28- ❝Furry❞.

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Narrador omnipresente:

La furia de los ventrexianos es tal que han sido capaces de hacer durar una guerra por mil años, y en todos estos años no se había visto un ser tan despiadado tal como lo es Avocato, prácticamente se alimentaba de la sangre de sus enemigos, se decía que él solo podía liderar todo un genocidio de tryvulianos, si fuera por él, la guerra habría terminado desde hacía años, pero hay algo que lo detenía de liberar todo su potencial... y ese algo era un ventrexiano de pelaje dorado, un ventrexiano que literalmente pareciera la antítesis de lo que es Avocato, a pesar de que puede volverse violento y asesinar sin problemas, el joven Gary siempre solía mantenerse positivo y bromear acerca de las desgracias que los rodeaban, tal vez fue eso lo que animó a Avocato a empezar a salir con él. Fue tanta su cercanía que le construyó un búnker para ambos poder estar a solas al menos por un rato.

Un día, tras una batalla ganada, ambos regresaron bastante heridos a su búnker y comenzaron a sanarse sus heridas mutuamente, tras cubrirse de vendas y parches ambos se acostaron en su pequeña cama, suspirando del cansancio, no parecían querer ponerse muy comunicativos, pero tenían que hacerlo, eran pareja, tenían que hablarse.

–Así que...– Gary fue quien decidió atreverse. –Vaya batalla ¿eh?– Sonrió como pudo.

–Sí... una más de miles– Contestó Avocato algo cansado.

–Lo sé... esto es un asco, ojalá pudiéramos huir de Ventrexia, viviríamos libres tales como vercéxs saltando sobre polvo estelar, ¿no crees que es un sueño?

–Bueno... he... buscado una forma de conseguir una nave para nosotros y creo que la encontré– Las orejas del rubio se movieron con atención.

–¿¡Qué!? ¿¡Enserio!?– Se colocó encima suyo mirándolo con sus ojos tan brillantes.

–S-Sí, un tipo de otro planeta vino a darme una oferta de trabajo, sólo debe ver mis hazañas como guerrero y me aceptará, mañana lo veré en el palacio real– La felicidad de Gary pronto se le contagió y dejó mostrar sus dientes en una sonrisa.

–¡Es tan asombroso!– No pudo resistirlo y comenzó a besarlo con dulzura. Claro que estando encima de este y restregando todo su cuerpo contra él no es tan inocente que digamos.

Avocato acarició sus muslos y fue subiendo hasta meter su mano por debajo de su camisa, acarició esas bellas cicatrices bajo sus pectorales, lo hacían ver más rudo, finalmente lo miró perdidamente extasiado, sonríe de manera pícara y alza una de sus cejas, una cara que vulgarmente se diría que es de "hay que coger". Gary entendió la indirecta, no era idiota, claro que quería hacerlo pero ¿era lo correcto? Estaban en un búnker con una guerra literalmente pasando encima suyo; sí, admitiría que estaba un poco urgido pero ¿así de urgido? Pues cuando sintió la rodilla del contrario tocar su intimidad supo que sí.

–Primero que nada, ¿tienes protección?– Detuvo los movimientos de la rodilla en su parte íntima para hablarle seriamente, amaría ser preñado por tremendo ventrexiano pero ahora no es el momento ni el lugar ideal para tener un bebé, ya lo habían hablado y estaban de acuerdo.

–Sabes que sí baby, tengo suerte de que aún sigan produciendo estas cosas y en buena calidad– De una caja de cartón en la mesa de noche sacó un paquete de condón.

Gary sonrió y se quitó las ropas para después ayudar al de pelaje azulado a hacer lo mismo, ambos al estar libres de sus ropas se miraron, cuantas cicatrices por bombas, disparos, apuñaladas, cada una contaba su historia, era hermosa, una historia que les permitió conocerse, Avocato notó la cadera ligeramente más ancha del rubio, algo que con su uniforme de soldado oculta, y eso sólo lo prendió más. Gary decidió dar el primer paso y tomó con delicadeza el pene de su pareja, acariciándolo con suavidad, procurando prestar atención más en la glande, cuando ya estaba algo duro, abrió el sobre sacando el condón y colocándolo cuidadosamente sobre el pene.

–¿Huelo menta?– Soltó unas pequeñas risas.

–¡Estaban en oferta! Menta, chocolate, fresa, hasta sandía– El de pelaje amarillo a veces creía que se había juntado con un hombre con mentalidad de un niño de 15, pero reconsidera sus palabras y, para ser honestos, él habría hecho lo mismo.

–Vamos a ver si es cierto– Abrió las piernas musculosas de este con sensualidad para meterse el falo en la boca, estaba impresionado, tanto por el grosor del miembro, como el hecho que de verdad sabía a menta, la tecnología en condones cada vez le impresiona más, no se sorprendería si algún día existe uno que brilla en la oscuridad.

–¿Y qué tal?– El contrario dio un largo lengüetazo para sacárselo de la boca.

–Fresco– Subió hasta estar en su pecho. –Tú turno– Se acomodó boca abajo para acercar su intimidad al rostro del contrario, rápidamente comenzó a lamer haciendo que se estremeciera y para no quedarse sin hacer nada, empezó a acariciar nuevamente el miembro erecto para animarlo más a seguir haciendo su trabajo.

Sentía los lengüetazos, los chupetones, las lamidas, era tan excitante que no se lo podía creer, no aguantaría, sus piernas comenzaban a tener contracciones, sentía su orgasmo cerca, lo único que pudo hacer fue acercarse más y gemir en lo que sentía como se venía; Avocato estaba más que en el paraíso, amaba probar los fluidos de su novio, eran dulces y le dejaba un olor tan tentador.

–Dios, somos unos pervertidos...– Mencionó entre suspiros el rubio. –Si alguien nos viera...– Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir cómo el ventrexiano lo jalaba para acomodarlo encima suyo rozando intimidades.

–Pero nadie nos está viendo– Comenzó a introducir su falo lentamente mientras que su pareja le ayudaba relajándose para hacer más fácil la inserción.

Al tenerlo todo adentro se quedó un momento quieto, aún no era fácil, pero le encantaba, comenzó a moverse cuando se sintió listo, era una maravilla tener sexo con su pareja, entre tanta guerra algunas necesidades debían ignorarlas pero finalmente poder desahogarlas se sentía tan bien, amaba tanto a su pareja y que fuera el general lo hacía mucho mejor, pronto podrían irse lejos de este planeta destruido, por eso tenían sexo esta noche, celebraban ese éxito, celebraban su futura vida, celebraban su futuro matrimonio. Pensar en todo esto emocionaba al de pelaje dorado causando que cada vez fuera más rápido y fuerte, el de pelaje oscuro se sorprendió pero trató de seguirle el ritmo, estaba siendo demasiado.

El de arriba colocó sus manos en su pecho, agarrando con fuerza uno de sus pectorales, estaba en extasis, el de abajo soltó un grito porque le dolió, ya que enterró sus garras, pero le ayudó a acercarse a su orgasmo también, sostuvo con fuerza la cadera del rubio para obligarlo a mantenerlo en esa posición mientras se venía en el preservativo. Ambos suspiraron aliviados, había sido un buen rodeo, al final se miraron a los ojos y se dieron un dulce beso, iba a ser la última vez que tendrían sexo en un búnker, y una vez que estuvieran fuera de Ventrexia, estarían listos para formar una familia.

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