XV

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Me dejé llevar por Kaneki. Dejé que metiera sus manos bajo mi camiseta, que se deshiciera de esta y que sus besos recorrieran mi cuello de arriba a abajo, dejando pequeñas marcas aquí y allá. Su cuerpo ardía, ardía sobre el mío. Decidí quitarle pues, su camiseta. Ya le había visto sin ella antes pero esta vez se me hacía todo nuevo. 

Una de las manos de Kaneki alcanzó el broche de mi sujetador y lo desabrochó, dejándolo caer. Así pues su boca fue directa a mis pechos, haciendo que mis ojos se cerraran y de mi boca solo salieran suspiros. Sus labios atrapaban mi piel provocando en mi escalofríos y podía notar como algo crecía en sus pantalones.

- Eres....?

-No-corté rápidamente a Kaneki y le besé. 

Era obvio, no era virgen. No era la primera vez que había llegado lejos con un chico, aunque tampoco era una experta. 

Aunque... nunca había estado con un ghoul... en ese caso ¿era virgen? 

¿Y si no lo hacía bien?

¿Y si no era suficiente?

¿Y si...?

-¿Estas bien? -Kaneki interrumpió mis pensamientos, y era lógico pues de repente estaba rígida.

-S...si, tranquilo-puse una media sonrisa y acaricié su pelo, pero él se levantó.

-Natsuki, no quiero que te obligues a nada por mi.

Él se quedó de pie al final de la cama y se giró hacia mi. Tenía miedo, podía verlo en su mirada. 

-Kaneki estoy bien, vuelve aquí...-di unos golpecitos a mi lado en la cama pero él los ignoró mirando por la ventana.

-Se me ha ido de las manos... -susurró.

- ¿De que hablas?

- De mis sentimientos por ti, Natsuki. -me quedé helada- Tú eres una humana, y yo un ghoul, un monstruo. Todos me temen, y tú deberías temerme. Y sé perfectamente lo que siento por ti, sé que me gustas, que me encanta todo de ti. Adoro como sonríes con cualquier cosa solo por hacer sentir bien a los demás, o como te ruborizas con cualquier broma que te hago, o como coges a Hinami; todo lo haces bien.

Suspiró frustrado, como si reconocerlo le costara y le apagara.

- No te temo porque no me has dado ningún motivo para ello. Me salvaste la vida, varias veces además. Kaneki por favor... quiero esto, de verdad.

Él me miró y sonrió leve, como si hubiera dicho alguna locura.

-No sabes lo que dices, Natsuki. 

-Quizás no lo sepa-dije levantándome de la cama acercándome a él- quizás no tenga ni la más remota idea de lo que te digo, o simplemente ni lo esté pensando. Pero precisamente por eso, porque no lo pienso, es puro. Sale de mi corazón. Mi vida era miedo cuando no estabas en ella y tú me has dado otra perspectiva, otra forma de ver el mundo y los seres que me rodean. Tú no me das miedo ni me aterras, me das paz, seguridad y mucho más.-le abracé por la espalda- Quizás tus sentimientos por mi se te hayan ido de las manos, pero yo hace ya tiempo que no controlo los míos por ti, Kaneki.

Se giró mirándome y me agarró de la mejilla. Sonrió mirándome a los ojos, esos ojos negro y rojo que sin querer y sin control, necesitaba en mi vida cada segundo. Me besó despacio y poco a poco volvió a acariciar mi cuerpo, cada centímetro de mi.

Sus caricias se tornaron cada vez más pasionales y nuestros cuerpos volvieron a necesitarse el uno al otro cada vez más y más cerca. Rodeé su cadera con mis piernas y él besó mi cuello de nuevo. Su mirada ardía cada vez que nos mirábamos, pero supongo que la mía también.

Desabroché sus pantalones torpemente y los dejé caer. Dios mío iba a pasar.

Kaneki me dejó caer en la cama deshaciéndose de sus pantalones y volviendo a ponerse sobre mi. Notaba su erección entre mis piernas, haciendo roce. No podía parar.

Él me quitó los pantalones junto con mi ropa interior, todo seguido, quedando completamente desnuda en su cama. Mi respiración se aceleró cada vez más. Él me observó lentamente, como si fuera la última vez, cada parte de mi. Yo me ruboricé ante sus ojos pero tampoco me cortaba, no le perdía de vista ni un segundo.

Volvió a mirarme y bajó su mano entre mis piernas, acariciándome. Cerré mis ojos dejándome llevar, no sin llevar mi mano a sus boxers, dejándolos fuera de juego. Acaricié su duro miembro, sin parar de suspirar por lo que hacían en mi sus manos.

-No aguanto más, Natsuki-susurró y yo asentí, tampoco aguantaría mucho más.

De esta manera, se posicionó entre mis piernas rozándome. Eché mi cabeza hacia atrás ante esta placentera tortura y abrí algo más mis piernas. Él agarró mi cadera y entró en mi poco a poco, mirándome a los ojos mientras se mordía el labio.

Una vez dentro, comenzó lentamente a acelerar más y más. Me era imposible no mirar su cara de placer mientras lo hacía, me encantaba. 

Aceleró todo lo que pudo, haciéndome llegar.

-¡Kaneki!-grité terminado a la vez que él.

Ambos, nos quedamos en la cama jadeando. Cuando recuperamos el aliento, nos miramos sonriendo y me besó.

-Llevo bastante esperando esto-sonrió- y joder-rio acariciando mi pelo- Te quiero, Natsuki.

-Te quiero, Kaneki.


Watashi o sukuimasu (Tokyo Ghoul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora