•Secretos.•

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Era un día como cualquier otro, eran las 9:00 de la noche, y dentro de una tienda se encontraba el dulcero, queriendo ya irse a su hogar, aunque esos días no estaba tan activo, aunque para ser sinceros jamás lo estaba. Pero era cierto que estaba más deprimido que en otros días, pero por una razón en particular, el recordaba muy claro que hace unos días unos chicos estaban molestando al vampiro, pero al parecer el no quería hablar de eso. Lo que provoco que Kevin estuviera un poco mas inseguro, ¿acaso el vampiro no le tenía la confianza suficiente? Esos pensamientos habían provocado que el dulcero estuviera un poco triste. Pero sabía que si su pareja no quería hablar de eso debía respetarlo, aunque si quería saber lo que le pasaba. Paso una hora y ya se había acabado el turno de Kevin, apagó todas las luces de aquel lugar y cerró la tienda y fue a su casa a descansar. Mientras tanto con el vampiro, estaba recostado en el sofá, viendo su celular, estaba aburrido, solo esperaba a que el dulcero llegara. Aunque esos días estaba mas aburrido que de costumbre, quería ir a algún lugar con el, pero el también lo había notado algo desanimado, o bueno, mas desanimado, pero sin duda alguna, eso no iba a de tener al pequeño murciélago.

Al día siguiente...

Era un día libre para el dulcero, ya eran las 10:38 de la mañana, esos dos aún no se levantaban, y con mucha razón, los dos tenían el día libre después de todo. Solo que esta vez el vampiro se despertó primero, algo que no era normal ni para el dulcero ni para el mismo. Fue al baño a lavarse la cara y a tomar una ducha. Al terminar, encontró al dulcero en la cocina, haciendo el desayuno olía a pan tostado y tocino, y como ya era costumbre el dulcero ya estaba tomando su café de todas las mañanas. Había dejado un plato con su desayuno y un vaso lleno de jugo de naranja, Kevin ya estaba tomando con un tenedor un trozo de tocino y metiéndoselo a la boca. El vampiro se acercó a el y lo abrazo.

- Buenos días caramelito.

Tan solo esas palabras eran suficientes para sonrojar al dulcero, estaban tontos el uno por el otro, Streber fue a su asiento y empezó a desayunar. Hasta que una idea se metió en su cabeza.

- Oye, Kev, ¿podemos ir al parque?

- No.

- ¿¡Por que siempre me respondes que no?!

El dulcero solo se rio y siguió comiendo.

- Y que ni se te ocurra intentar convencerme. Hoy quiero descansar.

- Aw, ¿por favor? ¡El día esta precioso!

Kevin no podía negar eso, pero incluso en un día tan precioso como ese el dulcero se resignaba a salir. El vampiro obviamente quería salir y convivir con el, pero el dulcero estaba claro que no. Pero el ya sabía como convencer a su pareja, se acercó a el como ya era costumbre y empezó a besar todo el rostro del dulcero, pero el no daba señales de que fuera a cambiar de opinión. Tomo un sorbo de su café y se volteó a ver al vampiro.

- Buen intento, pero así no lograras convence- .

Antes de que pudiera terminar su frase, Streber se acerco haciendo que sus labios chocaran en un beso. Streber, para asegurarse de convencer al dulcero, metió su lengua, haciendo que el que estaba en frente de el se sonrojara considerablemente, con solo ver su cara ya sabía que lo había convencido. Al separarse, lo que vio el dulcero fue la sonrisa victoriosa del vampiro.

- Eres un tonto.

- ¡Querrás decir un genio! Ahora ven, vamos a cambiarnos e ir al parque.

El murciélago tomo de la mano a su pareja y fueron a la habitación para cambiarse, estaban vestidos como normalmente lo estaban, Kevin, con su camisa rosa y sus jeans azules. Streber, con una de sus camisas rojas que tenía un murciélago en ella y unos pantalones de mezclilla. Salieron de su casa hacía el parque, mientras caminaban por un camino de ahí, el vampiro noto que el dulcero seguía algo molesto. Así que decidió preguntarle que pasaba.

𝕃̲𝕠̲𝕧̲𝕖̲ 𝕆̲𝕗̲ ℂ̲𝕒̲𝕟̲𝕕̲𝕪̲ ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora