Las conversaciones con Ramón se volvieron tan frecuentes que en poco tiempo comenzaron a opacar las conversaciones que tenía con Ren, pero no piensen mal, no la dejé a un lado.
Ya era diciembre, estábamos a dos semanas para salir de vacaciones, y Ramón con mucha urgencia me pidió que saliéramos a algún lado. No conocía sus intenciones, pero parecía que quería hablar de algo importante.
Ese sábado le pedí permiso a mi madre para salir, y ella sin problema me dijo que si, así que me puse de acuerdo con Ramón para verlo en el centro comercial.
Ese día yo llegué temprano al lugar acordado, pues creí que el tema que Ramón quería discutir era demasiado urgente, y al parecer si lo era, pues aunque yo llegué diez minutos antes de la hora acordada, Ramón ya estaba ahí desde mucho antes.
— Ramón. Estás aquí
— Si, creo que llegue muy temprano.
— Entonces... ¿De qué quieres hablar?
Ramón estaba muy nervioso, se notaba en su lenguaje corporal, pero no parecía tener la confianza, así que decidí tantear en terreno un poco para el.
— Si aún no quieres hablar podemos ir a por un helado, creo que eso ayudaría.
Ramón se sonrojó cuando lo mencioné, mientras que su mirada se perdió sobre mi — De acuerdo.
Al igual que el día que nos presentamos, fuimos al mismo puesto de helados, y por coincidencia elegimos los mismos sabores que ese día.
Mi plan estaba funcionando, Ramón estaba cada vez más relajado, pero no era suficiente, así que antes de hablar del tema de interés, comencé a hablar sobre otras cosas, esperando que se soltara un poco más.
Una vez terminamos cada uno nuestro helado, Ramón comenzó a hablar de lo que parecía ser aquel tema tan importante.
— ¿Desde cuándo puedes hablar? — preguntó Ramón.
— No entiendo.
— Bueno, la primer vez que nos vimos eras demasiado grosero, recuerdo muy bien que querías correrme.
— Ah... Si, lo siento.
— A lo que me refiero es... ¿Desde cuándo cambiaste? Creo que ahora eres mejor persona.
— No lo se. Yo también me dí cuenta de eso, pero no puedo recordar una fecha específica.
— Okay, creo que estoy listo...
— ¿Para qué?
— ... ¿Te gustaría salir conmigo?
— ¿Cómo? — Estaba sorprendido, y me quedé petrificado por la impresión.
— Aaah... Perdón, creo que fuí muy directo...
Yo no podía responder algo, tenía un gran nudo en la garganta.
— Lo siento, tal vez debí comenzar con un discurso más elaborado.
Seguía sin poder responder.
— Siento mucho esto, pero desde aquel día no pude sacarte de mi cabeza. Fuiste la primera persona que vió algo en mi, más allá de unos ojos bonitos. Normalmente todos me buscan por mi apariencia, pero tú me hablaste de mi como si tuviera algo más especial.
En esos momentos comencé a tener miedo nuevamente, la misma sensación que tenía cuando Christian me declaro sus sentimientos estaba volviendo. Pero al parecer Ramón se dió cuenta de esto, y actuó de una manera que nunca esperé.
Ramón me tomó de la mano de manera delicada, accion que detuvo mi ansiedad por algún motivo.
— No quiero que te sientas presionado a sentir lo mismo, fue mi culpa por ser tan brusco, perdón.
En ese momento se me ocurrió mirar arriba, y me detuve cuando Ramón y yo cruzamos miradas. Sus ojos verdes brillaron justo en el momento indicado, pero no fue justamente por culpa de la luz, si no por la pequeña cantidad de lágrimas que tenía acumulada en los ojos.
En ese momento una sensación muy familiar me chocó en el pecho, y al verlo de esa forma mi empatía despertó, y con voz baja respondí — Está bien.
— ¿En serio?... ¿Estás seguro? No quiero que te sientas obligado.
— No. Descuida, no pongo objeción.
Ramón estaba muy contento, soltó una leve y gentil sonrisa — ¿Te puedo abrazar?
— Mmjj — respondí.
Ramón me soltó de la mano, y a continuación me dió un abrazo, pero a diferencia de veces anteriores en las que eso me incomodaba, está vez me sentía cómodo. Era una sensación muy similar a la que sentía cuando mi madre lo hacía, se sentía sincero y cálido al mismo tiempo, por lo que consecuentemente, y un poco lento, le devolví el abrazo.
Esa tarde regresé a casa contento, un sentimiento que extrañamente duró todo el día. Pero no supe cómo decírselo a mi familia, por lo que solamente les comenté que había pasado la tarde con un amigo.
Eso les pareció muy extraño a mi madre y hermano, pues para ellos mismos únicos amigos eran Ren, su ahora movió Óscar y antes de eso Christian. Y para escaparme de esa situación solamente les dije que era un amigo reciente, y que al vivir lejos no lo habían visto. Y al parecer eso bastó para ellos, pues dejaron de hacer preguntas después de eso.
Estaba en mi cuarto, tirado en la cama viendo el techo, y me llegó la increíble idea de contarle todo a Ren. Lamentablemente ella no se lo tomó como yo esperaba; estaba contenta por mi y Ramón, pero no podía entender cómo es que alguien tan selectivo con las personas de su círculo, podía llegar a tener pareja así de fácil.
Esas palabras de parte de Renata también me pusieron a reflexionar, pues ella tenía la razón. Era como si de un día para otro fuera una persona diferente, ya no me incomodaba tanto tocar a las personas, y en lo que fue tiempo de un mes aproximadamente, no había sufrido de ansiedad en cualquier presentación.
Estaba reflexionando sobre todo eso, pero fuí interrumpido por un mensaje de Ramón.
- Hola Uriel - Su saludo habitual.
- Quería saber si tienes algún inconveniente si te invito a la próxima presentación del concurso de baile.
- Por qué tendría un inconveniente?
- Me enteré de tu pelea con Christian, y no sabía si te incomodaría verlo.
- No fue una pelea. Pero no te preocupes no tengo inconveniente. Te agradezco la invitación.
- Muy bien. El concurso será el 23 de diciembre, en el mismo lugar que la vez pasada, a la misma hora.
Después de su invitación comencé a sentirme extraño, un rencor inexplicable me recorrió el cuerpo, y no sabía la razón exacta, pero mucho apuntaba a que tenía que ver con Christian.
- Puedo invitar a una amiga? - pregunté por Ren.
- Claro, les daré invitaciones a ambos.
Luego de nuestra charla continúe hablando con Ren, y de paso la invite al concurso, a lo que ella agradeció contenta, pero de favor me pidió una invitación más, pues me dijo que le interesaría ir con Óscar. Y sin poder negarme fuí una vez más al chat de Ramón.
La tarde paso lento, y por alguna razón hacía mucho calor, incluso para haber empezado recién el invierno. Fue por eso que me asomé a la ventana, buscando aire fresco.
Y fue ahí cuando me encontré con la misma escena de hace un tiempo. Chris estaba ensayando su baile, seguramente la coreografía que presentaría en el concurso, pero está vez no se notaba muy entusiasmado, sus movimientos eran más rígidos, parecía estar a punto de tropezar en algunas ocasiones, y su rostro ya no mostraba ninguna muestra de satisfacción, solo expresaba estrés.
Verlo de esa manera me provocaba un pequeño dolor en el pecho, pero sabía que no quería verme, después de todo el fue el que se alejó.
Lo ví ensayar por unos minutos, hasta que el se dió cuenta, cruzamos miradas por primera vez en un mes, pero verme no pareció agradable, pues después de darme una expresión de fastidio, se acercó a la ventana, y la cerró con agresividad, al igual que sus cortinas.
ESTÁS LEYENDO
AMOR AUTISTA
RomanceUn joven con problemas para demostrar sus sentimientos descubre que es el amor platónico de su amigo de la infancia. El empieza a sentir algo por el igualmente, pero debido a su estado mental, ni siquiera se da cuenta.