo su espalda lo cargó en sus brazos para llevarlo al baño. Jimin rodeó su cuello con sus brazos y apoyó su cabeza en el hueco entre el hombro y cuello.

Ahora si. Así quería a Jimin. En sus brazos. Pegadito a su corazón.

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