Capítulo 28

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-Vaya que interesante – murmuró, Eda mirando a todas partes – tiene buen gusto.

- ¿Qué es tan interésate?

-Que sigamos vivas, pero que tal si empiezas a buscar.

-Eso estoy haciendo – le responde Heily – Marcos guarda toda clase de documentos importantes de dentro de la pecera.

-Imposible.

Ella suspiró –Hay una caja fuerte que no es visible por la decoración –sonrió – como ves la pecera es enorme y es casi imposible que la puedan mover.

- ¿Cómo vamos a sacar los documentos sin que se mojen?

-Marcos me mostro como hacerlo, ves ese pequeño cuadrado que está en la esquina de la pecera – señaló.

-Si.

-Hay están los documentos, ahora hay que activarla con este control para que suba la barra y pueda sacar el agua.

- ¿Cuál es el truco?

-Hay que poner código, en caso de que te equivoques la alarma se activar y el control te electrocutara, luego de volver todo a la normalidad.

- ¿No se puede romper el vidrio?

-Los documentos están protegidos por un veneno potente que con solo un toque te matara al instante, claro solo se activa si pones el código mal o dañas la pecera – explicó mientras sacaba los documentos.

- ¿Y esto se te hacia normal?

-Cuando confías ciegamente en una persona... todo es normal.

-Debe ser duro para ti.

Ella sonrió – Lo es, le he enviado las fotografías al mayor.

-Regresemos.

-Primero debo devolver estos documentos a su lugar – dijo, y al escuchar la puerta abrirse su cuerpo se congelo.

-Vaya, vaya que sorpresa – él sonrió – Heily... ¿tienes una explicación?

-Yo...

-Viniste a visitarme. ¿Esperaron mucho?

-Sí, pero debemos regresar – interfirió Eda –no están esperando.

- ¿De verdad? – él sintió sin dejar de mirar a Heily – se irán tan pronto.

-Sí, nos veremos en otra ocasión – habló Eda tomando del brazo a Heily para salir – es hora de irnos.

Cuando estaban a punto de salir Eda fue tomada con fuerza del cabello y fue lanzada contra la pared, estrellando su cabeza durante haciendo que perdiera el conocimiento. Heily se quedó paralizada al ver a Simón se acercarse, la mirada de él era tan distinta a la que un día conoció.

-Entonces, ya sabes quién soy, ¿cierto?

-Déjala ir.

Él dibujo una media sonrisa y sacó un arma de su bolsillo apuntándole a Eda.

- ¿Debería matarla?

- ¿Realmente eres ese tipo de persona?

-Tengo un arma y le estoy apuntando a tu amiga. ¿Por qué sigues dudando?

-Simón... – ella intentó acercarse.

- ¡Deja de llamarme así! – gritó –. Soy Carmesí... – dijo, apuntándole con el arma – Simón nunca existió... todo fue falso –dijo, tocándose la cabeza con una mueca de dolor.

-Simón.

[...]

-Ahora no es momento, retírate – ordenó, el mayor.

UN DÍA DE OTOÑO  (en proceso )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora