Estúpido Weasley. [RON WEASLEY]

Capítulo 21

No lo sabe

Todo había sido muy dramático. Demasiado.

Incluso aún más que la última vez que Snape me llevó al despacho del director el año pasado.

Estaba sentada en una silla frente al director, mientras que el profesor Snape, a mi lado, le explicaba al director lo que había pasado. Básicamente, le estaba contando lo que le daba la gana. Papá, que había salido de la enfermería, estaba sentado en un sillón observando el espectáculo. La profesora McGonagall estaba a su lado con la misma cara de no saber muy bien qué hacían ahí. El director escuchaba al jefe de la casa de Slytherin sin mostrar ninguna emoción. Y, por último, Hermione y Ronald estaban en la entrada al despacho esperando a poder compartir su declaración.

Bostecé y me acomodé en la silla, esto iba para largo.

El profesor estaba incriminandome por, supuestamente, haberme reído de él frente a toda la clase y por haberle faltado al respeto varias veces.

Estuvo diciendo tantas cosas, que, sinceramente, no recuerdo ni la mitad.

Estuve toda la regañina observando el despacho del director. Para ser tan mayor, tenía un gusto no tan malo. Por lo menos no era un despacho con las paredes rosas o amarillas. Algo era algo.

—¡Así que esta pequeña mocosa irresponsable necesita un castigo!— exclamó Snape.

—Agradecería que no se metiese con mi hija, Que... Severus— se corrigió papá a sí mismo—. Tenle respeto a los alumnos.

El profesor Snape le dirigió una mirada tan fría a papá, que los mismísimos polos Norte y Sur le tuvieron envidia por un segundo.

Papá solo le sonrió sarcásticamente.

¡Ese es mi padre!

—Tienes razón, Severus— después de media hora de completo silencio, el director Dumbledore decidió hablar. Todo esto para que le diese al razón—, la señorita Lupin merece un castigo por su falta de respeto. Aun así, me gustaría escuchar los testimonios de tus otros dos alumnos.

—Está bien— gruñó el profesor.

Yo les miraba a ambos sin mostrar ni una sola expresión. Ni una cansada, ni enfadada, ni triste ni alegre. Nada. Tal y como había aprendido tras tantos años de meterme en problemas en el estirado colegio muggle.

—Que pasen el señor Weasley y la señorita Granger— ordenó el director.

Tras un movimiento de muñeca por parte del director, las puertas se abrieron y mostraron a unos muy confusos chicos.

—Pasad— sonrió el director—. Me parece que vosotros estabais bastante implicados en el acto. ¿Me equivoco?

—No, profesor— negó Hermione.

Ronald tan solo me dirigió una rápida mirada de arriba a abajo para comprobar si estaba bien. No respondió al director.

Le miré a los ojos por una milésima de segundo, confirmándole que estaba bien.

—Podéis contarme qué ha pasado— el director apoyó su cabeza en ambas manos, que estaban apoyadas en la mesa—. Empieza usted, señorita Granger.

—Cuando estábamos en clase, el profesor Snape se equivocó y yo le corregí— Snape iba a responder, pero el director le chistó—. Entonces, el profesor me respondió de una manera no muy amigable y Ron y Victoria me defendieron. Eso es todo.

—Ya veo...— en los ojos de Dumbledore se reflejaba una diversión que no me alegró nada. No debía estar contento por una trifulca—¿Weasley?

—No fue exactamente así— aclaró el pelirrojo—. Cuando Hermione corrigió al profesor, este le llamó sabelotodo e insoportable. Obviamente, yo le respondí de malas maneras. ¡No iba a dejar que insultarse a mi amiga! Después, Victoria me ayudó— me dirigió otra rápida mirada y yo le sonreí de lado—. Solo le dijimos al profesor que no hablara así a nuestra amiga. Puede que esas no fueran las formas, pero le teníamos que corregir.