XVII

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Ayato suspiró. 

Miró la casa algo descolocado girándose después hacia mi. Sonreí a lo que él me respondió con otra sonrisa, algo fingida. 

Miré hacia la puerta donde se encontraba Kaneki, con esa expresión impasible de descontento. Me acerqué a él y sonreí.

- Alegra esa cara, peliblanco -reí a lo que él puso los ojos en blanco.- Oh vamos, podría ser peor.

-¿Tú crees?-me miró y yo esbocé una sonrisa acariciando su mejilla.

-Estoy doblemente protegida, Kaneki.

-Y doblemente en peligro- añadió él casi sin dejarme acabar la frase.

Negué con la cabeza mirando al suelo, a lo que él me levantó la barbilla con la yema de sus dedos, haciendo que le mirara directamente a los ojos.

-Volveré al atardecer-susurró a lo que yo asentí-o antes- replicó haciendo que yo riera.

Dejo un corto pero suave beso en mis labios y, tras lanzar una mirada analizando a Ayato en el interior de mi casa, se marchó. 

Entré dentro cerrando la puerta con llave. Ayato estaba sentado en el sofá y me acomodé a su lado.

-Bueno-dije, intentando abrir conversación- ¿quieres ver cual será tu habitación?

Él asintió y nos dirigimos al pasillo. 

Mi casa no era gran cosa, pero sí espaciosa. Estaba compuesta de dos habitaciones pequeñas y una ligeramente más grande que contaba con baño, era la mía. Una pequeña cocina y un salón, además de un baño más. 

-Esta es- le mostré a Ayato la habitación contigua a la mía. Tenía una pequeña ventana, una cama y un armario. También contaba con mesilla y un pequeño escritorio con una silla. Simple.

-Gracias-musitó Ayato, quién entró y se sentó en la cama.- Natsuki...

-¿Si?

-¿Que hay entre Kaneki y tú?

Esa pregunta me dejó helada. Debí de quedarme blanca, o con una expresión bastante significativa porque Ayato me miró extrañado.

-Eh... yo...-fruncí el ceño, pues ni yo lograba saberlo y dado los últimos acontecimientos tampoco habíamos hablado nada.

-En Aogiri siempre te llamaban "la chica de Kaneki"-tragué con fuerza y me senté a su lado.

-Bueno yo-suspiré mirando al suelo-si te digo la verdad yo tampoco lo sé-me encogí de hombros.

- Le quieres-susurró- pero, si es así, ¿por que me besaste en la celda?

- Ayato-le miré- quise besarte, quise hacerlo. No quería morir allí sin haberte besado, al igual que tú.

Él, no dijo nada, tan solo, sonrió.

Al atardecer, Kaneki regresó. Trajo una bolsa con la "comida" de Ayato. Dado que estaba siendo buscado, no podía salir a cazar, y mucho menos si era subordinado de Anteiku. 

No les hacía ninguna gracia tener que alimentarle gratuitamente, pero era la única manera de mantenerlo a salvo a él y a mi.

-Tengo noticias de Aogiri.

Kaneki se sentó en el salón y una vez hubo comido Ayato, nos contó.

-Efectivamente, te están buscando-dijo mirando a Ayato y este bajó la mirada.- aunque de momento no parece que estén llevando acabo una búsqueda muy exhaustiva. Destrozamos su centro y una gran parte de sus miembros-Kaneki esbozó una sonrisa- no están para jugar al escondite ahora mismo.

-Respétalos al menos-dijo Ayato levantando la mirada hacia Kaneki.

-¿Qué?

-Esa gente me ha acogido, me enseñaron todo lo que sé, había conocidos míos allí que probablemente ahora estén muertos.

- Es la misma gente que ahora quiere despedazarte vivo y que disfrutarían con ello, que te torturaron hasta casi morir de hambre, que encerraron a Natsuki condenándola a morir por tu culpa. Esa gente solo te ha enseñado a matar a personas inocentes y reírte de ellas para comértela después. ¡Solo son asesinos! ¡Lo que tú eres! Y si mueren en el intento de dañar a alguien que me importa, me alegraré por ello. 

-¡No te atrevas a culparme a mi de que atraparan a Natsuki!- Ayato se levantó velozmente del sofá, al igual que Kaneki. Ambos cada vez subían más el tono de voz.

-¡Si no fuera por ti ella no hubiera pisado Aogiri!

-¡¿Quién la dejó sola en el bosque, Kaneki!?

-¡Chicos!-grité.

-Fuiste tú, Kaneki. Querías dejarla morir como hiciste con Hide.

En ese momento, el ojo de Kaneki se inyectó en sangre cambiando de color. Su gesto se desfiguró y pude ver como la ira, la rabia y la culpa venían de dentro a fuera de sí.

Kaneki se abalanzó contra Ayato pero antes de que pudiera  agarrarle, me puse en medio. El impacto del cuerpo de Kaneki me llegó, pero conseguí pararlo a tiempo. Él intentaba deshacerse de mi.

-¡Kaneki! ¡Kaneki, para, mírame! ¡Para Kaneki por favor!- grité hasta que conseguí que me mirara con ese ojo rojo y negro- Tranquilo, estoy aquí, estoy aquí. Cálmate Kaneki, tranquilo.

Sus ojos volvieron a su estado natural y se llenaron de lágrimas. Lo abracé y el rompió a llorar. Nunca dejaría de sentirse culpable por la muerte de Hide, y dejar que yo acabase en manos de Aogiri, solo le hace pensar que rompió la promesa que le hizo de protegerme.

Le abracé hasta que dejó de llorar.

Ayato seguía de pie observando la escena, mirando al suelo. Sabía que Kaneki tenía razón, sabía que se había pasado con lo de Hide. 

Cuando ya anocheció, Kaneki se quedó a dormir conmigo. Se había quedado muy tocado con lo de Hide, y le pedí que se quedara. Además sabía que si no lo hacía, se quedaría vigilando en los alrededores.

- Natsuki...-dijo Ayato antes de dirigirme a mi habitación.

-¿Qué?-contesté cortante. No podía soportar lo que le había hecho a Kaneki. Hide también era mi amigo, mi mejor amigo. Y su muerte me destrozó.

-Yo... solo quería pedirte disculpas por lo ocurrido-aclaró su garganta.- No debí hacer ese comentario. Es solo que... me duele. Me duele veros juntos, me duele que le quieras. No puedo parar de pensar en nuestro beso, y en como deseo repetirlo.

Me quedé boquiabierta.

-Natsuki, odio que él sea todo lo que yo no soy. Odio que le elijas a él.


Lo que Ayato no sabía, era que yo no había escogido aún. 

Watashi o sukuimasu (Tokyo Ghoul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora