La gran Guerra había terminado. El día 11 de noviembre a las 11 de la mañana de 1918, SecondReich, o Imperio Alemán, cayó de manera definitiva dejando a su pueblo en una situación deplorable debido a las condiciones que tenía el tratado de paz por parte de los aliados, SecondReich se dió cuenta de cómo había sido utilizado en esta guerra cuando era demasiado tarde.
No le quedaba mucho tiempo de vida, a lo más algunos años, eso lo sabía de sobra pero se decía a sí mismo que no podia irse dejando abandonado a quien tomaría las riendas del país una vez él desapareciera temiendo de lo que los aliados pudieran hacerle si él no estaba, debía enseñarle a sacar al pueblo Alemán de esta situación y que no siguiera sus pasos en el futuro, que no se dejara llevar por las ansias de venganza o el odio.
SecondReich no sabía que hacer, salió de su oficina, a paso lento caminó por los largos pasillos de la mansión en la que trabajaba y a la vez vivía, era un lugar que siempre estaba bien protegido, pero con su caída ahora parecía desierto como si el único que quedara con vida fuera él y cualquiera que entrara pensaría que es una mansión abandonada. Continuó con su caminata en un silencio sepulcral y casi terrorífico, luego de unos minutos de avanzar por ese pasillo se detuvo frente a una puerta en seco, dirigió su mano al picaporte, girándolo con cuidado y así abrir la puerta casi sin hacer nada de ruido, observó por unos segundos la habitación adornada con juguetes y otras cosas para niños, por supuesto, habían unos pocos de estos juguetes rotos acumulados en una caja de cartón encima de un escritorio.
Caminó a paso lento hacia la cuna que estaba pegada a una de las paredes, y pudo ver como el pequeño allí dormía sin enterarse de nada de lo que pasaba con una tranquilidad que cualquiera envidiaria en ese momento desastroso.
El mayor acercó una mano al pequeño con cuidado, este mismo en un reflejo natural agarró el dedo meñique de su padre moviendo ligeramente su cabeza a un lado pero sin despertarse, más bien, buscando comodidad. El padre se lamentaba mentalmente por lo que tendría que pasar su hijo por su culpa, se arrodilló, sentía que su cuerpo perdía fuerzas con la sola idea. Tendría que aguantar todos los años que pudiera antes de "irse", sonrió levemente, no sería mucho tiempo pero esperaba que fuese suficiente para enseñarle lo más importante a su hijo, aunque también sabía que estaba la posibilidad de que no recordara nada mientras crecía por su mente de niño.
SecondReich tuvo la idea de escribir diarios que el niño pudiese leer de mayor y enseñarle todo lo que le faltaría explicarle mientras pasara el tiempo.
(1922)
Alcanzó a ver por unos años el deplorable estado de lo que antes era un imperio que ahora se levantaba a una velocidad demasiado lenta, pero al menos agradecía que pudiese ver la misma cantidad de años el crecimiento de su hijo de nombre ThirdReich, si es muy original, o "Nazi" como le había apodado, aunque al pequeño no le gustaba mucho ese apodo. Notó que el pequeño podía ser muy travieso aveces, rompía sus juguetes, jugaba con sus armas antiguas que olvidaba que estaban cargadas, una vez casi muere antes de tiempo por un tiroteo "de juego" que comenzó el mocoso de 4 años apenas, al menos ya sabía hablar y leer, podía ser aún pequeño pero si que era inteligente.
(1923)
Ahora el Imperio ya no podía aguantar más, estaba en cama postrado, su cuerpo se encontraba cansado y ni fuerzas tenía para moverlo, se acercaba su hora y lo sabía. Su hijo estaba a su lado junto a la persona que le cuidaria en su ausencia, le parecía irónico que alguien que había aportado en su caída se hubiera ofrecido de voluntario para criar a su hijo por un tiempo. Y no era nada más y nada menos que el Imperio Ruso, aunque por lo que se enteró él también criaba a su hijo y estaba en las mismas condiciones que él solo que al parecer se resistía mucho más.
No había venido con su hijo pero eso poco le importaba ahora, su mirada volvió a centrarse en ThirdReich, si bien su hijo era bueno para herirse mientras jugaba por algún accidente, como caerse, nunca le había visto llorar y ahora ahí estaba, sentado a su lado con lágrimas en sus ojos pidiendo que no se fuera que dejaría de hacer travesuras si se quedaba un poco más, eso le rompió el corazón más de lo que estaba, con un último esfuerzo apuntó el cajón cerrado de su escritorio, ahí estaban los diarios que había escrito para el menor aunque este se negaba a ir a verlos pues veía a su padre morir poco a poco.
Imperio Ruso no podía hacer nada más que mirar, pensando mentalmente que ese sería su destino, al igual que Second, este agradecía que su hijo ya hubiese entendido todo y aprendido de sus errores. URSS se llamaba, era 2 años mayor que Third, edades de 7 y 5 respectivamente, agradecía lo tranquilo e inteligente de su hijo pues cuando su hora llegara en quien sabe cuanto más, podría irse sin arrepentimientos o preocupaciones.
SecondReich falleció, el más pequeño de todos allí tomaba la mano de su padre con ambas suyas mientras lloraba, Imperio Ruso solo pudo acercarse al niño desconsolado y acariciar su espalda en un intento de calmarle, aunque el pequeño se apartó del alcance de su mano apenas la sintió, le miró con lágrimas cayendo y el ceño fruncido gritando un "¡No me toques!" entre un gruñido que enseñaba sus puntiagudos dientes como de tiburón. Imperio Ruso obedeció, pensó que él aún no le tenia confianza así que dejaría que el tiempo, el que le quedaba, decidiera eso, aunque sabía perfectamente que el niño podría odiarle por lo sucedido en la guerra y haber ocasionado la caída de su padre.
Finalmente pudo llevarse a ThirdReich después de unos días y concluido el funeral de su padre, al cual muy pocos asistieron, eso sí, el joven de 5 años se había olvidado por completo de los diarios que su padre le había dejado en su escritorio. Una vez en Rusia el Imperio le presentó a su hijo URSS pero ambos parecían no llevarse bien los primeros días que tuvieron que compartir en la mansión de ambos rusos, peleaban siempre por las más mínimas cosas, agradeciendo tiempo después que las cosas entre ellos mejoraron poco a poco.
(1925)
2 años pasaron, ahora el ruso de 9 años se enfrentaba a la misma situación que ThirdReich a sus pasados 5 años de edad. URSS estaba triste pero hacia lo posible para no derramar lágrimas. Nazi observaba la escena y desviaba la mirada repetidas veces, no quería recordar su pasado y eso le hacia mantener el rostro serio conteniendo sus ganas de ir a consolar a su amigo.
Se repitió lo de hace dos años, después del funeral de Imperio Ruso, Nazi tuvo que volver a su nación para comenzar a prepararse mejor para el día que tomaría las riendas del país, dejando a URSS sólo y un poco más cerrado sentimentalmente, claro, el menor de ambos no tenía idea de esto. Ambos pequeños con una enorme responsabilidad en sus hombros, uno de sacar adelante a su derrotado país y el otro de mantenerlo unido pese a las dificultades.
¿Qué les depara el destino? Muchos lo saben si nos fijamos bien pero, ¿podrán cambiar ese destino que les depara? Esperemos que sí, pero eso solo el tiempo lo dirá.
ESTÁS LEYENDO
Lo que el destino depara. T1
Ficção Histórica//RESUBIDA// Reich, un joven que tomó el poder luego de la desaparición de su hermano mayor Weimar, se encuentra de cara con las dificultades de mantener a una nación prácticamente en la ruina luego de la guerra en la que su padre participó. Hasta q...