¿Amor? - Pedri, Ferran y Gavi

Tortitas

La alarma estaba sonando, pero ninguno de los dos nos movíamos.

Me acurruqué más y Gavi estiró la mano para apagarla, tirando de mi más hacia él.

- Tenemos que coger el vuelo, princesa. -murmuró.

- Cinco minutos más. -murmuré en su cuello.

No me quería levantar, tenía sueño.

No.

La verdad era que no queria volver a Barcelona.

A Harry.

Me negaba después de estos días.

- ¡Jude! ¡te guardamos sitio para desayunar tortitas si te das prisa! -la voz de Eric sonó en el otro lado de la puerta.

Abrí mucho los ojos y me levanté corriendo.

Tortitas.

- Ahora si que te levantas, me lo apunto. -soltó una risita Gavi, mirándome desde la cama.

- Son tortitas, ¿quién dice que no a eso? -hablé de forma muy obvia.

Él soltó otra risa y me miró.

- Estás preciosa. -murmuró mirándome de arriba abajo.

Iba totalmente despeinada, con solo una camiseta enorme y arrugada y los ojos aún medio dormidos.

Me metí al baño, avergonzada de que me hubiese visto así y salí una vez estuve lista.

Gavi estaba apoyado al lado de la puerta con su teléfono, listo para salir también.

Salimos los dos, directos al comedor, él pasó un brazo por mis hombros y al llegar, eso era una maldita jungla.

Todos gritaban y tironeaban de las cosas.

Xavi les gritaba que bajasen la testosterona y yo solo pude reírme ante la situación.

- ¡Jude, aquí hay un sitio! -gritó Eric de nuevo, saludándome.

Le di un golpecito en el hombro a Gavi y me separé de él.

- Suerte en conseguir tortitas. -me dijo con una risita.

Él se sentó al lado de Lewan y yo corrí con Eric.

- Dime porfavor que me has guardado tortitas. -le pedí al sentarme.

- ¡No he conseguido ni para mi! -gritó indignado.

Yo solté una carcajada.

- Yo tengo las tuyas, cariño. -la voz de Pedri, aún algo ronca por haberse despertado hacia poco, me hizo girarme hacia él.

Se sentó a mi otro lado con un plato en las manos.

Había tres tortitas, con chocolate blanco y un poco de plátano.

Lo miré boquiabierta.

Eran mis favoritas.

- ¿Cómo? -pregunté sin entender como lo había sabido.

- Come antes de que todos se abalancen sobre ti. -sonrió.

- ¿Tu has comido ya? -pregunté.

- Me he comido dos y te he guardado esas a ti, sabía que no iban a quedar cuando bajáseis Gavi y tu. -contestó.

Seguía sin creermelo.

Me giré hacia el pobre Eric, que miraba mi plato mientras se le caía la baba.

Cogí una tortita y se la puse en su plato.

- Jude, eres la mejor del mundo, por favor no nos dejes nunca. -habló abrazándome con fuerza.