-Capítulo 4-

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La cabaña inquietaba al grupo. Era toda de madera y en cualquier momento se podría haber derrumbado. Por suerte o por desgracia aquello no ocurrió.

-¿Bajamos?

Jeanne no quiere seguir allí encerrada teniendo a una familia en el piso de abajo.

Los chicos se habían repartido las tres habitaciones. Cathryn y Jeanne habían elegido la más cercana a las escaleras, Olive estaba tan asustado y tenía el nivel de desconfianza tan alto que se había quedado con la habitación más pequeña y alejada y, por último, Cleo y Nathan tenían la habitación restante. Los jóvenes habían decidido reunirse todos para hablar. Eso es lo que estaban haciendo.

-¿De verdad quieres bajar con esos locos allí esperando?

Jeanne mira a Olive, que es el que había hablado. No estaba de acuerdo con el tema de que la familia fuera rara ni que estuvieran locos, simplemente eran peculiares.

-Yo voy a bajar.

La rubia se levanta y camina hasta la puerta para luego abrirla y salir. Espera unos segundos y al instante ve salir a todos de la habitación. La chica les sonríe y luego bajan todos juntos a la sala.

-Hola.

Los jóvenes, bajo las miradas de los allí presentes, se acomodan en el sofá. Al no ser muy grande, Cleo se queda sin lugar y Ralph, el hijo pequeño de la mujer, se levanta para dejarle ese sitio a la joven.

-Gracias...

El pequeño le sonríe y se sienta frente a ella en el suelo. Cleo nota la mirada del niño en su pelo. Lo está mirando muy fijamente y eso le incomoda, pero decide no decir nada. De un momento para otro toda la atención se la lleva la mujer mayor, que empieza a hablar.

-Bueno, ¿cómo habéis llegado hasta aquí?

El grupo se mira y ninguno habla. No saben si deben decirlo, no saben que pasará luego.

-Estábamos de paso y hemos venido a ver qué había aquí.

Todos miran a Jeanne, hasta los dos niños que hasta ese momento no habían prestado atención a nadie la miran con curiosidad.

-Que bien, está genial que vengáis a visitar la zona.

La señora mira a sus hijos y les habla.

-Traed el juego.

Los dos se levantan y se dirigen hasta un armario. Ninguno centra la atención en lo que están haciendo menos Olive. El chico ve que los dos niños abren las puertas del armario y, sin poder ver muy bien lo que hay allí, logra distinguir una bolsa negra. Aquello le produce escalofríos, ¿qué será aquello?

-¿Sabéis jugar?

Olive vuelve a mirar a su alrededor y se da cuenta de que los dos niños ya habían vuelto y ahora llevaban un juego de mesa en las manos.

-Yo creo que me voy a ir a mi habitación. Estoy bastante cansado y necesito descansar.

Olive se levanta y se dirige hacia las escaleras. Antes de empezar a subir se gira para despedirse de todos.

-Buenas noches.

La señora y los niños lo miran con una perturbadora sonrisa en la cara y asienten.

-Igualmente Olive, que duermas bien.

El chico se sorprende porque en ningún momento había dicho su nombre. ¿Cómo lo sabían? Definitivamente necesitaba descansar.

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Ya estaban todos en sus respectivas habitaciones. Los jóvenes habían jugado unas partidas con la familia y sorprendentemente siempre había ganado Gabriel. Nadie le dio importancia a aquello.

Jeanne se acerca a la cama y se tumba. Intenta dormirse pero las risas provenientes de la habitación de al lado la distraen. La chica se levanta decidida a ver qué estaba pasando.

-¿Dónde vas?

Jeanne se gira y le contesta a su novia.

-Quiero dormir y no puedo con tanto ruido.

-Va Jeanne, déjalos que disfruten.

-No, es hora de dormir.

Jeanne sale de la habitación y se coloca frente a la puerta de Cleo y Nathan.

-¡Cleo!

La chica rubia espera unos segundos hasta que su amiga abre la puerta.

-Dime Jeanne, ¿pasa algo?

-¿Os podéis callar?

Cleo mira a Nathan y él le sonríe. El chico se tapa con la manta y se coloca mirando hacia la pared dándole la espalda a las dos chicas.

-Está bien, ya paramos.

Jeanne le da las gracias a Cleo y luego vuelve a su habitación. Al llegar se tumba en la cama e intenta dormir pero escucha unos golpes en la puerta. Otra interrupción.

-Jeanne, déjame pasar...

La chica se levanta y abre la puerta.

-¿Qué pasa Olive?

El chico mira hacia el suelo y luego contesta.

-No me gusta tener que dormir solo...

Jeanne le sonríe.

-¿Quieres quedarte aquí, verdad?

El chico asiente tímido y la joven lo deja pasar.

-Hola Olive.

El chico saluda a Cathryn. Olive no sabe qué hacer así que se sienta en el borde de la cama. Jeanne se tumba junto a su novia dejando un sitio en el borde de la cama para que el joven se coloque allí, pero él no hace nada.

-Túmbate ya Olive.

El chico sonríe y luego habla.

-No quiero dormir en el borde...

Jeanne no se cree que aquello esté pasando.

-¿De verdad Olive?

El joven asiente avergonzado y luego Jeanne se mueve para que el chico se pueda tumbar entre las dos.

-Gracias.

Y tras eso los tres duermen.

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Habrán pasado unas horas y Jeanne no ha podido dormir. Cathryn sí está dormida y Olive también. Los ronquidos del chico retumban en la cabeza de Jeanne por lo que, aprovechando que está en el borde de la cama, decide levantarse y dar una vuelta por la casa. Llevan bastante tiempo allí y aún no han descubierto nada. Algo tiene que haber.

Jeanne camina por el pasillo y observa todas las puertas. Está la suya, al lado está la de su amiga y después de ésta la de Olive. Al otro lado del pasillo se encuentra la de la mujer, luego la de los niños y, por último, el lavabo. Realmente no era la última puerta porque aún quedaba una más. Una que Jeanne no había investigado.

La chica se acerca a la puerta y la intenta abrir. Ella pensaba que le iba a costar más, pero no es así. La abre con bastante facilidad, lo cuál le sorprende. Nada más entrar no logra ver absolutamente nada debido a la oscuridad. Jeanne busca el interruptor de la luz y cuando lo encuentra lo aprieta. Lo que descubre la deja sin respiración. Allí dentro habían muchas fotos, pero lo extraño era que, justo en el centro, había una suya con Cathryn. La chica mira las demás deseando no ver nada, pero descubre otra de las dos jóvenes desaparecidas. Entre aquella foto y la suya había una diferencia. La de las chicas desaparecidas estaba tachada con un rotulador rojo. Jeanne y Cathryn eran las siguientes.

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