•Pesadillas•

210 19 16
                                    

"¿Dónde estoy?"

Pensó el dulcero adormilado, mientras que una brisa fresca chocaba contra su rostro. ¿En dónde se había metido? Justo eso pensaba, abrió los ojos para encontrarse una luna resplandeciente brindándole una luz tenue y al mar enfrente de él, no tardo en darse cuenta de que estaba recostado en la arena. Se levantó rápidamente para luego estar sentado, se sacudió un poco la arena que estaba en su cuerpo. ¿Qué era ese lugar? Kevin se levanto despacio, pues todavía seguía algo dormido, miro a los lados para ver si había alguien cerca, a lo lejos se veía una figura, entrecerró los ojos para poder ver un poco mejor, era ¿Streber? Afortunadamente si era, lo vio a lo lejos sentado agarrando sus piernas con sus brazos, Kevin empezó a caminar hasta que llego donde estaba el vampiro.

Kevin: ¿Streber?

Le pregunto, sin embargo, él vampiro no le respondió, parecía estar dormido, el dulcero no sabía bien que hacer, así que despertó a su pareja que lentamente empezó a abrir sus ojos color negro.

Streber: ¿Qué pasa Kevin?

Kevin: Qué bueno que te despertaste. No se dónde estamos.

El dulcero seguía hablando, pero el vampiro seguía cansado, Streber empezó a cerrar de nuevo sus ojos para luego caer otra vez dormido, pero esta vez sobre el hombro de Kevin. El dulcero se había sorprendido un poco, pero de repente, se empezó a sentir agotado, no podía lidiar con eso, así que termino por caer dormido. Después de unos pocos minutos, Kevin abrió los ojos de nuevo, ahora se encontraba en... Ni el sabía que era ese lugar, era como estar flotando en la nada, estaba en una habitación completamente negra. ¿Qué estaba pasando? Eso quería saber, solo eso. Empezó a caminar un poco, hasta que unos brazos que se habían enganchado a su pecho y lo detuvieron, debía haberlo imaginado, era Streber, quién soltaba unas pequeñas risas.

Streber: ¿Te asuste?

Kevin: Un poco.

Streber: ¿Solo eso? Aw, me hubiera gustado que gritaras.

Kevin: Je, pues tendrás que seguir intentándolo, vampirito.

El dulcero se empezó a reír después de lo que había echo, y poco después, el vampiro también, los dos estaban cerrando los ojos felices todavía riendo. Poco después, el dulcero los volvió a abrir sus ojos, estaba en un lugar completamente diferente ahora estaba recostado en un campo de bellos tulipanes rosas, amarillos, naranjas y rojos, acompañados por una brisa fresca y un cielo azul celeste precioso. A su lado, como ya se lo esperaba, estaba Streber, estaba con los ojos cerrados respirando tranquilamente. De repente, el vampiro abrió los ojos, volteó a ver a su pareja y sonrió dulcemente, aquel lugar era precioso, Kevin lo tenía bien claro, pero la compañía de su novio lo hacía mas precioso. Le devolvió una sonrisa nerviosa y los dos miraron al cielo azul una vez mas y cerraron los ojos. El dulcero los volvió a abrir, ahora se encontraba en el mismo sillón dónde había dormido, ahora era de día y la luz del sol invadía la habitación, al parecer, Streber no había despertado aún, Kevin no sabía muy bien que hacer, así que empezó a acariciar suavemente el pelo del vampiro. Streber empezó a moverse un poco, y, el dulcero sin darse cuenta, el vampiro ya estaba acurrucado con él.

Streber: Gracias amor.

El dulcero se sobresalto, ¿amor? ¿En serio le había dicho así? Kevin se había sonrojado mucho, no sabía bien que hacer, así que empezó a cerrar lentamente sus ojos, era hermoso estar ahí, estaba con su pareja feliz y tranquilo, nada podía empeorarlo.

𝕃̲𝕠̲𝕧̲𝕖̲ 𝕆̲𝕗̲ ℂ̲𝕒̲𝕟̲𝕕̲𝕪̲ ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora