DIADEMA MORADA

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Al día siguiente, nuevamente llegué primero al salón, pensé en cambiarme de lugar en ese momento, por lo que empecé a visualizar en mi mente dónde podría sentirme más cómodo, pero por más que pensaba comprendí que no me iba a ir mejor en otro lugar que en el que ya estaba, por eso solo tome asiento en el mismo lugar que el día anterior.

Tras sentarme mis compañeros empezaron a llegar, cuando de la nada sentí como alguien tocaba mi hombro derecho para llamar mi atención, se trataba de aquella chica del día anterior.

Me sorprendió verla, y aún más, que me hablara, resultó que me llamo afuera del salón para hablar, y para no parecer grosero obedecí. Esa chica me resultaba demasiado curiosa, y es que al igual que yo, ella tenía la abilidad de pasar desapercibida.

- ¿Qué necesitas de mi? - pregunté.

- Me llamo Renata, gracias por preguntar - al parecer la chica era demasiado educada, tanto que la falta de un saludo la podía hacer enojar.

- Lo siento, no creí que importara eso.

- Importa más de lo que crees.

- Lo siento.

- Está bien. Bueno, ya debes de saber que me siento a un lado tuyo.

Cuando dijo eso yo me sorprendí - Lo siento no lo había notado - a pesar de que estuvo a mi lado, nunca logré darme cuenta de su existencia, algo que me intrigó mucho de ella.

- Bueno, quería saber si podemos ser amigos.

- ¿Qué? ¿Por qué? - La poca transparencia de la chica me parecía intrigante, al parecer ella era la única persona que no podía leer y por lo tanto predecir, y eso me incómodo.

- ¿Por qué te intereso? - le pregunté desconfiado. Nadie nunca había sido así de directo conmigo respecto al tema de la amistad.

- Lo siento, se que suena raro, pero es que me agradaste.

- No lo se - No pude responderle, pues mi cuerpo seguía en shock, pero ella dijo que no respondiera, que ella ya había tomado la decisión, y que yo me convertiría en su mejor amigo. Eso no ayudó, solo me hizo sentir más incómodo.

- Muy bien, ahora somos amigos - la chica dio media vuelta y se adentro al salón.

Yo me quedé ahí parado reflexionando por lo que acababa de pasar, y por un momento recordé aquel incidente en la secundaria, y al no querer que me ocurriera nuevamente quise ir a negar la decisión de la chica.

Me dirige a adentro y al sentarme pude notar por fin su presencia a lado mío. Yo quería explicarle sobre lo que había reflexionado antes de entrar nuevamente al salón, pero al parecer aunque lo había reprimido, ese suceso si dejó marca en mi, pues al intentar hablar lo único que salía de mi eran pequeños quejidos inaudibles.

La chica pudo notar que tenía un pesar, pero por motivos que desconozco decidió no preguntar nada. Fue entonces que note algo que talvez se me quedaría gravado en la mente y es que en su cabeza portaba una diadema morada, la misma que traía puesta el día anterior la primera vez que la vi.

A la hora del receso, Renata se quedó al lado mío, no se movió de su lugar, solo se me quedaba viendo con una mirada fría y algo oscura. Eso me ponía la piel de gallina y evitaba que me moviera. Por fortuna después de unos minutos me quitó la vista de encima y continuo haciendo cosas personales.

Una vez tranquilo y para perder el tiempo decidí comenzar a hacer lo que siempre hago cuando me aburro, y eso es dibujar. Saque mi cuaderno de dibujos y mi colección de lápices, hice un garabato en una de las hojas en blanco y comencé a trazar líneas que me parecían interesantes. En ese momento Renata se acercó a mi y pregunto por mis dibujos, yo trate de evitar la conversación, pero Renata rápidamente me arrebato el cuaderno y empezó a hojear, su mirada fría desaparecía poco a poco al ver uno a uno los dibujos, y por un momento pude ver una sonrisa en su rostro.

Mis dibujos nunca habían seguido un patrón, siempre comienzan siendo garabatos, que luego transformó en algo sorprendente, desde rostros humanos, monstruos, animales, o paisajes, pero en ese momento hubo un dibujo que llamo más la atención de Renta, se trataba del una pequeña historieta que había hecho de tan solo cinco viñetas, trataba de un chico declarando su amor a otro chico y de forma alegre el otro chico correspondía sus sentimientos. No recuerdo muy bien por que lo hice, pero si recuerdo que me inspiré en una historia que había leído junto a mi tía, en ese entonces me había llamado la atención, pero en el presente ya había olvidado la existencia de tal dibujo.

Cuando vio esa página no pude evitar quitarle mi cuaderno de las manos, pero en lugar de reclamarle, me senté y guarde mi cuaderno, ella se paró al lado mío y puso su mano en la mesa, yo la voltee a ver indignado, pero al verla ya no tenía rastro alguno de frialdad, en lugar de eso, tenía una hermosa sonrisa en el rostro, sus ojos se veían cristalinos que hasta podría decir que veía dos sentimientos atravesó de los ojos. Cuando la vi ella solo dijo que mis dibujos le parecían hermosos, en especial el que veía cuando le quite el cuaderno.

Escuchar eso provocó que me sonrojara por la emoción, nunca nadie me había halagado de esa manera por mis dibujos, le agradecí y gire mi cabeza al lado contrario, para evitar que viera mi rostro sonrojado, pero al hacerlo ella empezó a reírse en un tono muy bajo, eso me puso nervioso, así que voltee para reclamarle - No te burles de mi - le dije algo molesto.

Renata seguía riendo - Lo siento, pero es la primera vez que veo a alguien sonrojarse por algo tan simple.

- No me sonrojé.

- Claro que sí, se te nota a distancia, tienes la cara completamente roja.

Admito que en ese entonces pude sentir algo en mi pecho, como si mi cuerpo específicamente en esa sona se calentara pero se relajara al mismo tiempo, pero yo pensé que se trataba de arritmia cardíaca, así que no le tomé importancia.

Al terminar las clases, decidí irme rápido a mi casa, por lo que me fui lo más deprisa posible, pero en la salida de la escuela me encontré a Renata, algo extraño, ya que estaba seguro de que yo había salido antes del salón.

- Hola Uriel - me dijo al cruzarlos.

- Hola... Ren - respondí apenado.

- Oye ¿Podemos caminar juntos a casa?

La pregunta de ren me dejó con los ojos muy abiertos, y mi primera intención fue decirle que no, pero por alguna razón no lo hice, y en su lugar respondí que si.

- Muy bien - respondió Ren antes de darse la vuelta y comenzar a caminar.

En el trayecto a casa no hubo más que silencio, incluso los pasos de Renata eran silenciosos, eso me calmo por un rato hasta que de la nada salió una pregunta de su boca - Oye¿Tienes algún tipo de interés amoroso?

La pregunta fue tan sorpresiva que incluso casi me ahogue con mi saliva por la sorpresa - Lo siento, pero nunca he pensado en eso, nunca me ha interesado.

- ¿En serio? ¿Por qué?

- No lo se, simplemente no me interesa. Desde que tengo memoria todos hablan de lo que sería o es tener relaciones amorosas, pero a mí siempre me desagradaron esos temas, así que no... No tengo ni gun interés amoroso.

- Comprendo, pero ¿Me podrías contar más sobre Ximena?

Fue en ese momento en que supe que ella no era una chica cualquiera.

AMOR AUTISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora