Capítulo 16

85 8 5
                                    

Cabra

Me quedé completamente quieta y esbocé una sonrisa inocente, intentando olvidar lo que había pasado hace pocos segundos.

—Chicos, me encantan las muestras de afecto, pero no os las deis en mitad del pasillo— papá miró a Ronald de arriba a abajo y después miró el lugar donde él había tenido la mano antes.

—Sí, señor— recitamos a la vez e intentamos irnos de allí lo más rápido posible.

Ronald estaba muerto de vergüenza. Estaba rojo como un tomate y tenía la cabeza gacha. Yo estaba también roja, pero intenté ocultarlo yéndome de ahí.

—Victoria— canturreó papá—, ¿a dónde te crees que vas?

—¿A mi próxima clase?— dije, nerviosa.

—¿Qué hacías con Weasley?

—Nada, papá. Solo estábamos charlando tranquilamente— mentí, soltando una risilla nerviosa.

—Así que los adolescentes de ahora charlan con sus manos encima de los demás. Qué interesante.

—No es lo que estás pensando.

—Victoria... Te lo pasaré esta vez, pero que no se te vuelva a pasar por la cabeza estar así con ese chico. Ya hablaremos esta tarde.

Sonreí inocentemente y me marché a mi clase de transformaciones completamente roja.

—¿Has vuelto a venir corriendo a clase?— preguntó Nev cuando me senté con él.

Miré de reojo al pelirrojo, el cual me miraba, todavía con las mejillas levemente rosas.

—Algo así.

***

—Has llegado tarde— afirmó, con su voz nasal, el profesor Snape cuando entré en su despacho—. Copia doscientas veces esto.

Señaló a la pizarra en la que estaba escrita una frase:

No debo faltarle al respeto a mi profesor de pociones a no ser que quiera una sanción.

—¿Podrás escribirlo sin faltas de ortografía o tengo que llamar a tu padre para que te ayude?— se burló.

—Lo escribo yo, no se preocupe— refunfuñé.

Saqué una pluma y comencé a escribir en el papel.

No debo faltarle al respeto a mi profesor de pociones a no ser que quiera una sanción.

No debo faltarle al respeto a mi profesor de pociones a no ser que quiera una sanción.

No debo faltarle al respeto a mi pro...

La puerta se abrió de golpe.

—¡Las mazmorras están inundadas!— exclamó con voz aguda Draco Malfoy.

El platinado estaba totalmente empapado y el flequillo rubio se pegaba en sus ojos, obligándole a echárselo para atrás y mostrando toda su frente. Estaba muy gracioso.

Oculté una risita burlona con la mano.

La mirada del chico recayó sobre mí. Me señaló y me acusó de cometer la broma.

—¡Pero si estaba aquí, mentiroso!— cuando Snape se dio la vuelta le saqué el dedo corazón.

Entonces el profesor se marchó con el platinado, ignorando la acusación— como era común en él, ignorarlo todo— y me advirtió de que si no lo tenía copiado todo para cuando volviese, estaría hasta las doce de la noche copiando.

Estúpido Weasley.   [RON WEASLEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora