Capítulo 32: Dumbles Troubles

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El director Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, Brujo Mayor del Wizengamot y Mugwump Supremo de la Confederación Internacional de Magos, estaba sentado en su silla pensando en todos sus planes. Era un anciano de 110 años, con una larga cabellera blanca y una barba lo bastante larga como para metérsela en el cinturón si quisiera. Se aseguraba de llevar las gafas puestas para mantener un brillo de abuelo en los ojos, una sonrisa amable y un aire de omnisciencia. Se aseguró de que las últimas generaciones acudieran a él en busca de ayuda y consejo.

Miró su tablero de ajedrez con las piezas etiquetadas. Estaba ansioso por ver qué haría la pieza más nueva este año. El joven Harry Potter llegaba a Hogwarts este año, donde Albus se aseguró de que sería él quien sería visto como mentor y salvador de la familia Dursley. Hace unos años notó que había dejado de recibir cartas de su espía, Arabella Figg, pero no se preocupó. Los mensajes originales demostraban que Vernon y Petunia lo escuchaban y su arma sería lo suficientemente mansa como para que él la manipulara.

Estaba esperando a que Hagrid subiera a su despacho para pedirle que fuera a buscar a Harry a casa de su tía. Allí se aseguraría de que Hagrid mencionara el lado luminoso, Gryffindor y lo malvado que es Slytherin. Tendría que volver a dosificar a Minerva McGonagall y a Severus Snape para que le fueran leales, y a Severus para que odiara a Harry. Hizo que un contacto en el Callejón Knockturn creara un whisky de fuego con la poción para Severus, que éste no podría detectar debido al ardor de la bebida. También hizo crear un whisky escocés para Minerva, que sabía que ella aceptaría y bebería antes del comienzo del curso.

-Ah Hagrid, muchacho, pasa- Dijo cuando oyó que llamaban a la puerta.

-¡Buenos días, director!- bramó Hagrid al entrar. Era un hombre extremadamente alto, de barba espesa y aspecto desaliñado. Era en parte gigante con un corazón de oro, pero muy fácil de manipular.

-Hoy tengo una tarea muy importante para ti, muchacho. Te confío esto y necesito tu ayuda para guiar al joven por el buen camino-. Dijo Dumbledore. Se inclinó hacia adelante para mirar a Hagrid a los ojos.

-Por supuesto, director-. Hagrid dijo con una sonrisa radiante en la cara.

-Necesito que vayas a Surrey y recojas al joven Harry Potter para que coja su material escolar y luego, mientras estás en Gringotts, necesito que recojas el paquete de la cámara 713-. Dijo Albus entregándole las dos cartas que había hecho. Una que escribió a mano para Harry que excluía algunos de los libros importantes sobre la asimilación a la cultura para los nacidos y criados muggles, así como la carta para los duendes con el permiso para que Hagrid se llevara la piedra.

-¡Oh, gracias, Director! No había visto al pequeño Harry desde que era un bebé- Hagrid casi lloró de felicidad. Cogió rápidamente las cartas y el paraguas y se levantó para marcharse.

Hagrid caminó hasta las afueras del pabellón, donde llamó al autobús noctámbulo para que lo llevara al número 4 de Privet Drive, en Little Whinging, Surrey. El vecindario tenía un aspecto muy diferente a la luz del día, ya que todas las casas tenían el mismo aspecto básico. Si no fuera por los números, Hagrid no sabría a qué casa debía ir. Llamó a la puerta y le abrió un hombre de mediana edad, de pelo castaño y ojos marrones. Parecía tener unos 45 años y no se parecía en nada a Vernon Dursley.

-Buenos días, vengo a buscar a Harry-. Hagrid saludó al hombre que supuso era Vernon Dursley. Nunca había visto o conocido a los parientes cuando dejó al pequeño Harry diez años atrás.

-Lo siento señor, creo que se ha equivocado de dirección, aquí no hay ningún Harry-. Dijo el hombre preparándose para cerrar la puerta.

-Esta es la casa de los Dursley ¿no?- Preguntó Hagrid después de volver a mirar el número.

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