LA FALTA

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Cuando llegué al salón ese día pude notar que Ren ya estaba ahí, al igual que Christian, pero este último no estaba en su lugar, en vez de eso se encontraba sentado al otro lado del salón, lugar en donde no hacía más allá de ver la pared.

Verlo así me generaba una fuerte molestia en el pecho, sabía que lo ocurrido la noche del sábado había sido algo fuerte para los dos, pero no creí que fuera a afectarle tanto.

Llegando a mi lugar lo primero que hice fue preguntarle a Ren sobré el estado de Christian.

— ¿Qué le ocurre? ¿Por qué no está en su lugar? No es normal verlo así.

Y Ren respondió de mala gana — ¿No es obvio?

— ¿De qué hablas?

— Es cierto, olvide que eres difícil, creí que para este punto ya abrías cambiado un poco.

Sus palabras me dolieron, así me dí cuenta que el de la culpa había sido yo. Cabe aclarar que yo también era conciente de mi problema para entender las emociones humanas, podía notar los sentimientos presentes en una persona, pero cuando se trataba de cosas como lo ocurrido normalmente evitaba a propósito leer las emociones de otros.

— Perdón. No creí que fuera a afectar tanto.

— Eso lo se, nunca te das cuenta de mucho. Además no soy yo a quien deberías pedirle perdón. Entiende, le rompiste el corazón.

No creí que esas palabras me harían sentir tan mal, pero el pesar que tenía en el pecho me resultaba demasiado evidente. Pero sabía que el no quería verme en ese momento, estaba demasiado adolorido como para poder verme si quiera.

Ese día paso muy lento, el carisma y las bromas de Christian faltaban mucho, y por esa razón cada vez que tenía oportunidad lo volteaba a ver, pero el nunca quiso verme, su atención siempre estuvo sobre los maestros o los otros compañeros, por lo que creí que ya no quería nada conmigo.

Los días comenzaron a pasar, y ninguno de los dos superó la situación, Christian no volvió a su lugar, y yo no volví a hablar sobre el tema.

Fue hasta un mes después que las cosas cambiaron drásticamente. Ren me pidió que la acompañará al finalizar las clases, ella y Óscar habían quedado de verse en el centro comercial, pero según por palabras de su madre, si no la acompañaba alguien además de Óscar no le permitiría salir.

Yo estuve de acuerdo, y al final de las clases la acompañé al centro comercial, lugar donde Óscar la estaría esperando. No me gustaba estar como sobrado, así que les dejé a solas con la condición de que nos teníamos que reencontrar a cierta hora para regresar juntos a casa. Renata agradeció esto, y muy complacida se fue al cine  con Óscar.

Yo me quedé al lado de una fuente, estaba escuchando música, y me gustaba la brisa fresca que se generaba por el agua. Estuve ahí por unos veinte minutos, cuando mi atención fue llamada por la voz molesta de una chica

No quería hacerle caso, pero su voz chillona superaba a la música de mis audífonos, así que por pura curiosidad volteé a ver, y me encontré con una escena poco prometedora.

Chris estaba sentado en una banca a unos treinta metros, y a su lado se encontraba la tal Carla. Ambos parecían muy contentos, se abrazaban entre ellos y parecían estar pasando un buen día.

Yo me comencé a sentir extraño, mi pecho comenzó a pesarme otra vez, pero está vez no como las veces anteriores, está vez era un sentimiento con el que estaba más familiarizado. El mismo sentimiento que sentía cuando Ximena se burlaba de mi.

Ver eso provocó que mi cuerpo reaccionara solo, me paré de dónde estaba sentado, y con ese sentimiento en el pecho me alejé de allí. No quería voltear, ver eso me dolía de una forma que no podía comprender, no podía comprender cómo Christian podía estar con ella, antes me contó lo mucho que lo había hecho sufrir, y ahora estaba dándose cariño con ella, «¿Como podía ser posible eso?».

AMOR AUTISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora