-Capítulo 6-

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Jeanne solo pensaba en una cosa. Correr. Tenía que correr aunque las piernas le dolieran, aunque no supiera a donde ir. La chica corre y sale de la habitación. Ya estando fuera intenta dirigirse hacia el lugar donde estaban todos sus amigos, pero lo ve todo borroso. No sabe si es por el mareo o por las lágrimas que tenía acumuladas. Pensaba en sus amigos sufriendo, en Cathryn con un cuchillo en el cuello, en Olive corriendo para salvar su vida... Eso no podía ocurrir y Jeanne lo iba a evitar.

La joven intenta guiarse tocando la pared, pero nota que todo le tiembla. No se puede sostener de pie y cae al suelo. Llora desconsoladamente y se abraza intentando calmarse. Tenía que salir de allí con todos sus compañeros, debía de ser fuerte y salvar a todos. Tras unos momentos de dolor y sin saber cómo hacer para levantarse, Jeanne logra ponerse de rodillas y luego, utilizando sus últimas fuerzas, se pone de pie y suspira. Se queda quieta durante unos instantes para ver si los temblores aún estaban allí presentes y descubre que ya estaba mucho mejor. Era su momento, tenía que ir a por sus amigos.

Jeanne corre hasta su habitación y abre la puerta dando un portazo. Al fijarse en el interior no ve a nadie, lo que le produce escalofríos y más ganas de llorar, pero aún quedaba una oportunidad. La chica corre hasta llegar a la puerta de Cleo y la abre sin pensar en nada. Jeanne siente que el mundo se rompe. Allí no había nadie. A la chica le dan náuseas, pero lo ignora completamente. Habían cosas más importantes. Se fija en las puertas de las habitaciones de la familia y todas estaban abiertas.

-Mierda. -Jeanne corre hasta la zona de abajo para buscar por el salón y la cocina, pero todo estaba desolado. Estaba ella sola en esa horripilante cabaña. La chica busca por todos lados y llega a un punto en el que piensa que se está volviendo loca. No podía estar pasando aquello. ¿Y si estaba soñando? Jeanne intenta despertarse de todas las formas posibles, pero no lo logra. Estaba despierta y viviendo toda aquella pesadilla.- No... -La joven se sienta sobre el suelo apoyada contra una pared y se permite llorar y soltar todo. No ha podido hacer nada, los ha perdido... Ha fracasado y ha guiado a sus amigos hasta la muerte.- Perdón... Lo siento mucho...

Las lágrimas le caen como dos ríos y nota el pantalón húmedo. Le duele la cabeza y siente un agudo dolor en los ojos, pero no hay nada que le duela más que el corazón.

La chica se intenta calmar una vez más para así poder salir de la cabaña. Se levanta apoyándose en la pared que tiene detrás, pero descubre que no era lo que ella pensaba. Era una puerta en la que Jeanne no había fijado su atención. Agarra el pomo y lo gira, haciendo que se abra. Unas largas y profundas escaleras le dan la bienvenida. Jeanne mira hacia atrás. ¿Tenía algo más que hacer? La respuesta era "no" así que no se lo piensa y se adentra en el lugar. La puerta se cierra y se queda allí a oscuras. Baja con mucho cuidado cada escalón hasta que termina y toca el suelo. Sin saber como, Jeanne descubre un interruptor y lo presiona. La luz inunda ahora la estancia y puede ver mejor donde se encuentra. Observa las paredes húmedas y llenas de moho, el suelo sucio y la soledad que desprende el lugar. Cuando se fija más, descubre una especie de jaula allí, en el centro de la sala. No puede ver muy bien el interior debido a la hinchazón de sus ojos, pero sí descubre una figura. No era una figura normal, era de una persona. Una mujer.

Jeanne se acerca, haciendo que sus pasos hagan ruido y la mujer se alarme.

-No me hagas nada más, por favor... Soy tu hija, recuérdalo...

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