II

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Amanecí en mi cama, con un enorme dolor de cabeza. Parpadeé un par de veces para adaptarme a la luz y lo recordé.
"¿Quién me trajo a casa? ¿Cómo sabía donde vivía? ¿Qué era? ¿Me... salvó?"  pensé y comprobé mi cuerpo con las manos, verificando así que no tenía ni un rasguño.

Me levanté de la cama directa a tomarme el café y puse la radio para distraerme, cuando el locutor consiguió que de primera hora de la mañana, quedase paralizada.

"Última hora. Las autoridades japonesas informan de que se ha hallado un cadaver de un ghoul en el Distrito 20. Nadie sabe si esto puede ser por dominios de territorio o algún tipo de enfrentamiento casual entre ghouls, aunque esto son solo especulaciones de un servidor..."

Apagué la radio. No cabía duda. Ese asesinato se efectuó anoche, en mi distrito, un ghoul contra otro ghoul, estaba claro que se refería a lo que yo viví.

No paraba de preguntarme porque ese ghoul me salvó de morir. Quizás tenía fijación conmigo, y quería comerme. Pero, en ese caso, ¿por qué me llevó a casa? ¿por qué no me comió cuando me tenía?

Negué con la cabeza. Especular no me serviría de absolutamente nada, lo mejor sería preguntarle al ghoul, a pesar de que recorriese un escalofrío de pies a cabeza solo de pensarlo.
¿Pero como? ¿Cómo iba a encontrarme con él de nuevo? Además, los ghouls comen personas, ¿por qué no iba a cambiar de opinión y matarme en ese instante?
No tenía ni idea de sus intenciones conmigo, asique decidí no darle más vueltas, al menos en ese momento.

Los domingos eran días lentos y pesados. Me puse a estudiar, no me apetecía salir de casa, ya no me sentía segura.
De repente, divisé a alguien que parecía observarme, desde los arboles, que podía ver desde mi ventana a unos metros de mi casa, asomado. Pero solo duró unos segundos, desapareció.
Cerré con llave ventanas y puertas. ¿Acaso alguien me acosaba? Y de ser así, ¿era un ghoul el que lo hacía? Me entró el pánico.
-Espera - me dije- tú me darás las respuestas.
Salí a la pequeña terraza de la casa que daba a la arboleda. Le busqué con la mirada, pero no le encontré.
- ¿Dónde estas...? -susurré.
-Aquí -una voz surgió tras de mi, que provocó que me girase en un movimiento, muerta de miedo.
Al principio, solo le miré, paralizada. No quería hacer ningún movimiento, como si de un tiburón se tratase, atento a cada parte de mi para atacar y saciar su hambre.
Parecía un adolescente, más o menos de mi edad. Su pelo era blanco, completamente, parecía natural. Llevaba una máscara negra que le tapaba un ojo y la boca, dejando solo uno de los ojos visibles.
Pasé unos segundos observándole, sin articular palabra, hasta que tuve el valor de hacerlo.
- A-ayer, tú.... anoche, es-estabas. Estabas cuando me iban a... iban a matarme.
- Sí- su respuesta fue fría, instantánea, sin nada más que decir.
-¿Por qué? ¿Por qué me salvaste? ¿Por qué no dejaste que me matara? ¿O acaso tienes fijación conmigo y quieres comerme?- me sorprendí de la valentía que le había echado, aunque mis piernas temblaban. Él rio brevemente.
- No quiero comerte - me sorprendí- de hecho, no quiero hacerte daño. Ni que te lo hagan-se acercó un poco a mi- y deja de preguntártelo, no te estoy acosando, ni espiando, ni tengo una obsesión insana y demente contigo.
Me quede callada un momento, procesando. ¿Realmente mis suposiciones eran ciertas y me había salvado?
- ¿Entonces? Quiero decir, ¿qué interés puede tener el depredador en la presa a parte de cazarla?-se acercó a mí, bastante.
- Te protegeré
Y sin más, desapareció en la oscuridad.

¿Tenía un protector? Y lo más importante, ¿mi protector era mi depredador?

Watashi o sukuimasu (Tokyo Ghoul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora