•La tienda de mascotas•

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Estaban ellos dos recostados y acurrucados juntos en el sofá viendo dibujos animados algo que le gustaba mucho al menor de los dos.

El dulcero se mostraba algo estresado y preocupado, después de aquella platica le era difícil lidiar con todo lo que de pronto le había contado al vampiro. Cada uno tiene problemas, pero los del dulcero eran bastante serios al parecer del menor.

Había un silencio que ponía mas ansioso a Streber, era un silencio incómodo aunque el televisor estuviera emitiendo sonidos. El dulcero se seguía preguntado si había hecho bien en contarle todo eso, mientras que el vampiro pensaba en una forma de hacerlo sentir mejor.

"¡Piensa! ¡Piensa! ¿Qué podría hacerlo sentir mejor?"

Le dolía la cabeza el solo pensar en que podría hacer. Hasta que una idea se le metió en la cabeza.

Cuando aún cursaba la secundaria había escuchado métodos para reducir la depresión, o al menos eso pensaba, no estaba seguro si lo había leído en una página aleatoria o simplemente lo había oído.

Uno de los métodos era el tener una mascota, aunque el vampiro ya era bastante parecido a un cachorro pequeño que necesitaba ser cuidado, siempre estaba en su mente el como sería tener un perro o un gato. Aparte, tenía ganas de salir.

Sacó su teléfono y empezó a buscar alguna tienda de mascotas cerca de su hogar.

- ¿No se supone que verías la tele?

Streber se sobresalto y trato de ocultar el teléfono aunque había dejado la pantalla hacía arriba de modo que cualquiera podría verlo.

- ¡Oh! Em, ¡no es nada!

Hablaba nervioso, quería que fuera una ligera sorpresa. El dulcero se acercó mas para ver lo que estaba en el teléfono del menor.

- ¿Por qué estás buscando tiendas de mascotas?

Al darse cuenta de su error, Streber apagó su teléfono rápidamente. Cuando el dulcero entendió que no quería que viera, volvió a dirigir su atención al televisor. El vampiro, al saber que ya no corría peligro su pequeña sorpresa, o como el lo había llamado, suspiro y decidió hacerlo en otro momento.

Al día siguiente...

- Bueno, tengo que ir al trabajo. Tal vez mañana podríamos ir a tomar un helado o algo.

- ¿Qué?

El vampiro no lograba oír bien pues apenas había despertado. El dulcero sonrió dulcemente y se dirigió hacia el antes de salir de la habitación y dejo un beso en su frente.

- No importa, llegaré a la misma hora de siempre. No te metas en problemas.

- ¡No lo hare!

Cada vez que lo veía le recordaba a un pequeño niño, algo que le encantaba de el, sobre todo, lo infantil que era a diferencia de él.

- Adiós, nos vemos en la noche.

- ¡Adiós!

Diciendo esto cerró la puerta de la habitación y se fue.

Tan pronto el dulcero se había ido, Streber volvió a buscar lo que no había podido ayer ya sin ninguna preocupación de que el mayor de ellos se diera cuenta. Mientras buscaba se topó con una que se veía linda y cerca de ahí, busco fotos y casi moría de ternura al verlos todos. Todos se veían tan lindos y tiernos que le daban ganas de tenerlos todos.

"Bien, guarda la calma, por mas que te quieras quedar con todos debes ir primero con Kevin."

Le entristecía un poco el pensar que tendría que esperar hasta mañana para ir, pues cuando llegara su novio ya sería muy tarde y probablemente el solo quisiera descansar cuando llegase.

𝕃̲𝕠̲𝕧̲𝕖̲ 𝕆̲𝕗̲ ℂ̲𝕒̲𝕟̲𝕕̲𝕪̲ ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora