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Desperté, un sábado soleado. Me hice un buen café y me senté en la cocina, a tomarlo. En ese momento, un mensaje de Nanami llegó a mi móvil.
"¡Naaaaatsu! ¡Buenos días! ¿puedo ir esta tarde a estudiar contigo? Un beso"

Obviamente, le dije que sí.

Unas horas después llegó Nanami a casa. Estuve ayudándola con esa asignatura que tanto le costaba.
Tan concentradas estuvimos que se nos hizo de noche, asique Nanami se quedó a cenar.
- Será mejor que te acompañe un poco-le dije- no quiero que vayas sola.
-Natsuki, no pasa nada, de verdad.
- Insisto-sonreí- y no acepto un no por respuesta.

Salimos, la noche era cerrada, solo la luz de la luna asomaba de vez en cuando.
Mi casa estaba algo escondida, haciendo que al salir, pasásemos sin remedio, por unos cuantos callejones.

La acompañé hasta la calle principal, teniendo que volver yo sola.

En ese instante, mi mente empezó a hacer de las suyas, y recordé la noticia de los veinte asesinatos del Distrito 4.
Se puso la carne de gallina y aceleré el paso.
En la oscuridad, vi una sombra a gran velocidad, pasando de lado a lado. Asustada, fui más deprisa, pero no valió de nada.
Segundos después, una figura apareció delante de mi.
-¿A donde vas tan deprisa?-dijo con una voz profunda y tenebrosa.
-Y-yo...po-por favo-favor-mi voz temblaba.
-No intentes rogarme...-rio- estoy hambriento.
Me quedé paralizada. Sabía que iba a morir. Esos eran mis últimos instantes de vida, hasta que esa alimaña me devorase. El pánico que sentía había hecho que mi sangre se helase, y que lo único que hiciese fuera dejar caer las lagrimas que se acumulaban en mis ojos.
-Oh, pobrecita, no llores. Intentaré que no te duela, aunque va a ser difícil, dado que mi intención es abrirte en canal y comerme tus entrañas- avanzó hacia mí lentamente, mientras de su espalda, aparecía algo que no podía reconocer en la oscuridad y que iba retorciéndose en su camino hasta mi.

Mi fin llegaba, pero yo no quería morir. Empezó a faltarme el aire y a sentir que me ahogaba, un ataque de ansiedad venía.

Mientras agonizaba en mi misma, otra sombra, mucho más rápida apareció detrás de la primera. Genial, ahora eran dos. Creía.
A toda velocidad, atravesó con esa especie de "tentáculos" al primer ghoul, o eso me parecía, ya que mi vista se nublaba por momentos.
Estaba a punto de desmayarme, las piernas me fallaron, iba directa al suelo, cuando algo evitó mi caída.

Pero no supe lo que fue, pues para entonces, ya no estaba consciente.

Watashi o sukuimasu (Tokyo Ghoul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora