XII

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Pasamos por pasillos oscuros. Aquello parecía un laberinto, con tantos caminos posibles.

Estuvimos corriendo un buen rato. Yo estaba exhausta pero Eto parecía no cansarse nunca.

- ¿A que es genial?-Eto seguía riéndose, parecía estar loca.

Tiré levemente de ella para que dejara de correr y calmó sus pasos. Aogiri era un lugar oscuro. Figurada y literalmente. ¿Y aquí vive Ayato?

-Oh, pequeña luna. ¿Estas cansada? No recordaba lo débiles que sois los humanos... ¿no os aburre ser tan vulnerables? Es molesto.

Eto se adelantó un poco y giro su mirada hacia mi. Y la temí.
Sus ojos se habían vuelto rojos y negros, cual ghoul hambriento. Retrocedí un par de pasos; era consciente de que por mucho que echara a correr, me alcanzaría. Y si no me devoraba ella, sería otro ghoul. Respiré hondo para intentar no mostrar la vulnerabilidad que Eto sabía que tenía como humana pero ella empezó a reír.

- ¡Oh! ¡Pero cálmate!-siguió riendo- si quisiera hacerte daño créeme que no te hubiera dado la oportunidad de enseñarte Aogiri. Aunque si tengo que hacerlo, lo haré.
Eto sonrió y continuó el oscuro pasillo dando saltitos, seguida por mi.
Llegamos al final de este y bajamos unas escaleras, obviamente oscuras y tétricas. Al final había una habitación con muchas puertas parecidas a la de la habitación en la que yo estaba, pero de aspecto más resistente. Supuse que tras cada una de esas puertas había otra habitación tipo celda.
- Lunita mía- Eto se giró hacia mi- esto es la sala de celdas más especial. Aquí esta la élite de nuestros "presos" -rio y se acercó a una puerta concreta- los de nuestra especie.
Abrí los ojos como platos. Sabía quien estaba ahí. Eto abrió la puerta y le vi.
-¡Ayato! -corrí junto a él.
Estaba hecho un ovillo en una esquina del habitáculo. Estaba pálido, delgado y desaliñado.
-Na...Natsu...ki -tosió débilmente.
-No hables Ayato. No. Llevas mucho aquí...
-Os dejaré solos -Eto rio y subió escaleras arriba.
- Natsuki aléjate - Ayato respondió cortante, con apenas fuerzas.
-¿Qué? No. No voy a apartarme de ti, estas muy débil...
-No quiero hacerte daño. Llevo demasiado sin comer...-abrió los ojos y los tenía igual que Eto antes, negros y rojos.
Instintivamente, por el miedo me aparté, y el volvió a encogerse. Pero volví a acercarme.
- Ayato...-cerré mis ojos con fuerza- aliméntate de mi.
Él me miro con los ojos entrecerrados y esbozó una sonrisa.
- No digas tontearías.
-Kaneki...-suspiré y vi esa expresión en su rostro cuando dije su nombre- me contó que una vez Touka estaba sin fuerzas y se alimentó de él. Podríamos hacer lo mismo.
-Pero Kaneki es medio ghoul, Natsuki. Las heridas que pueda yo provocarte no se te curarán al instante. Y a saber que más daño colateral pueden hacerte...
- Ayato -suspiré- no puedo dejar que estés así.
- Voy a morir. Y tú... -suspiró- probablemente también. No quería que te ocurriera esto Natsuki...-tosió- no puedo protegerte...
- No me protejas, tan solo, sobrevive.
Entonces, Ayato me miró a los ojos. Y sonrió. A veces no somos conscientes de cuanto queremos a una persona hasta que estamos en una situación límite.
Acarició mi mejilla con sus manos y se acercó a mi. Noté su respiración, débil, chocando con mis labios, y poco después me besó.
Fue un cálido beso, esos que te dan fuerzas para seguir. Pero interrumpido por Eto.
- ¡Oh! Lunita mía, ¡encontraste tu sol!
En ese momento se escuchó un gran estruendo en alguna parte del edificio.
- Problemas. -Eto cambió su semblante y sus ojos volvieron a su estado de ghoul en guardia apunto de atacar.
Retrocedió y subió corriendo las escaleras.

Algo grande estaba pasando, y ni Ayato ni yo teníamos forma de escapar.



Watashi o sukuimasu (Tokyo Ghoul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora