XI

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Estaba todo oscuro. Muy oscuro. Apesar de tener abiertos los ojos, no distinguía nada. Parecía estar en una habitación, pero no distinguía nada dentro, solo una fria pared de piedra y un suelo del mismo tipo. Apoyé mi cabeza en la pared e hice intento de levantarme pero no pude. ¿Qué me ocurría?

Tras varios intentos fallidos, del lado izquierdo de la habitación se abrió una puerta metálica. Entró alguien con una máscara blanca con una boca muy grande en medio. Asustaba bastante, no era tan adorable como la de conejo de Touka.
Tenía además una especie de coleta alta, que sujetaba un largo pelo oscuro.
Se acercó a mi, yo solo podía mirarle. Inspiraba una fuerza increíble, intimidaba y ni siquiera sabia si me estaba mirando.
-¿Noro?¡Noro! Deja de asustar a la pobre chica. ¿Quién te ha dicho que entres ahí? ¿eh?- dijo una voz muy aguda, femenina probablemente.
Noro, que debía ser ese ser corpulento y siniestro, salió de la habitación.
-Muy bien Noro, déjame encargarme a mi.
La voz aguda entró en la habitación. Parecía una momia, envuelta en vendas. Además llevaba como un vestidito con capucha. Era el ghoul de la noche última noche que vi a Ayato.
-Hola, pequeña luna-sonrió asomándose por la puerta- te llamo pequeña luna porque tu nombre significa eso, ¿no?
-En realidad es luna de verano-musité débilmente.
- ¡Oh! Tienes razón. Pero voy a dejarlo en luna, sino es muy largo.
Se acercó a mi y me acarició el pelo. No podía ver su cara, no podía ver lo que quería transmitirme pero en cierto modo podía sentir que tenía cierta compasión por mi.
- Verás mi pequeña luna de verano- dijo agachándose a mi lado- te sentirás débil ya que te suministramos un tranquilizante muy fuerte. Los humanos podéis ser realmente irritantes si estáis muy activos.
- ¿Puedes decirme donde estoy?
- Lunita, estas en las entrañas de Aogiri.
Abrí mis ojos como platos. Sabía que esta gente podrían ser de Aogiri pero jamás que estaría en su sede. Ahora si que tenía miedo. Todos los ghouls de aquí eran asesinos de sangre fría, sin escrúpulos y sedientos de sangre.
- ¿Quién me trajo hasta aquí? -miré a la chica que parecía entender mi miedo a permanecer aquí, ya que acariciaba mi pierna tranquilizadoramente.
- Uno de nuestros miembros, Naki. El pobre sigue dolido por la muerte de Yamori, por eso debió de seguir a Kaneki y... te encontró. Pero mi pequeña luna, tú buscabas a Ayato, ¿cierto?
Asentí. Me sentía mucho más despejada.
- Pobre Ayato... se saltó las normas arriesgándose a esto... a estas alturas debería saber que a los humanos no los rescatamos los miembros de Aogiri.
La voz aguda empezó a reírse de forma siniestra. Necesitaba salir de ahí ya.
- Debes tener hambre.-dijo repentinamente- Aquí no tenemos mucha comida... "para humanos" pero algo encontraré. Por cierto, me llamo Eto. ¡Grita mi nombre si te quieren comer!
Y riendo, salió.

Había dejado la puerta abierta, por lo que la habitación estaba más iluminada. Divisé que, como sospechaba, estaba casi vacía, excepto al final que había un colchón viejo con algún que otro muelle fuera de su sitio.
Me arrastré hasta él, y me quedé dormida un tiempo, hasta que Eto volvió.
-¿Lunita? ¿lunita te has dormido? ¡Despierta pequeña que tengo tu comida!
Abrí los ojos y vi en una bandeja un par de sándwiches. Uno parecía vegetal y el otro de jamón york y queso.
- Puede que no parezcan muy apetecibles pero es lo que he encontrado -dijo y me dejó la bandeja- ¡come y vuelvo por ti!

Devoré los sándwiches a gran velocidad. Parecía haberme regenerado completamente pues ya podía caminar.

Me levanté del colchón y caminé hacia la puerta, pero antes de que pudiera siquiera divisar nada, apareció Eto.

-Ahora que estas mejor... ¿damos una vuelta turística por Aogiri?-rio siniestramente otra vez- ¡te va a encantar!

Me cogió la mano y corrió tirando de mi por ese tétrico lugar.


Watashi o sukuimasu (Tokyo Ghoul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora