•°~°Capítulo 26°~°•

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De la misma forma todo había llegado a pasar tan rápido, para Bennett los días en una casa acogeroda, frente a una chimenea cálida y un tazón de sopa que su madre le preparaba siempre con mucho cariño, fueron suficientes para revivir ese espíritu que lo hacía ser él mismo; ese joven veinteañero aniñado, abiertamente animoso pero por dentro portando esa negatividad suya, tras comprender que la vida real era algo bastante complicado de afrontar.

Pasar Navidad y Año nuevo en casa de sus padres sólo reforzaba esa vibra que le obligaba a creer que debía mantenerse tranquilo podía alivianar y refrescar su añoranza de libertad.

Supo entonces que en el humilde lugar en que pasó casi doce días, los mejores consejos fueron esas miradas de sus seres queridos que sin una sola palabra habían logrado hacerlo más fuerte y le entregaron confianza. Ya mismo junto a sus perros podría regresar tranquilo a afrontar su otra estética realidad junto a su nuevo ambiente; ese mismo que era tan centrado, tan rígido y distinto a lo que acostumbraba desde siempre en su crianza.

Había escapado justo a tiempo para poder pensar mejor, iba a ser el mismo de siempre, igual o más... astuto y decidido que antes.

Aunque sentía que una parte de él regresaba a su cuerpo al pisar la recepción del edificio, mirar a las pocas caras conocidas de allí y al ver como de a poco sus perros iban emocionándose una vez subieron por el ascensor hasta el décimo piso, donde su intacto departamento los recibió a los tres contagiandose de los animos de los canes y del dueño que antes que nada se quitaba la chaqueta y la coleta para, antes de lanzarse al sofá dispuesto a relajarse asegurarse de que sus perros estuvieran cómodos.

—Ya estamos aquí, bebés... yo... también estoy contento. —Bennett sonrió alegre, girándose para obsevar a sus perros correr a su dirección, meneando sus colas. Acarició las orejas de ambos canes y de pronto, como si se tratara de algo instantáneo pensó en cierta persona, pero...

«No». Se negó ante la idea. Antes necesitaba un tiempo para adaptarse, ponerse al día con su jefe y su director para responder a los constantes mensajes que le habían llegado con respecto al trabajo. Bueno, ya se había relajado bastante y no esperaba la hora de salir, tratar de pasar desapercibido y comportarse como siempre había hecho.

Pasó casi todo lo que quedaba del día mirando por el ventanal de la sala, el cielo brillante y de un blanco cegador junto a las ligeras rafagas de un viento helador, le hicieron ver lo lindo del día. Rozando de las cinco a las seis, decidido y ansioso, dejó unas amorosas caricias en la cabeza de sus perros tras tomar su celular, activar el volumen y meterlo a su bolsillo antes de cerrar la puerta a su espalda.

Respiró hondo, dispuesto a dar pasos calmos hasta... las escaleras.

Tembló como la primera vez que fue a verlo, con el recuerdo de cuando Ben lo miraba con un desprecio disimulado y su visita así como cualquier cosa relacionada con él, no era bienvenida. La única diferencia era que al menos estaba preparado para recibir cualquier queja al ir, para oírlo decirle cosas hirientes, para verlo fruncir el ceño, torcer los labios, cruzar los brazos o ya de plano cerrarle la puerta en la cara.

Sólo esperaba en serio que un milagro lo acompañase para poder arreglar las cosas, a su manera algo tonta de hacerlas, pero en verdad que anhelaba acabar con todo esto incluso si su presencia frente los hacía distanciarse más.

Ya estaba parado en la puerta, dudando como muchas otras veces no hizo, hasta que se armó de valor para tocar la puerta, nervioso.

A la misma vez...

Ben terminaba de beber un poco de licor. Tenía la televisión de la sala encendida con un volumen bajo, no la estaba viendo pero se conformaba con oír noticias repetitivas y sin chiste por un rato. Las cortinas se hallaban cerradas obligando a la poca luz que quedaba de la tarde a quedarse fuera.

 :・゚ "Detrás de cámaras" ・✧:・ [BxB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora